“El hombre no es ni una
piedra ni una planta, y no puede justificarse a sí mismo por su mera presencia
en el mundo. El hombre es hombre, sólo por su negación a permanecer pasivo, por
el impulso que lo proyecta el presente hacia el futuro y lo dirige hacía cosas
infundiendo el propósito de dominarlas y darles forma. Para el hombre, existir
significa remodelar la existencia. Vivir, es la simple voluntad de vivir.” Simone De Beauvoir
Si se asume el término bueno o bien, en un sentido
práctico, puede decirse que es aquello objetivo que mueve a voluntad por medio
de ciertas representaciones de la razón y no, a partir de causas subjetivas,
utilizando razones válidas para su realización en cualquier ser racional.
Para que un acto sea moralmente bueno, deben ser
buenos los tres factores fundamentales que lo motivan, ellos son:
1. El sujeto: objeto-contenido, esto es,
tanto lo que se hace, como la materia del acto.
2. El predicado: circunstancias o aquellos
factores y aspectos que determinan y precisan el objeto. Corresponden al quién,
al cuándo, al cómo y al dónde, entre otros.
3. El fin: intención o motivo del acto, esto
es, aquel propósito para el cual se produce el mismo.
Basta con que uno de estos tres factores sea malo,
para hacer que todo el acto en conjunto resulte malo, ya que aún el fin bueno,
no justifica la utilización de medios malos.
Según Kant, si el ser humano dependiera sólo de la
sensibilidad, sus acciones estarían determinadas por impulsos sensibles, si
fuera únicamente racionalidad, entonces serían determinadas solo por la razón.
Pero el ser humano es al mismo tiempo sensibilidad
y razón, y es ésta posibilidad de elección, la que determina la libertad o
libre albedrío y la que hace de él, un ser autónomo.
Los actos son influenciados por la conciencia,
ésta, como parte de cada ser humano y como norma subjetiva, tiende a ser moral,
ya que se apoya tanto en los principios morales inculcados, como en el sentido
moral que le acompaña.
Los principios morales son expresiones de la ley
moral natural, por eso al obrar de alguna manera contraria a la propia moral,
con frecuencia se dice que el observador no se siente bien con lo que hizo,
porque su conciencia le dice que no ha debido hacerlo, lo que en el fondo se
considera, un remordimiento de conciencia.
En general, el individuo procura obrar con
conciencia recta, lo que supone un proceso de auto-reflexión o de consulta a
los demás, para de esta forma ir adquiriendo una conciencia formada y madura.
El problema se plantea entonces cuando el
individuo está bajo la forma de conciencia perpleja o de conciencia dudosa; la
conciencia perpleja supone un conflicto de deberes y se
tiene que inclinar por el que
parece más fuerte o imperioso, mientras que en la conciencia dudosa, se debe
descartar para salir de dudas y luego formar una conciencia moralmente cierta.
En resumen, la moral debe definirse como el código
de buen comportamiento dictado por la experiencia del género humano para servir
como patrón uniforme de la conducta tanto de los individuos, como de los
grupos.
Atenerse a los códigos morales de la sociedad en
que se vive, sería equivalente a mantener una conducta ética.
La existencia de la ley moral, aplica en las
relaciones que establecen los individuos entre sí, aun cuando se pueden
presentar con alguna frecuencia diferencias de criterio.
En un primer nivel, la costumbre evita y resuelve
tales diferencias. En segundo nivel, el derecho y las leyes serán quienes las
regulen y solucionen.
Pero existe un sector de las relaciones humanas,
en el cual, por su carácter, o bien personal, o bien perteneciente a una escala
de valores y creencias, donde ni el derecho, ni la costumbre tienen influencia.
En esta esfera es entonces donde aparece la acción
de la moral. En ella se encuentran una serie de valores y normas, cuyo
cumplimiento o incumplimiento, no conlleva consecuencias físicas, económicas,
ni legales. Es el individuo mismo, su propia apreciación y valoración como ser
humano, quien se ve afectado o beneficiado, del mal o buen proceder moral
aplicado.
El seguimiento o no de la costumbre, la
observación o no de la ley, no hace a la persona más o menos digna, tan solo la
hace más o menos tradicional o más o menos legal.
Un convicto criminal, no es menos persona por
haber violado la ley, sino por haber faltado al precepto moral implícito en la
ley (no matar, no robar), o a la obediencia de la ley establecida como valor
moral.
Entonces, se puede determinar un sector de
comportamiento humano que supera la simple descripción de los hechos o la
explicación por sus causas.
Es un sector donde el comportamiento,
independiente de sus particulares objetivas o concretas, entra en las
dimensiones abstractas de lo bueno y lo malo.
Los valores morales son de orden práctico, pues
miran las acciones del hombre en cuanto proceden de su voluntad y no de la obra
que llevan a cabo. Ellos determinan el valor de la persona humana y son
relativos y cambiantes. Igual, son intrínsecos e instrumentales en el individuo
y pasan a ser extrínsecos, al ser socialmente valorables.
La ética
“Cuida tus Pensamientos porque se volverán
Palabras.
Cuida tus Palabras porque se volverán Actos.
Cuida tus Actos porque se harán Costumbre.
Cuida tus Costumbres porque forjarán tu Carácter.
Cuida tu Carácter porque formará tu destino
Cuida tus Palabras porque se volverán Actos.
Cuida tus Actos porque se harán Costumbre.
Cuida tus Costumbres porque forjarán tu Carácter.
Cuida tu Carácter porque formará tu destino
Y tu Destino será tu vida…”. Mahatma Gandhi
El sentido más antiguo de la ética nace del griego
ethika, y deriva en éthos, “comportamiento o costumbre”.
Éthos, asimismo es el suelo firme, el fundamento de la praxis, la raíz de la
que brotan todos los actos humanos.
Originariamente significaba "morada" o
"lugar donde se habita" y con el tiempo, terminó por señalar el tipo
de "carácter" o el "modo de ser" que se obtiene mediante la
fuerza del hábito y no, por naturaleza.
Dicho hábito sea, peculiar o adquirido de la
persona, nace "por repetición de actos iguales”, en otras palabras, los
hábitos son el principio intrínseco de los actos, aquellos con que se acuña el
alma.
La ética sin embargo, no prescribe ninguna norma o
conducta ni manda o sugiere directamente qué se debe hacer.
Su cometido, aunque pertenece al ámbito de la
praxis, es mediato, no inmediato, y consiste en aclarar qué es lo moral, cómo
se fundamenta racionalmente una moral y cómo ha de ser aplicada la misma
posteriormente, a los distintos ámbitos de la vida social.
El venezolano Joaquín Trincado, en su libro: “Filosofía Austera Racional” define la
ética, como: “La rama de las ciencias
filosóficas que investiga las leyes de la conducta humana, para formular las
reglas que convienen al máximo grado de la evolución psicológica y social del
hombre”.
El objetivo que le corresponde a la ética en
cuanto a disciplina filosófica, es esclarecer, reflexionar y fundamentar la
moral como experiencia humana, en búsqueda de la profunda realización del Ser.
Estudia concretamente, qué actos son:
"buenos" o "malos", "correctos" o
"incorrectos", "justos" o "injustos". En general,
la ética estudia el bien, entendiendo éste, como aquello que perfecciona la
naturaleza.
La ética es una reflexión sobre el hecho moral que
busca las razones que justifican que se utilice un sistema moral u otro, e
incluso que se aconseje.
Por lo tanto, se podría definir la ética como
aquella parte de la filosofía que ha de dar cuenta del fenómeno moral en
general que trata de la moral y de las obligaciones que rigen el comportamiento
del ser humano en medio de la sociedad.
Aristóteles dio la primera versión sistemática de
la ética que dice que: “Es el compromiso
efectivo del ser humano que lo debe llevar a su perfeccionamiento personal”.
Es el compromiso que se adquiere consigo mismo de
ser siempre más y mejor persona. Se refiere a una decisión interna y libre del
individuo que en sí no representa una simple aceptación de lo que otros piensan,
dicen o hacen.
Aunque toda división es de alguna manera
arbitraria, si es lo suficientemente práctica como para hacer comprender toda
la gama de dilemas que son objeto de la reflexión filosófica de la ética,
resulta aceptable.
Los contenidos de la ética, se dividen en tres
grandes ramas:
1. Ética Fundamental que se preocupa de las
condiciones epistemológicas que debe considerar la reflexión sobre los
principios y las teorías en las que se basan los juicios morales. Ella pone en
evidencia las distintas concepciones antropológicas y cosmológicas que subyacen
a las teorías éticas. Teniendo en cuenta la reflexión de los
"fundamentos", es la ética que con su metodología reflexiva y
racional propia, anima a que los seres humanos pongan en práctica lo recto, en
las circunstancias concretas de su vida.
2. Ética de la Persona: que se preocupa de
los dilemas éticos que se suscitan en el ser humano cuando, como individuo, es
puesto en relación con sus semejantes. Comprende entre sus ramas fundamentales,
a la Bioética que a su vez comprende a la ética bio-sanitaria, a la psico-ética
y a la ética sexual, considerada la ética de las relaciones interpersonales
familiares, amistosas y la ética que corresponde a la relación de los pequeños
grupos humanos llámese del barrio o el vecindario, entre otras.
3. Ética Socio-Política: que ocupa de
aquellos dilemas suscitados en ámbitos que trascienden a las relaciones
interpersonales y tienen lugar en la sociedad o en las instituciones, aun
considerando que en principio la ética es de carácter personal. En esta última
confluyen, la ética de la dinámica política, la ética de los sistemas
económicos, de las relaciones laborales o comerciales, la ética de los medios
de comunicación, ética de masas, etc.
Los Problemas de la Ética
La existencia de las normas morales siempre ha
afectado a la persona, ya que desde la primera infancia se capta por diversos
medios la existencia de dichas normas, y de hecho, siempre se resulta afectado
por ellas, sea en forma de consejo, de orden o en otros casos como una marcada
obligación o prohibición; más eso sí, siempre establecidas con el fin de
orientar e incluso determinar la conducta humana.
Puesto que las normas morales existen en la
conciencia de cada quien, esto provoca que existan diferentes puntos de vista y
por ende, se suscitan problemas en el momento de considerar las diferentes
respuestas existenciales que ejercen las personas frente a ellas.
Algunos de estos problemas se mencionan a
continuación.
El Problema de la Obligación Moral, está
íntimamente ligado con el tema de los valores ya que normalmente se dice que lo
que se hace por obligación, es impuesto y pierde todo mérito, en cambio, cuando
el acto se realiza por propio convencimiento, éste adquiere valor moral.
Con esto se da a entender que la obligación moral
le quita al individuo la única posibilidad de ser autónomo, al no actuar de
acuerdo con su propia moralidad y con su propio criterio. Pero hay que aclarar
también que una cosa es la obligación entendida como coerción externa y otra
como la obligación basada en la presión interna que ejercen los valores
imbuidos en la conciencia de una persona.
La entendida como coerción externa, es como una
obligación, y fomentar su uso para favorecer la coexistencia social, puede
crear en los individuos una falsa moral o el mal uso de esta, al favorecer más
en beneficio propio que el de la sociedad. En cambio la moral la basada en los
valores internos, obedece exclusivamente al propio criterio del observador.
De ahí la importancia de inculcar ciertos valores
morales y de ética, como principios de vida, fomentando de este modo el
carácter humanitario y cooperativo hacia los otros y por ende, hacia la
sociedad. La condición de la denominada Libertad Humana, no es del todo real,
ya que todo individuo está de cierta forma condicionado por una sociedad en la
cual toda persona actúa bajo una presión social, cultural o laboral.
De todas formas, considerando que la ética y la
moral, permiten conservar el valor de la conciencia en sí misma, lo que permite
al observador, actuar con base a un criterio propio. El problema de fondo
radica en la incompatibilidad de la libertad humana, frente a las normas
morales, o sea en el conflicto que presenta el ser, con el deber de ser.
En términos prácticos, se puede aceptar que la
ética es la disciplina que se ocupa de la moral, de los asuntos que competen a
los actos humanos exclusivamente, y que los califica como buenos o malos, a
condición de que ellos en todo caso sean libres, voluntarios y conscientes. Igual,
puede entenderse cómo el cumplimiento del deber, es relacionarse adecuadamente
con lo que se debe o no se debe hacer. Tal como se indicó, la ética busca la
perfección de las personas, estudia de modo más concreto, qué actos son
"correctos" o "incorrectos", "justos" o
"injustos", o en líneas generales, cuáles son: "buenos" o
"malos".
La ética estudia el bien, entendiendo por bien,
aquello que perfecciona la naturaleza. La ética pretende la realización de la
persona humana mediante los valores. Asimismo, no sería equivocado, de manera
alguna, interpretar el concepto de ética, como la real moralidad de la
conciencia.
En resumen, la Ética tiene por objeto formal
"la valoración de la actividad del
hombre, en su carácter más humano".
Por consiguiente y en el fondo, trata de definir
cuál es la actividad propiamente humana, su valoración específica y muestra las
otras propiedades y consecuencias que concurren en la acción humana. Como rama
de la filosofía, le interesa el estudio de la esencia de los actos humanos,
donde con su praxis, trata de esclarecer cuáles son las características propias
de todo acto humano. Una de ellas, es la libertad, pues sin ella no hay acto
humano sino acto individual y la condición indispensable de un valor moral, es
el acto humano libre, es decir, un acto ejecutado por iniciativa propia. Otro
aspecto fundamental que ha estado conectado con la ética desde los tiempos de
Aristóteles, es el tema de la felicidad.
La felicidad en éste caso particular, puede
definirse como la actualizac
Posición que comparte la ética emersoniana citada
por José Ingenieros (1951) que dice así:
"... el
mal no existe en el mundo como entidad positiva sino como una ausencia del
bien. Lo que suele llamarse mal sería un simple no bien o menos bien; la maldad
humana sería una incapacidad para la virtud,... una ausencia de la gracia
natural... La gracia natural puede adquirirse y desarrollarse para el hombre,
siendo el mismo una parte de la divinidad, lleva en sí la capacidad para el
bien, una partícula de gracia capaz de florecer..."
Fuente: Mi libro: “UN SENDERO A LONTANANZA”.
Registro de Propiedad
Intelectual DNDA: 10-427-242
Autor: Daniel García Vanegas.
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Imagen obtenida de: https://medium.com/better-humans/abfe8990c3f2
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