miércoles, 22 de octubre de 2014

EL EGO (II)

“El jade necesita ser tallado para ser una gema”. Proverbio chino.

El Ego humano, es el ser individual o punto de la identidad que acepta a la conciencia, ya que en general su presencia, es asimilada con el alma. Llámese entonces, punto de conciencia o identidad del Yo.

Algunas creencias, lo asocian con la mente carnal que dispone de voluntad propia y que forma parte activa del intelecto humano, proporcionador de autoconocimiento y exento de la naturaleza animal del hombre.

Es la mente la encargada de conectar la idea con el mundo exterior, para volver realidad el presente. Sin embargo, muchas veces es el ego, en especial cuando él está en control de la mente, el que se apodera de la idea, dejando a un lado la intervención del Ser.

En ese nivel del ego, existen cosas y explicaciones producto de los hábitos, tales como la incertidumbre, la perplejidad y las preferencias, debido a que el observador no considera ser lo suficientemente potente o responsable, como para ser el creador de su propia realidad y delega la responsabilidad de serlo a un supuesto ser superior nominal.

Lo imaginado, considerando que así cumple con su papel. general, la personalidad vive en medio de la oscuridad, porque difícilmente se pone en contacto con la luz proveniente del Espíritu o Mente Suprema Consciente o el ‘Yo Soy’ y que dada esta razón, en su ambular se confunde ante los caminos a seguir, ya que por cuenta de su discernimiento, cae casi siempre en un orden caótico, pues piensa de manera incompleta y por ende, actúa mal, todo, porque elige erróneamente, o se aferra a la materia dándole un poder inusitado, o porque coloca toda la atención por fuera de sí misma, provocando entonces enfermedades, accidentes, confusión , locura y muerte.

El Ego sólo actúa en estado de vigilia, esto es, cuando se está despierto, pues el subconsciente toma posesión del ser cuando entra en estados de adormecimiento. Vale aclarar que mientras se duerme únicamente opera la mente egotista, subconsciente o alma.

Para otros, es el interpretador del Yo carnal, dotado de personalidad en la tercera dimensión, el cual, se manifiesta por medio de los conceptos enseñados por los padres, la cultura, la sociedad y la religión. Es el reflejo latente de la expresión de la actitud general heredada, la misma que toma el individuo en su diario vivir y que se basa en la adaptación de una serie de creencias sean propias o ajenas

Pero sólo a medida que se observa la vida y se comienza a ver el vínculo entre los pensamientos y las experiencias, es posible convertir al pensador en un Ser, con deliberación intencional.

El ego, en su lucha por la individualidad, opone resistencia, se separa del espíritu y genera dramas personales y en ciertos casos, actúa de forma voluntariosa.

Seducido el hombre por sus deseos, emociones y ego, se convierte en esclavo de convencionales exigencias corporales, de lujo, poder y religión, desequilibrando la vida con excusas psicológicas. Es entonces cuando comienza el reino de la miseria y la confusión.
El ejemplo crucial de la mala actuación del Ego, se acredita a Lucifer, Ser que obtuvo el rango de arcángel y cayó de su estado de gracia por ambición, orgullo ególatra y desobediencia a las leyes de Dios.

Lo que mal sucede resulta de cuando el Ego está es muy crecido, allí, se nubla la capacidad de acercamiento a la Conciencia Eterna y es entonces cuando el alma pierde su rol de observadora al confundirse con el Ego, pasando a creer categóricamente que aquello que ve afuera de la ventana, es lo único real.

Casi todos los grandes maestros hablan al respecto y muchos sostienen que para educarlo hay que someterlo. Parece que controlarlo es suficiente, pues casi que no hay ni que tocarlo, aunque si tenerlo en cuenta y vigilarlo de cerca, es más, por medio de un adecuado discernimiento, es posible convertirlo en un invaluable aliado del Ser.

El ego es lo que es y aquello que en realidad no es, depende de la actuación del observador, resulta ser algo así como lo que se aprecia como el aroma de las plantas o el sonido del corazón, aparecen y desaparecen a cada instante haciendo un sonido diferente, si, algo así es el ego.

No se puede partir del hecho de considerarlo como una ilusión, si bien es un producto de la mente, no se puede siquiera decir o afirmar que no existe, él es holograma, es imagen, es proyección, está presente en la mente y es allí donde ha reinado, así que sería iluso afirmar que no es, o que es nada, pues al final: ‘La nada, nada es’ una vez el observador ha logrado establecer una conexión con el ser consciente o conciencia eterna, el Ego ya no sabe dónde meterse. Por eso, no se recomienda luchar con él, sino por lo contrario llevarlo a ser parte activa de la denominada: ‘Pura Conciencia Creadora’.

Ser que se conecta con el Espíritu o Yo Soy de la séptima dimensión, cuenta con el saber y la luz suficientes para comprender quién es en verdad y así, logra acelerar su frecuencia vibratoria, evento que le facilita ascender hasta los planos superiores de consciencia.

El libre albedrio, es el don divino dado por el principio único de la existencia, para entrar a decidir y a centrar la atención ya sea en los campos de la materia o del espiritualmente subconsciente, es tomada como el alma vigente en la quinta dimensión, en ella se guardan todos los conceptos y creencias provenientes de la experiencia ganada en esta vida y en vidas pasadas, allí, se guardan los votos y compromisos adquiridos con gran poder en vidas anteriores y entre esos votos pueden existir, la castidad, la pobreza, el aislamiento, la muerte. Si conscientemente no se revisan éste tipo de votos y compromisos, difícilmente se podrá salir del reino de sus opuestos como son: la pobreza, la soledad y la muerte.

Los opuestos marcan cada extremo del comportamiento humano y genera la dualidad, pues cada comportamiento terminal conlleva sus propias características. El frío entume, el calor sofoca, la soledad aísla, la multitud agobia, la pobreza lastima, la riqueza enceguece, el fracaso duele, la fama trastorna, la enfermedad mata, los defectos y los errores producen juicios y ansias de revancha, aún lo perfecto, produce envidia, celos y pasiones.

Si se está quieto hay desesperación, si se está inquieto aparece la zozobra, cuando se margina hay tristeza, ante la adulación se cede, si se está lejos se extraña y añora, si se está cerca se pelea y enfada. Siempre hay un inconformismo latente.

La sombra y la oscuridad aterran, mientras la luz y la sabiduría deslumbran y hasta se ven inalcanzables.

El individuo se defiende del todo y de manera constante, pues siempre hay una aparente insatisfacción y aun cuando no se ha venido a colmar las ansias, tampoco se sabe cómo ser felices. Sin embargo, se debe apreciar que en esta etapa de la evolución, el observador no ha venido a triunfar ni a fracasar, sólo a experimentar. La facultad de ser creador, mira la dualidad, los opuestos y los complementos, todo en una misma historia que hace creer que realmente se desempeña el papel que se interpreta y de hecho, cada uno se lo cree sin siquiera entrar a cuestionar el trasfondo de su actuación.

Cada ilusión hace pensar en forma dual, mientras el ego engaña, creando una ilusión distorsionada que enfrenta los extremos y en consecuencia los conduce a propiciar conflictos.

El actor ha venido encontrar su divinidad interna de creador, esta vez, ubicado en la tercera dimensión y concentrado en el ahora, esto resulta ser de por sí, lo más interesante y retador. El desafío está en el proceso de la evolución del trabajo necesario para descubrir y hacer frente al despertar interno.

Despertar, es armonizar esas partes en conflicto e integrarlas, más no necesariamente como buenas, ni como malas, ya que ellas son sólo parte de lo que son. Ningún hombre vive exclusivamente para sí, puesto que toda cosa viviente, está unida con lazos indisolubles a todas las demás cosas vivientes.

El hombre, debe estudiarse a sí mismo y una vez lo haya hecho suficientemente bien, lo siguiente que debe hacer, es repasar lo estudiado sobre sí mismo, una y otra vez sin descanso.

Aquel que felizmente conoce su ego inferior, conoce el reflejo ilusorio del mundo y reconoce entonces que todas las cosas son transitorias; mientras que quien conoce a su ‘Yo Superior’, conoce el principio único de la existencia eterna y así, llega a saber todo aquello que nunca cambia.

La sabiduría y la iluminación consisten en que nada deslumbre, ni aterre, espante o inquiete al observador desprevenido.

El conocimiento de lo exterior, es un vivo, aunque parcial reflejo de lo grabado en el mar interior de la consciencia individual. En la medida en que la evolución progresa, el ego tiene la facultad de establecer más y más formas de pensamiento concretas Entonces, se esfuman para siempre las contracorrientes del ego y la retribución no se hace esperar.

Sin embargo, siempre se debe recordar que el ego habla mucho y calla poco, por lo tanto conscientemente se debe silenciar. Producto del cúmulo de tales pensamientos, se crea el fortín de operación del ego.

Corresponde entonces ir más allá del pensamiento por medio de la observación, esto es, se debe asumir activamente el papel del testigo que mira desde afuera el acaecer. Por lo tanto, simplemente se trata de observar los pensamientos, sin entrar a juzgarlos, sin condenarlos o sin darles mayor importancia, eso sí, asumiéndolos con un total desapego y dejando que fluyan sobre los registros archivados en la mente, no sólo la actual, sino la genética.

El egoísmo trae peores consecuencias kármicas a partir del consumo innecesario de energía, la búsqueda sólo de placer u otras cosas que se relacionan con el interés del ego, del ego puro.

No puedes guiar el viento, pero si es posible cambiar la dirección de las velas. Proverbio chino.


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Fuente: Mi libro: “UN SENDERO A LONTANANZA”.
Registro de Propiedad Intelectual DNDA: 10-427-242
Autor: Daniel García Vanegas.
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