ASTROLOGÍA
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“Gracias a la
consolidación del pensamiento, la astrología llega la fase humanista donde se
acude a desarrollar una serie de conocimientos relacionados con la filosofía,
la antropología, la psicología
y demás fuentes del saber, hecho que conduce a revisar la teoría del
comportamiento humano holísticamente”. Dennis Heron.
Para evitar los efectos
secundarios que maraca la correlación entre la incertidumbre y las leyes de
probabilidad, el ser humano debería ‘estar por fuera del sistema global’, es decir,
del entramado del universo, lo cual resulta imposible dado reconocido estado
natural corpóreo donde reposa su soporte de 3D.
Por
cuenta de éste tipo de cuestionamientos, la disciplina astrológica en un
momento dado, comenzó a perder su estatus teórico y académico, ya que decayó en
gran medida la creencia común que aceptaba la astrología[1]
como una disciplina válida y consecuente.
Es
así como en general, la comunidad científica, entra a considerar la estructura de
respaldo como una pseudo-ciencia, al argumentar que sus explicaciones no tienen
mayor significado al momento de describir el funcionamiento del universo. Entre
otras cosas, porque al igual sus intérpretes no pueden presentar una propuesta
suficiente para justificar un mecanismo de acción que sea sólido, de modo que
le haga influir sobre los acontecimientos y/o en el comportamiento de las
personas, visto todo éste panorama a partir de la posición y el movimiento de
estrellas y los planetas, posición que se da para un momento determinado o ante
la revisión de las bases ciertas relacionadas con la biología y la física
reciéntemente revisadas.
La ‘creación de la realidad’ desde la figura del
astrólogo, deberá asumir entonces un papel de guía y utilizar un elaborado
lenguaje de símbolos, imágenes, palabras y sonidos, para lograr transmitir los
conocimientos astrológicos acumulados, de modo que estimulen al observador
desde un nivel interno a revisar los eventos, incluso ante la presencia de
cuestiones puramente materiales.
Si la astrología fuese comparada con el funcionamiento de
una mecanismo, éste sería considerado como un instrumento poco eficiente; y aun
cuando tal vez en un sentido se vea suficiente en cuanto trata de generar la
producción de ciertos elementos que dan pie a un análisis e interpretación de
algunos temas específicos, todavía resulta insuficiente con respecto a la
producción de previsiones anticipatorias que se proponen como parte de su finalidad
primordial.
Al medir solamente el producto final, es decir, el
resultado obtenido a posteriori y
visto en términos generales, resulta de alguna manera satisfactorio en términos
de calidad. La Astrología en sí misma funciona, pero a menudo no está bien
fundamentada, interpretada o aparece escasamente flanqueada por cuenta de la
carencia de otro tipo de informaciones que son necesarias para establecer una
relación consecuente con el contexto global, datos ya sean de tipo
histórico-Personal del sujeto en cuestión, o del entorno, o del uso de los
símbolos arcaicos que no visualizan la definición del impacto de los ciclos
solares de cada temporada tal como son las influencias provenientes de la
partición anual, mensual, diaria u horaria asumidas para su análisis.
Por supuesto, al complementar dicho análisis es posible
aumentar la calidad del diagnóstico, o sea, lograr mejorar el producto final.
No obstante, utilizar otras informaciones no astrológicas, significa añadir a
un paquete de variables de por sí ya consistente, agregando numerosas variables
que acentúan la complejidad propia del proceso de observación y de acercamiento
a un resultado más acertado.
Además, se debe considerar el uso que será dado al
producto final del análisis realizado por parte del sujeto-usuario, ya que de
hecho, cuenta con una serie de efectos imprevisibles o indeterminados que
socavan el escenario del mismo, formando clases o especies de interpretaciones
en detalle, por cuenta de los análisis que se ven como elementos propios del
diagnóstico y el pronóstico y que en general son efectuados por medio de
palabras pobres o vagas que comprometen las posibilidades de acertar.
En un terreno netamente práctico, la astrología debe ser
estudiada, más no utilizada, o mejor dicho, sólo debe ser verificada. Según
algunos autores, en términos de adivinación, existen vías de salida y entre
estas aparece el uso de medios tecnológicos de apoyo, como son los ordenadores
cuánticos y otros métodos complementarios tales como los que proporciona el I
Ching como herramienta tradicional, sistema que no se limita a la predicción
mecánica de futuros eventos, sino que ofrece consejos profundos sobre las
acciones por realizar.
En otras palabras, su disciplina sugiere tanto los
comportamientos como las actitudes a asumir. Según la tradición, se acude a
consultar el I ching, sólo en razón de cuestiones relevantes, atendiendo
únicamente preguntas profundamente meditadas y que deben ser formuladas de
forma tal que no puedan dar lugar a interpretaciones divergentes. Así que
expertos recomiendan que previo a responder, el astrólogo debe convertir las
informaciones astrológicas recaudadas a un formato "I ching", para de
esta forma limitar los efectos interpretativos secundarios que se den por medio
de la medición que restringidamente se realice.
Con razón o no,
existe actualmente un fuerte prejuicio en el mundo contra la astrología, lo
cual es comprensible, ya que su oposición se constituye una definida protección
para cuidar a los crédulos, por demás tontos que en su actuación, quienes se
hayan sometidos bajo una clara influencia del determinismo.
Está claro que
la astrología no es una disciplina netamente científica, ni hace un uso debido
del método científico, aún a pesar de la presión religiosa y la contraposición
de algunas personas en favor de las propuestas de la ciencia, en especial nacidas
durante los siglos XIX y XX, sin embargo se ha logrado mantener la cifra de
adeptos en esta creencia, cuya historia se prolonga desde la antigüedad y aún
permanece vigente.
En éste sentido,
religiones como la católica que a pesar de tener sus propios observatorios son
muy críticas con respecto a la astrología y condenan su práctica o incluso su
creencia, pues ven que sus adeptos se alejan de su influencia, lo que
consideran una pérdida de manejo de sus ‘rebaños’. Esto se debe a que existen
muchas personas medianamente religiosas que a veces no son muy practicantes, quienes
suelen creer a la vez tanto en elementos de la religión como la santería, como
en la astrología sin llegar definir claramente sus preferencias o nadan en dos
aguas.
Como se ha
indicado, el caso de los signos del zodíaco constituye la representación de una
serie de dibujos caprichosos que en un momento dado se diseñaron en el lienzo
del cielo con simples fines orientativos, símbolos que fueron heredados por
cuenta del incesante intercambio cultural que ha permeado las creencias por vía
de la tradición oral, aunque en realidad su diseño básico varía dependiendo de
cada pueblo, latitud y cultura que lo estudie.
Si bien es
cierto que se ha concordado en darle formas determinadas y adjudicarles
supuestos atributos tanto a las constelaciones como a los planetas, sin duda
existen grandes contradicciones de interpretación al ser comparadas entre
diversas culturas, como por ejemplo, el hecho que el planeta Venus sea
considerado en occidente como el portador del amor, mientras para la cultura
maya representaba algo que comporta una manifestación de índole negativa.
También se ha
reconocido que se producen ciertos desajustes debido a los efectos de la
precesión de los equinoccios en muchos casos no tenidos en cuenta o asumidos.
Por ejemplo, la astrología afirma que alguien nacido el 30 de marzo tiene el
Sol a 10° de Aries; mientras que en realidad en esa fecha y durante ésta era,
el Sol se encuentra claramente ubicado entre las estrellas fijas de la
constelación de Piscis. Tal contradicción se origina porque se miden cosas
distintas. En la fecha indicada el Sol ya está en el signo zodiacal de Aries,
mientras las estrellas fijas permaneces en la constelación de Piscis.
En términos de
fechas y calendarios se pueden ver una serie de interpretaciones y posiciones
que la gente del común y los astrólogos menos avezados no tienen claras, por
cuenta de la aplicación tradicional de los signos frente a la real posición de
los astros y por supuesto a la existente ignorancia de las diferencias entre el
calendario sideral, el tropical solar, el solar sideral todo montado sobre un
calendario gregoriano.
Entrado el siglo
XXI en realidad son muchas las divergencias y muy pocas las coincidencias entre
unos y otros, así que para el observador desprevenido una simple visión que le
permite ubicar por ejemplo la fecha doy frente al horóscopo o la fecha de su
nacimiento para tener una posición que le permita ubicar las diferentes
asignaciones que se dan en el curso del
año solar, frente al año sideral y el lunar de trece períodos.
No es la intensión
ni el alcance de ésta aproximación, pontificar al respecto, sino simplemente
entregar una herramienta que sacie la curiosidad de aquellos que hasta ahora
han dado un seguimiento cercano a éste ensayo y que se basa en la compilación
de información proveniente de diferentes fuentes que se han venido citando en
el curso del tránsito emprendido, más de carácter histórico que documental. Así
se plantean las fechas:
FECHAS CALENDÁRICAS- COMPILACIÓN
Por otra parte,
no ha sido posible demostrar plenamente que los astros ejerzan influencia alguna
o específica sobre las personas. La única influencia física comprobada obedece
a que algunos cuerpos ejercen efectos en las personas, sobre todo los astros
más cercanos, ya sea por su atracción gravitatoria, o en razón de los efectos
psíquicos derivados de las creencias personales, ello, sin ejercer una
posibilidad aparente de llegar a dirigir la vida de nadie. Al respecto se
argumenta que la fuerza gravitatoria que despliega por ejemplo la presencia del
médico al momento del parto sobre un recién nacido, resulta unas seis veces
superior a la que pueda ejercer por ésta vía, cualquier planeta en ese preciso
momento.
Además, una
crítica más punzante señala una excesiva vaguedad de las predicciones
astrológicas, ya que por su tipo de formulación permiten ser ajustadas a casi
cualquier persona o evento futuro que ocurra, dada la amplia generalización que
hace la astrología, al encasillar a las personas en doce signos. Por ello
argumentan que por ejemplo, una persona nacida bajo el signo de Leo, será
poderosa y agresiva, lo que sería equivalente a afirmar que los nacidos en
Acuario van a ser pescadores, marineros o submarinistas.
De
todas maneras y a pesar de ello, tal como sucede con el Ave Fénix que emerge de
sus propias cenizas, a finales del siglo XIX, sorprendentemente la astrología
experimenta un nuevo resurgimiento iniciado en Inglaterra. Y aquellos
argumentos que la propagan, ahora contienen un espíritu distinto a los que
motivaron su desarrollo pasado. El principal impulso lo produce el surgimiento
del pensamiento esotérico.
Por ejemplo,
Alan Leo y otros exponentes quienes provienen de la cuna de la sociedad teosófica
y que desde 1875, promueven un esoterismo libre-individualista y evolucionista,
marcan tendencias que representan una perspectiva de tipo humanista que
defiende el hecho que indica que cada persona es la responsable de su propio
destino.
Las predicciones
astrológicas, según ciertos puntos de vista, constituyen una relativa amenaza y
un obstáculo para el observador que está de acuerdo con el grado de desarrollo
mental y emocional que porta cada individuo y en función del grado de
influenciabilidad al que se pueda someter.
Una persona
altamente evolucionada, revisará sus paradigmas y se regirá sus propios astros
y realizará todo lo que a su disposición le dicte la razón, diferente o no, de
aquello que está predicho en el más detallado de los horóscopos, y por lo
tanto, el dictamen que le sea asignado será inexacto, de modo que visto de una
manera desapasionada, carecerá de mayor sentido.
Si alguien
resulta fácil de inducir, pues su estado mental y emocional aparece
subdesarrollado, existe entonces una alta probabilidad de que las predicciones
dadas por sus astros le condicionen casi totalmente, siendo la interpretación
de su horóscopo aparentemente exacta, vista en específico desde el ángulo
preciso de la predicción.
Cuando éste
último evento sucede y la persona acepta los dictámenes del horóscopo, su libre
albedrío es infringido y por ende el observador actuará exclusivamente dentro
de los límites impuestos por los mandatos del horóscopo, dando como resultado
que no hará ningún esfuerzo personal para liberarse de los posibles factores
determinantes que sean diferentes de los indicados en sus presagios.
Resulta motivo
de gracia ver con frecuencia la gente se jacta de aceptar que su horóscopo es
exacto y que todo les ha sucedido de acuerdo con lo que indica el mismo. La
realidad es que ello significa que ellos simplemente son partícipes activos de
la ley de causa y efecto. Empero, aquellos que tienen una vida causal, esto
significa que el individuo conduce sus propios y únicos efectos renovados por
su voluntad, mientras que otros, simplemente viven a partir del efecto, para
éste caso, permanecen considerando que la causa que mueve sus actos es externa
y por tanto, viene en un todo condicionada por los astros, lo que en buen
romance en filosofía se ha llamado: ‘El determinismo’.
Y
más tarde, debido a la influencia del fuerte desarrollo de la psicología
profunda, esto es durante el período sucedido entre las dos guerras mundiales,
ya aparecen los primeros exponentes de una astrología psicológica (Schmitz
y Fankhauser), quienes rápidamente se apartaron del pensamiento determinista
pregonado por la astrología de acontecimientos y pasaron a explorar los
territorios propios de la nueva astrología simbólica.
De
forma paralela, se desarrolla una segunda línea alrededor del nuevo pensamiento
astrológico como se verá más adelante.
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Continuará…
Registro de Propiedad Intelectual DNDA: 10-427-242
Autor: Daniel
García Vanegas
ETIQUETAS:
Astrología, zodiaco, horóscopo, almanaque, calendario, mitología,
retrospectiva, cosmovisión, tiempo, sumerios, tradición, humanidad, historia.
Namasté…
[1] Kassell, Lauren (5 de mayo de 2010). «Stars, spirits, signs: towards a
history of astrology 1100–1800».