LA ASTROLOGÍA (4)
“Aunque cada ciudad tuviera un dios principal, cuando una nueva cultura se hacía con el control de Mesopotamia, lejos de prohibir el culto a los dioses anteriores, los adoptaban e incluían en su panteón. De modo que se encuentra con que algunos dioses tienen dos o más nombres”. María Isabel Cubas.
Los primeros
esbozos épicos que asocian la cultura sumeria con los astros, dan origen a la
implantación de un calendario tradicional, e inicialmente fueron narrados por
sociedades preliterarias, que gracias a las tradiciones poéticas orales, más
tarde fueron registrados de manera física, de modo tal que destacadas variantes
han sobrevivido hasta hoy, aun cuando en el caso más específico relacionado con
la epopeya de Gilgamesh, conocida como la primera epopeya escrita de la cual se
tenga referencia probada, pues se sabe a ciencia cierta que fue redactada en
tablillas de arcilla hace más de 4.600 años y están al acceso de científicos y
personas del común.
Pues bien, al
sistema de medida del tiempo establecido por cuenta del tránsito de las
sociedades para atender las necesidades periódicas de la vida civil, se le denomina
calendario, ya que a su montaje corresponde una división conveniente del
tiempo, la cual es particionada en ciertos intervalos regulares que se traducen
en días, meses y años. Las divisiones de los calendarios no son para nada aleatorias,
pues se basan en los movimientos de rotación y traslación del planeta Tierra
con respecto a la bóveda celeste que lo alberga y por ende, se encuentra directamente
relacionado con las apariciones regulares del Sol, la Luna, los planetas y las
estrellas de su entorno cósmico en perpetuo movimiento.
Es así como bajo
el nombre de ‘Astrolabe’ se conocen una serie de listas, diagramas y mapas de la
posición de las estrellas, vistas y establecidas por cuenta de la estructura de
su localización y en absoluta concordancia con relación a los meses del año, en
especial, asociando con preferencia a tres astros con cada división mensual en
cada una de las regiones del cielo. Por lo tanto, los textos y descripciones que
les hacen referencia, también son conocidos como las "tres estrellas para cada uno" y aun cuando esas listas no son
exactas, ni precisas ni exhaustivas, si constituyen la primera y más amplia evidencia
directa de los avanzados conocimientos astronómicos disponibles en la
Mesopotamia hace más de 5000 años, por decir lo menos y que por suerte se heredaron
y compartieron.
De hecho, son sin
lugar a duda, las más antiguas referencias documentadas del orden imperante en
las muchas constelaciones, curiosamente, muy similares a las actuales,
disponibles gracias a la invención y desarrollo de potentes telescopios. Muchos
indicios apuntan a indicar que la representación gráfica física de los famosos astrolabios[1] sucedió hacia el siglo XII a.C.
En éste
punto, vale la pena resaltar que la civilización sumeria desarrolló las
matemáticas utilizando el sistema sexagesimal, esto es, con base el número seis,
modalidad que aplica el concepto de 360 grados
para entrar a dividir la circunferencia en múltiplos de porciones 60 x 60 y la
implantación del sistema temporal de 12 y 24 horas vigente que muestra el
día como una medida de media circunferencia
con doce escalas o paradas tanto para el
día, como para la noche.
Para ese
entonces se creía que las estrellas estaban fijas a una esfera situada más allá
de Saturno, modelo a su vez asociado con el dios supremo Marduk, por lo que las
definieron como ‘estrellas fijas’, mientras llamaron ‘estrellas errantes’ a los
planetas cercanos todo en función de su perspectiva fija. Definieron pues las
doce constelaciones en el modelo llamado de ‘Mul-Apin’, mapa del zodiaco, que
transitaba en doce meses, de forma que al ser sumados, conformaban un año solar
que conllevaban las cuatro estaciones de tres meses cada una.
Cuenta la leyenda que Marduk,
hijo de Enki, se convirtió en el dios supremo de Babilonia desde que se tiene
noticia, puesto que fue elevado a la categoría de dios principal, tras su
ascenso al poder de manera hegemónica en Mesopotamia. Él asumió y asimiló casi
todos los poderes y características previamente asignados a Enlil y Anu.
Es por ello que en
su momento, Marduk se convierte en uno de los dioses más citados por todas las
fuentes antiguas. Como hecho destacado, su templo, el Esagila, era
un zigurat que sirvió de base para difundir la leyenda bíblica de la Torre de
Babel en aquellos tiempos neo-babilónicos (siglos VII-VI a.C.) cuando se dice
que Enlil procedió a confundir las lenguas como otro acto de su poder supremo.
Éste personaje era
también era conocido bajo el epíteto de Bel-Marduk
o simplemente, ‘Bel’ que
significa ‘señor’. Ya en el cuerpo de la epopeya babilónica de la
creación del mundo, aparece su figura como la del dios supremo. Su esposa solía
ser la diosa Sarpanitu
y su hijo el dios Nabu.
Durante la época
Cassita se le representaba mediante una azada situada en un altar.
Posteriormente también aparece como una figura masculina apoyada sobre
dragones-serpientes, criaturas muy populares en Babilonia que se perciben en la
Puerta de Ishtar, atestiguando las llamadas Mušhušu.
A través
del tiempo los astrónomos babilonios se vieron inducidos
a realzar el papel de Marduk como el dios supremo de Babilonia, de modo que
hicieron variaciones a la astronomía heredada de los sumerios y acadios, por ello,
al final pasaron a denominar las estaciones como obra de Marduk o de Júpiter, asumiendo
los solsticios y equinoccios, pues éste era considerado el gran planeta con el
que se identificaba el dios causante de estos fenómenos, como se puede deducir
del contenido del siguiente texto:
“Él construyó las estaciones para los grandes dioses, fijando a sus iguales astrales como constelaciones. Él determinó el año por el nombre de las regiones: él designó tres astros para cada uno de los doce meses. Tras definir los
días del año por las figuras celestes, él estableció las
estaciones de Júpiter para determinar sus bandas. A su lado estableció las
estaciones de Enlil y Ea”.
Pues bien, las bandas a
las que se refiere son la eclíptica y el ecuador celeste, espacio también denominado
como el ‘Camino de An’.
Se asume que durante el
periodo asirio (883-612 a.C.) fueron redactadas las famosas tablillas de Mul-Apin[2], o ‘estrella
arado’. Se llaman así por comenzar con el nombre de la constelación,
equivalente al Triángulo. La más antigua data del 687 a.C., aunque fueron
compuestas con seguridad alrededor del año 1000 a.C.
Dichas tablas incluyen
entre otras cosas:
ü El catálogo de asignación de
estrellas: 33 estrellas para Enlil, 23 para An y 15 para Ea. Incluye además,
asterismos, constelaciones y planetas.
ü Fechas de salidas heliacas: los
cálculos de estas fechas sugieren una redacción que se remonta a finales del II
milenio a.C., ya que según la precesión de los equinoccios estas fechas habrían
sido distintas para el periodo neo-asirio.
ü Pares de constelaciones, pues
mientras una sale, otra se oculta.
ü Intervalos de tiempos entre
salidas heliacas.
ü Pares de constelaciones que se
hallan al mismo tiempo en el cénit y en el horizonte, de acuerdo con cálculos
modernos, determinadas para el año 1000 a.C. con latitud 36º N, correspondiente
a Assur, la capital del Imperio Asirio.
ü El "camino de la Luna",
es decir, el zodiaco.
ü Los Planetas y sus ciclos.
Provenientes de éste
periodo también se han encontrado calendarios estelares y "mapas" de
estrellas o astrolabios con referencia a las constelaciones Mul-Apin.
En concreto en especial se destaca el planisferio encontrado en la capital
asiria Nínive, bajo el reinado del rey Asurbanipal (668-626 a.C.), aunque por otro lado existen evidencias que
indican que algunos calendarios estelares podrían remontarse, al menos en
parte, al 2000 a.C.
Las tablas Mul-Apin. Planisferio asirio (siglo VII a.C.) con diversas constelaciones,
actualmente reposa en el British Museum
Todo este compendio de
conocimientos no sería igualado hasta la llegada de Ptolomeo, por lo que está
claro que tuvo que jugar un papel fundamental y definitivo en el origen del
conocimiento de las constelaciones clásicas griegas, que
derivó su influencia en todos los calendarios y zodiacos que se esparcieron por
doquier.
Sin
embargo, los antiguos astrónomos o astrólogos del Antiguo Egipto fueron los que
en realidad transmitieron estos ancestrales conocimientos, ju, junto con sus
propias observaciones sobre la bóveda celeste a las culturas griegas, quienes a
su vez, fueron fuente de conocimiento para los astrónomos y científicos que
renacieron durante la Edad Media.
"Se supone que para los sumerios, obsesionados con las coincidencias
numéricas, el simple hecho que la división sexagesimal del minuto casi coincida
con la frecuencia del latido del corazón humano, confirmaría la validez de un
sistema en el que las apariciones en el firmamento de sus dioses cósmicos (Sol,
Luna, Estrellas, Constelaciones), siempre estaba en directa relación con el
destino de la humanidad (astrología del zodíaco), con la vida del individuo y
con las épocas de recolección y cultivo. Anónimo.
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Continuará…
Fuente: Mi
libro: “UN SENDERO A LONTANANZA”.
Registro de Propiedad Intelectual DNDA: 10-427-242
Autor: Daniel
García Vanegas
ETIQUETAS: Astrología,
zodiaco, horóscopo, almanaque, calendario, mitología, retrospectiva,
cosmovisión, tiempo, sumerios, tradición, humanidad, historia.
Namasté…