MITOLOGÍA MESOPOTÁMICA (2)
“Cierto es que
si se mira con detenimiento, casi siempre se encuentra algo, más no siempre
resulta ser lo que uno busca”. J.R.R. Tolkien.
Cabe recordar
una vez más que si bien la historia de la Tierra abarca unos quinientos millones
de años, con los medios disponibles actuales sólo se tiene acceso a registros
correspondientes a los últimos cinco millones y medio.
Narra la leyenda
en su retrospectiva que hace alrededor de 445.000 años, llegaron del espacio
exterior a la tierra los anunnakis, seres originarios del planeta Nibiru, con
la idea de explotar los recursos en busca de oro y que según se afirma, lo
hicieron bajo la necesidad que en su planeta, producto de las constantes abusos
y guerras, la atmósfera había sido deteriorada notablemente, por lo que para su
recuperación requerían esparcir constantemente polvo de oro en la estratosfera,
para así evitar que penetrase la radiación cósmica mortal.
Para ese entonces, Anu era el monarca soberano y máximo
mandatario del planeta Nibiru o Nubiru, quien encabezaba la llamada triada de
los luego asumidos dioses Sumerios y contaba con sus dos hijos, Enlil y Enki,
enfrentados entre sí por la preponderancia y la sucesión del trono.
Enlil ‘dios de las tormentas y el viento’, era segundo
hijo de Anu, en un principio nombrado el ‘dios supremo de la Tierra’, regía
desde la Mesopotamia. Igual era conocido por su naturaleza fuerte y violenta,
un ser colérico que según describen los textos sumerios, era canciller militar,
arrogante y dictador, al que solo le interesaba la conquista de nuevos territorios
de las poseciones sobre las que esperaba gobernar.
La rivalidad con su medio hermano mayor Enki, residía
en que ambos eran hijos del mismo padre, pero de distinta madre, y aun cuando
Enki era el primogénito, no podía ser el heredero legal, por ser hijo de una
concubina (Ki), en cambio Enlil era hijo de Nannu o Anthur, esposa oficial de
Anu, motivo por el que fue nombrado heredero forzoso en la línea sucesorial al
trono. Sus símbolos eran una corona con siete estrellas o las Pléyades; el
centro de su culto fue la ciudad de Nippur, donde poseía la tecnología regente
del llamado ‘Ojo que explora la tierra’.
Por su parte Enki, era el dios Sumerio de las aguas, la
fertilidad y la sabiduría, conocido como el guardián de las leyes divinas, su
imagen corresponde a la de un benévolo científico con grandes conocimientos
sobre ingeniería genética, por medio de los cuales diseño y creó ciertas
mejoras del ser humano, manipulando el ADN para mejorarlo a través de diversos
intentos, además, era un dios Sumerio que podría considerarse de carácter
benéfico para la humanidad.
Se distinguía por sus dotes de sabiduría y filosofía
espiritual. Fue él quien impartió una serie de conocimientos al hombre antiguo,
le ofreció sus enseñanzas en agricultura, escritura, matemáticas y astronomía,
siendo además un gran ingeniero hídrico, capaz de reconducir ríos, canales y
causes o crear grandes embalses para proveer de agua a los pueblos nacientes.
Mientras Enlil guardaba cierto menosprecio por los
hombres, hasta el punto que intentó destruir la raza humana en tres ocasiones,
siendo la más popular de ellas el diluvio universal, Enki, como creador del
desarrollo del hombre, sentía una especial devoción por su obra respecto a la
humanidad, de modo que sus intenciones y esfuerzos se avocaron en mejorar la
calidad de vida en la tierra y en más de una ocasión hasta arriesgo su propia
vida para defender los pueblos de la tierra del ataque de otros dioses quienes
pretendían aniquilar la humanidad por medio de armas desbastadoras.
Según las tablillas sumerias, la primera expedición de
anunnakis que llego a la tierra, estaba compuesta por cincuenta miembros
liderados por Enki, enviado a la tierra por su padre Anu, con el fin de establecer
un puerto espacial y construir una refinería de oro y minerales para realizar
grandes extracciones, la cual inicialmente se ubicó en el golfo pérsico, pues
gracias a su avanzada tecnología descubrieron grandes yacimientos de oro bajo
las aguas de la región.
En éste punto se debe recordar que los anunnakis, por
cuenta de su depredación, enfrentaban una grave crisis en torno del ecosistema
y la atmosfera de su planeta Nibiru. Los rayos ultra violeta del sol en su
galaxia estaban causando graves estragos, debido a débil capa de ozono de su
atmósfera, así que necesitaban oro para su propia supervivencia. Idearon un
sistema para refinar el mineral y lo liberaban en forma de partículas de polvo
en suspensión alrededor de su estratosfera, de esta manera creaban una barrera
protectora contra los rayos solares.
Enki, encargado del proyecto pidió a su padre permitir
edificar una primera ciudad en la Mesopotamia meridional, bautizada Eridu que significa ‘casa construida en
la lejanía’, emplazada como puerto maritimo para facilitar la extracción del
oro, sin embargo, el plan original no tuvo éxito, debido a un sin fin de
dificultades técnicas enfrentadas en la construcción de un sistema de minería
acuática para extraer oro desde el mar, por consiguiente, el soberano
gobernante Anu asume el fracaso de la misión y viaja a la tierra para trazar
una nueva estrategia y trae consigo a su hijo Enlil.
Así las cosas, Anu le otorga a Enlil el control de la
misión terrestre y relega al decepcionado Enki hacia un nuevo proyecto, esta
vez, para adelantar nuevas extracciones de oro, ubicadas en el sureste de
África, donde se habían descubierto grandes yacimientos en tierra firme,
llamando a esa región el Arsu o ‘La
fuente primordial’.
Con la llegada de Enlil, a su mando descendieron un
total de seiscientos anunnakis más. Mientras tanto, el oro extraído de las
minas africanas era transportado por vía marítima hasta Mesopotamia y de allí
hasta Badtibira un nuevo asentamiento
donde se fundía y refinaba el metal en lingotes. Tal y como lo han mostrado
algunos pictogramas impresos en las tablillas, efectivamente se han encontrado
lingotes de oro en algunas excavaciones realizadas en el oriente próximo.
Según la descripción de las tablillas, los Anunnakis
fundaron un total de siete bases operativas en la Mesopotamia Meridional, así,
después de Eridu, la siguiente base
fue Badtibira que significa ‘Lugar
brillante donde el mineral se finaliza’, era pues el centro metalúrgico de
fundición donde se refinaba el oro. Otro emplazamiento fue Laraak significa: ‘Viendo el brillante fulgor’, la cual era una
ciudad que como su nombre lo indica, cumplía con la función de faro, ya que
emitía luces para guiar y facilitar los aterrizajes de las lanzaderas
espaciales. Sippar significa ‘pájaro’
y era un puerto espacial equipado con una pista de aterrizaje. Shuruppak, el ‘lugar del supremo
bienestar’, era el centro médico liderado por Ninhursag hermanastra de Enlil y
Enki.
Nippur que significa ‘El lugar terrestre de Nibiru’, era el
centro de control de la misión, al frente del cual estaba Enlil. En el centro
de Nippur, según describen los textos, había una cámara luminosa, la que
llamaban Duranki o ‘el enlace
cielo-tierra’, era en realidad el centro de comunicaciones con el cual se
comunicaban con su planeta natal y con los transbordadores espaciales que
orbitaban la tierra, los Igigi,
palabra significa ‘Aquellos que ven y observan’, quienes eran los astronautas
de la misión y permanecían en el espacio en espera de recibir el oro, para
desde allí embarcarlo en naves con destino a Nibiru. Había un total de
trecientos Igigi orbitando la tierra.
El investigador ruso Zecharia Sitchin, además se dio
cuenta que todas estas ciudades, estaban estratégicamente configuradas para
recibir lo que se pueden llamar transbordadores espaciales. Solamente al ser
observado desde el cielo, todo aquello empieza a tener sentido, en un ejecicio
gráfico, dispuso un mapa de la región donde marcó círculos concéntricos
alrededor de la ubicación de esas ciudades, luego, trazó tres líneas dentro de
las cuales se enmarcaban las siete ciudades exactamente simétricas y todas
ellas sin excepción, formaban una ruta en línea recta, con apariencia de
flecha, pues todas coincidían dentro de una línea central, allí donde estaba
situado precisamente Sippar, el puerto espacial con una pista de aterrizaje.
Esta parece ser una evidencia difícil de rebatir, puesto que la distribución de
estas localizaciones parece regirse por una geometría matemática que va más
allá de las leyes de la casualidad.
“Aunque la meta de nuestra normal evolución sea
mayor y más gloriosa de lo que podamos imaginar desde nuestro actual punto de
vista, no cabe compararla con la expansión de conciencia que, combinada con el
puro ennoblecimiento del carácter, nos aguarda en las altísimas cumbres a que
conduce el Sendero de iniciación. W. Scott Elliot.
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Registro de Propiedad Intelectual DNDA: 10-427-242
Autor: Daniel
García Vanegas
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ETIQUETAS: Anunnaki,
nephlin, humanidad, historia, prehistoria, diluvio, Nibiru, mesopotamia,
babilonia, sumeria, asiria, enki, anu, enlil, gigi, lulu, marduk, inanna,
mitología.
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