“Toda idea extendida hasta el infinito, se convierte
en su propio opuesto”. G.W.F.Hegel.
El rito y los rituales, se funden en
acontecimientos místico-teatrales, aquellos símbolos asumidos por el hombre
para su adoración metafísica.
Esto se resalta, al observar como las
sociedades alrededor del planeta, practican una gran cantidad de ritos o
supersticiones comunes que encuentran su origen en sus más raras y rancias
creencias ancestrales.
Por ejemplo, aseguran connotados
eruditos que en la China durante el período de las Cien Escuelas de Pensamiento
y de los Estados Combatientes, en torno al siglo IV. AC., apareció la figura
histórica de Li Er 李耳, cuyo nombre de pila
fue remplazado literalmente por el título honorífico Lao-Tsé, compuesto de dos
sinogramas, el lǎo que significa
‘viejo’ y zǐ, erudito virtuoso o
‘Viejo Maestro’, a quien se le atribuye haber escrito el ‘Tao Te Ching’, obra
esencial del taoísmo, por lo que es considerado uno de los filósofos más importantes de todos los tiempos.
Al igual que muchos otros pensadores
chinos antiguos, sus explicaciones utilizan a menudo paradojas, analogías,
adopción de citas, repetición, simetría, rima y ritmo. Los escritos que se le
atribuyen son poéticos, densos y frecuentemente crípticos, y sirven como punto
de partida para meditar sobre el Cosmos o sobre sí mismo. Muchas de las teorías
estéticas del arte chino se han basado en sus ideas y las de su discípulo más
famoso, Zhuang Zi.
Según dicho libro, el Tao o Dao, es
traducido generalmente como ‘El Camino’ que puede asimilarse con un cambio
permanente en busca de la verdad universal, la cual, expande su significado
hasta incluir el orden innombrable e inmanente del universo. Aclara sí que el
Tao que puede ser nombrado, no es el Tao eterno.
Se trata de un escrito místico que cubre
muchas áreas de la filosofía, de la espiritualidad, del crecimiento individual
y hasta de técnicas de buen gobierno. Hace hincapié en el concepto del wei-wu-wei, o ‘acción a través de la
inacción’, lo que no significa mantenerse quieto sin hacer nada, sino evitar la
presencia de intenciones explícitas o impedir que actos voluntarios,
obstaculicen la fluidez armónica de la naturaleza.
Wuwei se entiende no como una
impasibilidad ante los acontecimientos, sino como una sumisión frente a los
mismos. Dado que existe el movimiento y dado que todos los seres se
transforman, la opción del sabio pasa por la observación y por la contemplación
que se traduce en un actuar de manera connatural a los seres o un no-actuar
para adaptarse sin sufrir daño. Su fin se logra, respetando la forma en que las
cosas naturalmente crecen y decrecen, por lo que en consecuencia, las acciones
adoptadas de acuerdo con el Tao, resultan más fáciles y productivas que las que
se le oponen.
Pregona que la violencia debe ser
evitada, hasta el punto en que la victoria militar, se debe convertir en una
ocasión de duelo, debido al indeseable uso de la fuerza contra otros seres
vivos. Asevera que la victoria en la guerra no es gloriosa. Hay motivo para celebrar,
más causa dolor, porque de sus entrañas surge de la devastación, pues el uso de
la fuerza sólo atrae la fuerza. Por ello indica:
“El
hidalgo aborrece la milicia ya que en la victoria no hay belleza: la matanza
del semejante implica el llanto de las aflicciones”.
Es más, ya desde entonces se argumentó
que las leyes y regulaciones excesivas, obstaculizan el funcionamiento de la
sociedad y oprimen la libertad de las personas.
La enseñanza de la filosofía taoísta se basa en el análisis de la
naturaleza en el más amplio sentido de la palabra, para así enfocarse en el
orden y funcionamiento natural de la vida y la existencia, como madre
indiscutible de todo lo que es.
La visión de su tesis, toma como punto
de partida la doble función de la naturaleza universal existente o fenómeno del
Yin-Yang, para luego ahondar en conceptos más amplios acerca del origen
cosmológico del universo, buscando determinar la fluidez natural y el orden con
el que las diferentes formas han ido mutando para perpetuar la continuidad de
la existencia. El contraste de los opuestos que marca las diferencias entre lo
masculino y lo femenino, entre la luz y la oscuridad, entre lo fuerte y lo
débil, etc., es lo que permite captar, entender y apreciar de alguna forma la
magnitud del universo.
Por su parte, el cambio entre los
opuestos, es lo que permite el flujo natural y dinámico del universo, mientras
que el estancamiento, sólo atrae desarmonía y devastación. Al determinar el
orden natural de funcionamiento de los seres vivos, y sobre todo al tomar en
cuenta lo que el hombre debe hacer para lograr una mejora continua de su vida,
explica cómo, por el incumplimiento de las normas naturales, el hombre ha
desviado su armonía cósmica y ha generado sus propias calamidades, al
contradecir el ritmo natural, reemplazándolo con ordenanzas y actitudes
absolutistas superficiales y dogmáticas, desequilibrando así, la razón de ser
de la humanidad, cuyo resultado acaba por favorecer las clases dominantes, a
costa la desgracia de las clases inferiores.
Cuanto más obstinadamente se intenta
algo, más resistencia se crea, y entre más se actúa en armonía con el universo,
mucho más se puede lograr, con menor esfuerzo. El maestro utiliza el
paralelismo, el simbolismo y la alegoría para comparar aspectos del comportamiento
humano, análisis que es característico de la filosofía taoísta y de otras
escuelas de pensamiento oriental, y se hace con respeto y sin pretender
penetrar en el desarrollo de otras mayores profundidades simbólicas.
Desarrolla diferentes conceptos
filosóficos que pretenden explicar ciertos aspectos significativos de la
existencia, de manera que explora campos de estudio que van desde la cosmología
y la cosmogonía, hasta los aspectos más simples del diario vivir, abordando
aspectos tocantes con la sociología, la política, la economía y la religión.
La malinterpretación, la superficialidad
y la incomprensión religiosa, en ciertos casos tienden a inducir la
interpretación de que el Tao y otras manifestaciones, son dioses o algún otro
tipo de entidades espirituales o superiores, empero, en este caso, Lao Tsé
describió el Tao, como el origen de todo y como la fuente última de la
totalidad, tanto en lo físico, como en lo abstracto, concepto que se asocia
más, con el antiguo concepto griego del Arjé.
Arkhé, es el principio supremo
unificador de los fenómenos y está en la base de todas las transformaciones
posibles de las cosas. Es el principio constituyente que junto a la physis es
uno de los dos conceptos principales utilizados por los presocráticos en sus
especulaciones metafísicas. Para Lao Tsé, el Tao es un vacío, un no-ser del que
surge el Ser. Se resalta entonces como algunos ritos, poseen un cariz puramente
hermético-religioso, y aun así, han sido conservados con esmero, como
herramientas de poder mágico detentado en manos de los manejadores de
diferentes cultos, mientras otros, al irse olvidando con el paso del tiempo,
han convertido dicho cariz inicial, en simples tradiciones, ritos o costumbres.
Así, en el funcionamiento del concepto mágico de quien detenta el poder,
resulta fundamental definir el quién, el dónde, el cómo, y el cuándo, para que
su fuerza logre tomar forma real.
El quién indica que cualquiera no tiene
la capacidad de manejar los poderes, por tanto, se debe encargar alguien especial
de la tribu, el chamán, o hechicero, quien maneja las fuerzas del bien, o en su
defecto, el brujo que maneja las fuerzas del mal, el cómo, es la manera de
ejercer el poder que normalmente requiere la presencia de un rito, esto es,
disponer de una manera especial de invocar los poderes.
El dónde, se justifica porque los ritos
se llevan a cabo en un lugar especial escogido y adecuado para tal fin y el
cuándo, se evidencia porque no se realizan en cualquier momento, sino en
ciertas situaciones especiales. Por tanto, los ritos sagrados siempre cumplen
unos requisitos de lugar y de época, generalmente asociados con los fenómenos
astrológicos ya antes reconocidos.
Subsecuentemente, aparece el conocido
planteamiento religioso, como resultado de la estructuración formal de lo
esotérico. Surgen diferentes creencias y se van diferenciando unas de otras que
al igual que en el concepto mágico, son los inexplicables factores externos al
individuo, los que continúan siendo la fuente y origen de su justificación. Ahora
bien, se cree en algo superior que además de estar por encima del ser humano,
lo está asimismo de la naturaleza y sus fuerzas. Entonces, ya en el
planteamiento religioso, existen elementos de ordenamiento y de jerarquización.
El quién de lo mágico, está depositado
en el sacerdote; mientras el dónde se ubica en un templo o maloca determinada y
jerarquizada. El cómo, o sea el ritual, está totalmente predeterminado y es
consecuente, al igual que el cuándo que corresponde a las fechas sagradas. Los
dioses ya no son cualquiera, sino ya están determinados y cuentan con
características especiales y disponen de ciertos poderes asignados con una
ordenación intangible. Y en el mejor de los casos, los dioses se reducen a uno
solo. Casualmente, se destaca como las deidades de las más diferentes variadas
culturas, rigen sobre los mismos dominios que influyen el normal proceder
humano, como se puede apreciar en el siguiente cuadro comparativo:
Dennis Hebron.
“La palabra debe ser vestida como una diosa y elevarse como un pájaro”. Proverbio tibetano.
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Fuente: Mi libro: “UN SENDERO A
LONTANANZA”.
Registro
de Propiedad Intelectual DNDA: 10-427-242
Autor: Daniel García Vanegas.
Etiquetas: Filosofía mitología
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