“El conocimiento que llega desde dentro, es el
verdadero conocimiento”. Sócrates.
Ya desde los tiempos de los clásicos
griegos, el conocimiento occidental ha llevado a dilucidar diversos misterios y
el pensamiento ha levantado muchos velos de superstición que interpretaban la
verdad, aun cuando no ha sido una tarea fácil.
Dice Priya Hemenway en su libro: ‘El
código Secreto’: “La importancia de la
civilización egipcia como fuente de sabiduría es enorme. El templo de Uaset
(actualmente Luxor), la primera universidad del mundo, llamada septer, fue
construido durante el reinado de Amenhotep III (hacia 1391 a.C.). En su mejor
época contaba con 80.000 estudiantes. Tales de Mileto, Platón, Aristóteles,
Sócrates, Euclides, Pitágoras, Hipócrates, Arquímedes y Eurípides, estudiaron
allí. El griego san Clemente de Alejandría dijo que ni en un libro de mil
páginas se podrían registrar los nombre de todos los griegos que fueron a Kemet
(nombre que daban los egipcios a su propio país; pues luego, fueron los griegos,
quienes lo llamaron Egipto)”.
Los descubrimientos científicos han
permitido cada vez más, comprender lo que los grandes maestros de la humanidad
siempre han sabido y pregonado: “La verdad está en el interior del Ser…
conócete a ti mismo”. Sin embargo, la constante manipulación en pro de
intereses particulares casi impuestos, ha desviado la atención del observador y
lo han alejado de ésta única realidad.
Nace entonces el esoterismo como
práctica secreta y de difícil acceso. Esoterismo del griego έσώτερος [API
/e'so:teros/]: ‘dentro, desde dentro, interior, íntimo’; unido al sufijo
‘–ismo’, es un término genérico usado para referirse al conjunto de
conocimientos, enseñanzas, tradiciones, doctrinas, técnicas, prácticas o ritos
de una corriente religiosa o filosófica, incomprensibles para los profanos.
Sus enseñanzas se transmiten pues,
únicamente a una minoría selecta que requiere un cierto grado de iniciación
para estudiarla y la necesidad de practicarla en su total profundidad. La postura
esotérica insertó con mística y doctrinas, el acceso al conocimiento para que
unos pocos elegidos, participaran del saber profundo.
La palabra proviene del latín mystĭca, misterio, trata la vida
espiritual en voz baja y su conocimiento se mantiene oculto, dando acceso
exclusivo a los escogidos. Su significado posteriormente derivó en devoción.
Para las antiguas civilizaciones, la búsqueda del conocimiento era un marcado
dominio exclusivo de ciertos grupos privilegiados que detentaban el poder y que
dominaban las masas desde sus templos y palacios.
Pero mucho de esa sabiduría se ha podido
rescatar, pues la historia muestra innumerables ejemplos, donde se resaltan
principios apoyados en la búsqueda de la verdad, de la justicia y la equidad.
Tal es el caso atribuido a los Esenios,
congregación judía, cuyo origen se remonta al hijo adoptivo de Moisés, llamado
Esén, aproximadamente 1.500 años a.C. congregación que ofrece algunas visiones
claras sobre la relación de unidad del hombre con la tierra, basados en las
ciencias de su tiempo.
Esto se colige de los manuscritos del
Mar Muerto o ‘Código de Isaiah’,
escrito 500 años a.C., y encontrado en 1946 y llevado a la luz pública en los
últimos 60 años, brindando acceso a tales secretos libremente, esto es, permaneciendo
con sellos abiertos, a todos quienes quieran analizar las antiguas propuestas
de interpretación sobre la libertad interior allí planteadas, y vigentes desde
hace tanto tiempo.
La tradición esenia sugiere en principio
la existencia de dos emociones esenciales, el amor en un extremo, concebido
como la percepción de valor, la acción de la inclusión, la necesidad de
compartir, y en el otro extremo, cualquier cosa que se le llegue a oponer,
generalmente es asociada con fenómenos como la exclusión, la animadversión o el
miedo. Además, de dichos manuscritos se desprende una marcada tendencia al
determinismo cuando sostienen:
“Cualquier
resultado que se pueda imaginar, y cada posibilidad que se pueda concebir, es
un aspecto de la creación que ya ha sido creado y que siempre existe en el
presente como un estado “latente de posibilidad”. Aseverando que el hombre no
crea situaciones, sino que simplemente accede al resultado de una posibilidad
ya antes existente”. Código de Isaías.
Pitágoras ayudó a la ciencia de los
números, disertando con luces asombrosas, ciertos aspectos de la naturaleza,
aún las costumbres de los hombres y hasta las fuerzas sobrenaturales. Resalta
que los números pares son los números de la justicia, resultado de la división
igual de sus partes hasta llegar a la unidad. Y que en la igualdad, se
encuentra la razón y el complemento de toda justicia.
Mostró la década como el límite y suma
de todos los números. Indicó que los números superiores a diez, eran sólo un
ensayo de los diez primeros, y por ello, atribuyó una gran dignidad a la
decena. Dijo que los números impares eran análogos a las formas de las cosas
naturales y los números pares a la materia, de donde concluyó que los números
pares conducían a la inteligencia de las sustancias sensibles y los números
impares a la inteligencia de las cosas espirituales.
La numerología abarca una amplia
multiplicidad de elementos, sea la sucesión de los tiempos, el movimiento de
los astros, la rotación de los cielos. Es la disposición que toda cosa tiene,
como principio necesario del encadenamiento universal. Los números encierran
dentro de su naturaleza las virtudes más extensas y más sublimes. Para el
filósofo que intenta considerar cuán grandes y numerosas son las maravillas
escondidas en las cosas naturales, su presencia es innegable, a pesar de la
tendencia que producen los efectos sensibles que fuerzan al observador a
suponer, antes que a ver.
Bien, el oriente asimismo hace grandes
aportes al conocimiento de la humanidad, tal es el caso de la cultura china.
Según la tradición, el transliterado Tao Te Ching, también llamado Dào Dé Jing
cuya autoría se atribuye a Lao Tsé, es un texto clásico, cuyo nombre proviene
de Dao ‘camino’ o proceso esencial e innominable del universo y de Dé ‘virtud’
o poder inherente " que junto con Jing, "libro clásico". Así,
Daodejing, literalmente puede traducirse como: ‘Libro clásico de la senda y la virtud’.
Su contenido es considerado uno de los
fundamentos del taoísmo filosófico y tuvo una gran influencia en otras
escuelas, como el legalismo, el nuevo confucianismo y con el budismo que han
sido interpretadas en gran medida, por los conceptos taoístas.
La filosofía china de la naturaleza,
inspiró la cosmovisión de pensamiento taoísta, representada por artistas,
pintores, calígrafos como fuente de inspiración. Su influencia se ha extendido
allende de su origen, gracias a las traducciones a las numerosas traducciones
disponibles.
Las cualidades de flexibilidad y
suavidad son normalmente superiores a rigidez y resistencia. Toma el concepto
de ‘camino de retorno’, no como el regreso al pasado, sino como un reencuentro
consigo mismo, a través del aprendizaje cotidiano de la propia herencia. La
práctica del Tao consiste en sustraerse día a día. La Nada es la esencia del
Tao y el Ser espiritual es su función.
La palabra Ser no explica nada, pues
tiene la ventaja de que se trata de un concepto abierto. No obstante, el Ser
espiritual representa la vida eterna siempre presente y dada su esencia íntima,
invisible e indestructible, evoca un estado natural de conexión con lo
inconmensurable e indestructible, más allá del nombre y de la forma que se
pueda percibir, sea en forma consciente o inconsciente.
El vocablo, no logra reducir lo infinito
invisible a una entidad finita, sino que conserva su esencia y presencia, sin
embargo su alcance, sólo es percibible bajo un estado consciente de perfecta
quietud denominado: "sentimiento-realización", fenómeno que no puede
ser entendido por la mente en toda su dimensión. El uso indiscriminado del
término, tiende a comportarse igual que la palabra Dios, la cual se ha tornado
vacía de significado, como producto de miles de años de abuso y mala
utilización.
Asegura el maestro que para alcanzar el
dominio del Tao es necesario primero congraciarse con la inmovilidad, sin
ocuparse de las cosas del mundo dejando de lado el intelecto, el conocimiento,
el deseo, el egoísmo y demás preconcepciones, dando al Ser una amplitud mental
auténtica.
“Quien
desee la admiración del mundo hará bien en amasar una gran fortuna y en
gastarla después. El mundo responderá con admiración conforme al tamaño de su
tesoro. Por supuesto, esto no tiene ningún sentido. Deja de luchar por la
admiración. Coloca tu interés en el Tao. Vive de acuerdo con él, comparte con
los demás las enseñanzas que llevan a él, y serás bañado por las bendiciones
que fluyen de él”.
Lao Tsé.
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Fuente: Mi libro: “UN SENDERO A
LONTANANZA”.
Registro
de Propiedad Intelectual DNDA: 10-427-242
Autor: Daniel García Vanegas.
Etiquetas: Esoterismo, filosofía taoísmo
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