martes, 21 de junio de 2016

LO NUMÉRICO (3)


LA METAFÍSICA NUMÉRICA


 “La matemática es la ciencia del orden y la medida, de bellas cadenas de razonamientos, todos sencillos y fáciles”. René Descartes.

Según la enseñanza esotérica, en toda creación hay tres planos principales:
1 ° Un plano superior o interior, denominado plano divino o espiritual.
2 ° Un plano intermedio, llamado plano vital o astral.
3 ° Un plano inferior o exterior, tomado como plano corporal o material.

Los números simples que no son descomponibles, indican el plano espiritual al cual pertenecen.

Aquellos que son elevados al cuadrado, corresponden al plano astral son ellos (4, 9). Los elevados al cubo corresponden netamente al plano material (8). Sin embargo, todos en sus escalas regresan al plano espiritual o esencial, simplemente al extraer sus raíces.

Los números de más de una cifra o múltiples, pueden ser devueltos a su esencia original por medio del proceso de adición de sus elementos constituyentes. A ésta operación se le denomina: ‘Reducción teosófica’, mecanismo conocido y practicado desde la antigüedad.

Por ejemplo, sea el número 318 formado por tres cifras, por 3, 1, 8. Al sumar 3 más 1 más 8, se obtiene 12. Sumando 1 más 2, se llega a 3. Entonces la reducción teosófica o mística de 318 es igual a 3. En el marco de ésta operación, la adición sirve para descender desde un número ubicado en el plano material, hacia el plano espiritual.

Además se aclara que en los números de más de una cifra, su primer dígito a la izquierda se denomina ‘Dirigente’, el cual en esencia indica el carácter o familia espiritual del número entero original de donde proviene la extracción. Así para el número 318, la llave familiar es el 3, mientras que para el número 813 cuya esencia es también 3, la familia espiritual pertenece al 8. De ésta forma, los números a la izquierda que son los ‘dirigentes’, señalan la familia.

Es así como el conjunto de los números múltiples contiene el efecto de la ‘simetría’, entonces los números simétricos se corresponden, por ejemplo, 51 tiene al 15, como resultado de invertir la orden de las cifras, mientras la base común es siempre la misma, para éste caso es 6.

A su vez los simétricos se dividen en ‘simpáticos’ o almas hermanas y egoístas.

Así, el número 13 impar tiene como número simpático el 31 también impar, obtenido por la inversión de las cifras 1 y 3, o el 24 par, tiene como número simpático el 42 par.

Sin embargo, aparecen ciertos números de dos cifras idénticas los cuales sólo se presentan bajo un mismo aspecto; son ellos los números ‘egoístas’, que representan el efecto neutro dentro de la jerarquía numeral. Son tanto pares como impares y así permanecen: 11, 22, 33, 44, 55, etc.

Por otra parte las llamadas Progresiones, se construyen escribiendo una sucesión de cifras. La ascendente va desde la unidad hasta el número escogido y la descendente desde éste último, hasta la unidad. Sea para ilustrar el caso el número 10:

Ascendente
1
2
3
4
5
6
7
8
9
Descendente
9
8
7
6
5
4
3
2
1

Sucede de ésta forma para llegar a cualquier número. Nótese que la suma ordenada de las cifras de las progresiones, da o parte, del número escogido como límite.

Como ya ha sido indicado, el conjunto de los diez primeros números pertenece al plano espiritual, aun cuando éste plano a su vez, comprende cuatro niveles, denominados pisos o cualidades.

Espiritual puro:             1  (la unidad)
Espiritual – espiritual: 2, 3, 5, 6 y 7 (por adición)
Astral – espiritual:        4 y 9 (cuadrados)
Material – espiritual:     8 (cubos)

CONSTITUCIÓN DE LOS NÚMEROS

De igual modo que los es el universo, el hombre está constituido por tres principios, por tanto los números también tienen un sentido triple, con diversas adaptaciones a los diferentes planos. Desde el punto de vista de su constitución, los números tienen una ciencia:

No.
CONSTITUCIÓN
CIENCIA
1
Estructura
Anatomía
2
Organización
Fisiología
3
Razón Filosófica
Psicología

ESTRUCTURA - ANATÓMICA

La estructura anatómica de cualquier número muestra cómo está edificado, cuáles son sus órganos constitutivos y cuál es el lugar que le corresponde dentro de su serie, puesto que a cada anatomía personal, debe añadirse la anatomía comparada, cuyas características determinan la familia y la raza a la que pertenece.

En Roma, el Sr. Boos un aficionado al estudio de los números, hizo la observación que si a un número cualquiera que sea, se le sustrae su valor numeral, el resultado siempre es 9 o un múltiplo de 9.

Da como ejemplo el siguiente: Sea el número 127. Sumando las tres cifras que constituyen este número, 1 + 2 + 7, da 10, de modo que si se sustrae 10 de los 127, se llega a 117, lo que por adición da 9, esto es el resultado de la suma de las tres cifras: 1 + 1 + 7. Éste entonces es su ‘cuerpo’.

Este sencillo método conduce entonces a la determinación de los tres principios que constituyen un número: el espíritu, el cuerpo y su astral.

El espíritu, es obtenido por la adición de sus cifras constituyentes: así en este caso, el 127 tiene como espíritu 10, resultado de la adición de: 1 + 2 + 7.

El cuerpo de este número como ya se vio es 9. Los números 3, 6, o 9 son de todas maneras las cifras asignadas a la materia siempre; esto hace una alegoría pues así como la materia cambia de aspecto, su esencia se reencuentra en los cuerpos vivos de manera idéntica.

Definidas esas dos pautas, resulta fácil encontrar el astral de cualquier número que sea de interés particular, pues se llega a su producto que es el valor que queda al sustraer el valor del Espíritu y el cuerpo.
Para ilustrar éste ejemplo, se toma valor del número 127, su espíritu es 10, su cuerpo es nueve, por lo tanto, 127- 10 - 9 = 108. Éste resultado es su astral

En resumen:

El espíritu de un número, es dado por adición de las cifras constituyentes. Para 127 el espíritu es 10.

El cuerpo de un número, es dado por la adición de las cifras componente del número que queda, una vez se resta del número original el resultado de su espíritu. Para 127, si se resta 10, quedan 117, cuya adición de las cifras da 9. Entonces, 9 es su cuerpo.

El astral del número tomado, es lo que se queda una vez se han restado tanto el valor del espíritu como el del cuerpo físico o materia. Para 127, es éste mismo número, menos el espíritu 10 y menos la materia 9 o sea, 108.

A continuación se ven los resultados de algunos ejemplos tomados al azar:

Número
127
823
45
84
236
375
652
950
998
Espíritu
10
13
9
12
11
15
13
14
26
Cuerpo
9
9
9
9
9
9
18
18
18
Astral
108
801
27
63
216
351
621
918
954




















A simple vista se observa que el astral siempre es más grande numéricamente, que los otros dos elementos componentes y además, que la suma de sus dígitos sin excepción, siempre da 9 o alguno de sus múltiplos.
Pues bien, se dice entonces que los 10 primeros números son ‘Espíritu’, puesto que no tienen cuerpo físico, ni astral.

Del 10 al 19, los números tienen Espíritu y Cuerpo, más aún no cuentan con astral, como se aprecia en el siguiente cuadro Espíritu - Cuerpo:

Número
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
Espíritu
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Cuerpo
9
9
9
9
9
9
9
9
9
9
Astral
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0

Más es a partir del 20, que todos los números tienen un Espíritu, un Cuerpo y un Astral. He aquí algunos casos ilustrativos simples:

Número
20
21
30
40
55
60
70
80
90
99
100
110
135
1000
Espíritu
2
3
3
4
3
8
7
8
9
9
1
2
9
1
Cuerpo
9
9
9
9
9
9
9
9
9
9
18
9
9
27
Astral
9
9
18
27
43
43
54
63
72
81
81
99
117
972

“El experimentador que no sabe lo que está buscando no comprenderá lo que encuentra”. 
Claude Bernard.
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Fuente: Mi libro: “UN SENDERO A LONTANANZA”.

Registro de Propiedad Intelectual DNDA: 10-427-242

Autor: Daniel García Vanegas


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martes, 14 de junio de 2016

LO NUMÉRICO (2)


LA METAFÍSICA NUMÉRICA


“Las matemáticas son una gimnasia del espíritu y una preparación para la filosofía”. Isócrates.

Para el correspondiente acápite cualitativo, puede decirse que los números son seres vivos que pertenecen al plano abstracto, presentes bajo la forma ‘idea-fuerza’, mientras las cifras, sólo son la representación de algunas de sus tantas apariencias posibles, lo que para algunos se identifica con sus vestiduras o ropajes, pues en éste ámbito, la cifra como tal, no tiene importancia y lo único que el observador debe considerar en realidad, es la dirección que toma la progresión en cuestión.

Lo cualitativo no obedece a una tendencia reciente, Pitágoras de Samos (582-497 a.C.) filósofo y matemático griego, ayudó a la comprensión de la ciencia de los números, disertando con luces asombrosas, sobre ciertos aspectos propios de la naturaleza en sí, exploró sobre las costumbres de los hombres y hasta tocó aspectos de las fuerzas sobrenaturales.

Resaltó que los números pares son los números de la justicia, resultado de la división igual de sus partes hasta llegar a la unidad. Y que en el concepto de la igualdad, se encuentra la razón y por tanto, ella es el complemento de toda justicia.

En el sistema decimal, mostró la década como el límite y suma de todos los números primarios. Indicó que los números superiores a diez, eran sólo un ensayo de los diez primeros, y por ello, atribuyó una inmensa dignidad a la decena. Dijo que los números impares eran análogos a las formas de las cosas naturales y los números pares lo eran a la materia, de donde concluyó que los números pares, conducían hacia la inteligencia de las sustancias sensibles, mientras los impares, guiaban hacia la inteligencia de las cosas espirituales.

En la tradición filosófica de las escuelas humanas, los números representan una energía muy grande, resulta entonces necesario mostrar la digna verdad de las ciencias humanas, así como el significado místico y el sentido augusto de los números que se encuentran eminentemente allí, por lo que fácilmente se develan sin misterios.

La numerología abarca una amplia multiplicidad de elementos, sea la sucesión de los tiempos, el movimiento de los astros, la rotación de los cielos. Es la disposición que toda cosa tiene, como principio necesario del concatenamiento universal.

Los números encierran dentro de su naturaleza las virtudes más extensas y más sublimes. Así, para el filósofo que intenta considerar cuán grandes y numerosas son las maravillas escondidas en las cosas naturales, su presencia es innegable, a pesar de la tendencia que producen los efectos sensibles que fuerzan al observador a suponer, antes que a ver.

No es para nada sorprendente que las fuerzas atadas a los números, sean más admirables y eficaces que las cifras formales, ya que por ser perfectas e idénticas a las cosas celestes, aún las mezcladas con distintas sustancias, impregnan de carácter, de tamaño, de sencillez de movimiento y de forma, todas las ideas divinas originales de las que dependen todas las fuerzas efectivas que poseen las cosas en sí mismas.

Todo lo que existe, todo lo que es hecho, subsiste según ciertos números, pero sin duda es del Uno, de donde toman su fuerza.

El tiempo, tiene como base la esencia del número, así es que el movimiento de cualquier acción y de todas las cosas que estén sometidas a cambio de lugar, responde a la ineludible sucesión de los instantes. La armonía de los instrumentos y de las voces, se ve completada por aquellas relaciones numéricas, que miden sus proporciones y su fuerza.

Por tanto, las proporciones que nacen de la comparación de los números, se traducen en ligas y en puntos que dan caracteres y figuras. Por fin, todas las formas que existen en el mundo natural o sobrenatural, están sujetas a las implacables leyes de los números.

Pitágoras que meditaba sobre estas cosas, dijo que todo subsistía por el número, ya que éste, determina las virtudes limpias y simples de los diferentes seres.

Proclus de Constantinopla (412-485 d.C.), afirma que el número existe en su totalidad, diferente sin embargo, en la voz, en la proporción sensible, en el corazón y en la razón, y luego por supuesto, en las cosas divinas.

Themistius, Boecio y Averroes de Babilonia, adoptan el sentimiento de Platón, elevan muy por lo alto a los números, persuadidos todos ellos que resulta imposible abordar las cuestiones filosóficas, sin disponer de su socorro.

Proponen que si bien el verdadero del número racional y formal no es una propiedad del número material, sensible y vocal que está sujeto al cálculo vulgar privado, todo el espectro del significado que el observador ve en la metafísica, no tiene ningún valor espiritual al ser visto desde los aspectos percibidos por los ojos académicos.

Es del informe espiritual y de aquellas cantidades que se llaman números naturales, formales o racionales, de donde emanan los grandes misterios, pues tanto en las cosas naturales, como en las cosas divinas y celestes, es el número el que abre la vía al conocimiento de todo lo que puede ser conocido, ser examinado y ser comprendido. Por cuenta de él, se llega de manera muy próxima a detentar la profecía natural y se acerca a sus previsiones asombrosas.

Los órganos más ilustres de la filosofía se ponen de acuerdo para establecer qué hay en los números. Se trata de una virtud escondida, cuya eficacia es absolutamente admirable en la producción de las ideas.

Los pitagóricos pronosticaron muchas cosas por los nombres de los números y en ello no había grandes misterios. Afirman que hay que saber ante todo que los números simples indican las cosas divinas, las decenas las cosas celestes, las centenas las cosas terrestres y los millares las cosas del tiempo por venir.

Lo antedicho distintamente, muestra la importancia concedida a los números por la Cábala, cuyo contenido se reencuentra en las citas de muchos autores que resaltan la tradición occidental, tal como se verá más adelante.

Para la metafísica numérica, todos los números emanan del número Uno, considerado la fuente de la luz espiritual, de modo que cuanto más se aleje el número de la fuente, más materializado está o viceversa.
Así, los Diez primeros números pertenecen al dominio del Espíritu, pues ellos son los más cercanos a la fuente y por tanto, están menos materializados.

Bien, los números impares son asociados con lo activo y masculino son: 1, 3, 5, 7, 9, mientras los pares 2, 4, 6, 8, 10, refieren lo pasivo y femenino, esto, dentro de la serie de los diez primeros.

Las representaciones de la vida de los números, está dada por las relaciones entre ellos y por las reacciones recíprocas que se manifiestan por medio de los cálculos.

A su vez, el cálculo teosófico comprende dos operaciones principales:

La descendiente del Espíritu hacia la materia, que comprende operaciones como: la adición o bajada lenta, la multiplicación o la bajada rápida, el cuadrado del número o bajada al plano astral, el cubo del número o bajada al plano material.

La ascendente al espíritu o vuelta a montar desde la materia hacia el espíritu, que comprende como operaciones relacionadas: la sustracción o el ascenso lento y progresivo, del que están la progresión ascendente: 9-8-7-6-5-4-3-2-1, como primera aplicación. Nueve menos uno igual ocho, ocho menos uno iguala el siete, etc..., o nueve menos 8 igual uno, ocho menos siete igual uno y así sucesivamente.

Por su parte, la división es el ascenso rápido por eliminación de los números inútiles. La extracción de la raíz cuadrada, es el ascenso directo del Astral en un plano superior y la extracción de la raíz cúbica, es el ascenso rápido desde el plano material, hasta un plano superior. Las dos últimas extracciones, son mecanismos de división aceleradas.

Los números están más cargados de fuerza luminosa, si son más próximos a la unidad; o en su defecto, poseen menos luz si son más lejanos de la unidad.

“Tanto más grande es un número como valor efectivo, es más pequeño como valor cifrado; el número uno, es el más poderoso de todos”.
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Fuente: Mi libro: “UN SENDERO A LONTANANZA”.

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Autor: Daniel García Vanegas

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martes, 7 de junio de 2016

LO NUMÉRICO (1)


LO NUMÉRICO

“El cuerpo, es un órgano del alma; el alma, un órgano del espíritu superior; y el espíritu superior, es un órgano de la Divinidad”. Anónimo.

PRINCIPALES DISTINCIONES:

El estudio de los números abraza una serie de adaptaciones múltiples dentro del pensamiento, en donde se distinguen preferentemente dos aspectos básicos:

El cuantitativo, que obedece a la ciencia común de las matemáticas, a sus diversas disciplinas afines y a las innumerables aplicaciones científicas relacionadas con las cifras, y,
El cualitativo, que corresponde a la observación de la composición y comportamientos de la metafísica de los elementos analógicos espirituales de los números.

LAS CIFRAS:Se sabe que cada número es un Ser real, revestido de manera material por "la cifra", que lo revela, lo refleja y lo inunda. A esta última, se debe prestar una deliberada atención por un instante para su mejor comprensión.

 Acá no se trata de hacer ningún tipo de erudición, pues sobre el tema hay tratados de tratados y mucho más. Corresponde ahora sólo hacer un somero acercamiento a la historia de las cifras, y en especial, a ciertas indicaciones que pretenden dar al observador, unas leves nociones documentales que pueden resultar de utilidad como acercamiento al tema de fondo en cuestión.

Es a través del extracto enciclopédico, como se informa al observador sobre éste evento.

Los números árabes son hoy, la manera técnica más aceptada de mostrar los diez caracteres familiares a todos: 1, 2, 3, 4, 5. 6, 7, 8, 9, 0, y se los opone a los demás signos numerales usados en cualquier tiempo, aún mucho antes de los romanos.

La semiótica de las cifras tal como ella es, ha sido adoptada hoy prácticamente por todos los pueblos civilizados, y obedece a la manera como la evolución ha sido adoptada, en especial en Europa, donde resultó fijada con mayor énfasis de uniformidad, a partir de los efectos producidos a partir de la invención de la imprenta.

En antiguos manuscritos occidentales antes de la edad media, se ofrecen según los tiempos y los países del caso, numerosas variedades de tantas representaciones de cifras, que aún hoy, no han sido plenamente determinadas, ni clasificadas con la debida suficiencia, ni lo serán, mientras subsistan rastros de tan numerosas formas secundarias de escritura.

Bien es cierto que se ignora la época precisa cuando las cifras se introdujeron en Occidente, aun cuando aparecen ciertos manuscritos antiguos, donde se muestran claros rastros de su testimonio, aun cuando los más relevantes, no van más atrás del siglo XI.

En todo caso, la forma más arcaica es conocida bajo el término de los ‘Ápices de Boecio’, puesto que sus rasgos se encuentran utilizados en la geometría atribuida a este autor.

Según se relata por parte de sus sucesores que citan al mencionado filósofo y matemático romano Boecio, las nueve cifras significativas, serían una invención pitagórica, vinculada al dios Apolo Abaeus.

También se ignora cuáles son en realidad los orígenes del Ábaco de la edad media, esencialmente diferente a los ábacos de la antigüedad, y del cual no se encuentra históricamente, nada análogo o algún indicio que resulte esclarecedor.

Eruditos consideran que el sistema de la posición de la numeración escrita, fue introducido en Occidente sólo a consecuencia de la traducción al latín, muy probablemente por Adelard de Bath hacia el año 1120, del tratado de cálculo de Mahommed ben Mouça-Al-Khârismi, cuyo sonoro nombre Algorisimus: conduce a algoritmo, término que pasó a formar parte del conjunto de los nuevos procedimientos de cálculo, que fueron rescatados o revelados en su debido momento.

De todas maneras, la invención de las nueve primeras cifras siendo relevante, es científicamente un hecho secundario con respecto a la inclusión del cero. Entonces, si bien la aplicación de este último símbolo a la numeración parece debida a la cultura Hindú, no hay que olvidar que desde el comienzo del siglo II a.C., ya hay claras trazas de su adopción dentro de la numeración sexagesimal utilizada para obtener la división del círculo.

Sin embargo, es solamente durante el siglo XII, que el cero fue realmente conocido en Europa bajo el nombre de l’Cyfre’ o cifra, cuya transcripción literal procede de su nombre en árabe, que significa ‘vacío’. Es triste ver como esta palabra fue luego extendida abusivamente a otros signos numerales, mientras el verdadero papel del cero, todavía no parece ser del todo conocido.

Según un escolio del monje Neophytos, cada cifra debe ser indicada en la parte superior, por un número de pequeños círculos, similar al número del exponente de la potencia de 10 que le multiplica. Este sistema efectivamente se encuentra empleado en escritos de ciertos autores elementales árabes, probablemente para facilitar la enseñanza, y hasta se llegó a creer por mucho tiempo que en su grafía, había un modo especial de numeración, para lo cual, servían las demás cifras.

En este punto se deben añadir dos observaciones indispensables. En primer lugar, la filiación de las diversas variedades de cifras puede a menudo ser enmascarada por anomalías poco explicables; lo más seguro no obstante, es que cada pueblo modificó las suyas, acercándolas a las formas de los caracteres comunes de su propia caligrafía.

Este hecho resulta muy visible en las representaciones árabes de oriente o común entre griegos bizantinos, y por tanto, las representaciones de los ápices de Boecio, ciertamente sufrieron influencias de éste género. Los Griegos de Hypsiclès, emplearon este mismo tipo de signos en los manuscritos, para reemplazar las órdenes faltantes.

Por otra parte, la división sexagesimal se remonta a Babilonia y aunque en los monumentos muy antiguos hallados de la Mesa de Senkerch no hay ningún rastro de la aparición del cero como tal, parece muy difícil que lo hubieran podido pasar por alto, sin tener en cuenta siempre su presencia.

En resumen, las cifras tal como se estilan hoy, no son las cifras hindúes, ni siquiera los números árabes originales; sus formas son derivadas ciertos prototipos, pero ¿Por cuál mecanismo se fueron modificados?, bueno, aparentemente fue por la fuerza de la evolución étnica y la costumbre, esto como resultado de la única explicación posible, de lo que la ha ocurrido a la evolución de su representación gráfica.

Las cifras que se escriben están compuestas por algoritmos arábigos (1, 2, 3, 4, etc.) ello con el fin de distinguirlos por ejemplo, de los llamados algoritmos romanos (I; II; III; IV; etc.). Si bien los árabes popularizaron esta representación algorítmica, sin duda su origen se remonta a los fenicios o más allá, quienes sin duda los usaban para contar y anotar los registros propios de su contabilidad comercial.

Hoy es reconocido que la lógica que acompañaba este tipo de representación original, obedece al número de ángulos presentes en la cifra, la que da la forma y el valor inicial a cada número.


Nótese como el cero no tiene ángulos.

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Fuente: Mi libro: “UN SENDERO A LONTANANZA”.

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Autor: Daniel García Vanegas

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