EL
EGO (V)
“Como la
vista es al cuerpo, la razón es al alma”. Aristóteles.
Las escrituras
vertidas en el Bhagavad Gita, que
revelan que el significado más profundo del principio activo de la existencia,
corresponde al Espíritu Supremo Reconocen que para cada uno resulta
extremadamente difícil percibir el alma dentro del corazón etéreo, aun haciendo
uso de una aguda discriminación y/o utilizando toda la potencia de atención
focalizada disponible, puesto que el subdesarrollo mental que se asimila con la
impureza del pensamiento, no permite percibir la presencia de la potencia
infinitesimal, aunque se realice un gran esfuerzo.
Y continúa
argumentando, que sólo quienes perciban la inteligencia espiritual, logran la
percepción de lo eterno y encuentran la diferencia con lo transitorio. Para
ello es necesario que esté liberada de las formas duales.
A eso se refería Buda Gautama al hablar de la iluminación, cuando dice
que hay que suprimir el deseo, proceder al vaciamiento de ideas y liberar el
alma, pues solo aquellos que renuncien a los sistemas de creencias, pueden
alcanzar la Divinidad.
El Gita habla del vacío y del silencio, ello, es la iluminación de la
divinidad interna en su aquí y ahora, establecida en un eterno presente. El
Ser de luz ha olvidado quién es en realidad y ha adoptado una nueva identidad
que no se corresponde con la realidad, lo que deja siempre una sensación de
vacío interior. Para poder llenar la sensación que falta algo, se intenta
adornar la identidad que se ha tomado para que parezca más llamativa y valiosa
y en esa acción interviene el ego.
Muchas
veces se sueña con ese tipo de persona que se pretende ser y se imagina la
forma de ser que gustaría tener. El mundo personal y social permanece lleno de
"deberías", "no deberías", de "tendrías" y
"no tendrías"...
Tales exigencias tienen sentido cuando el individuo se contempla a sí mismo como defectuoso e incompleto, aun cuando no tiene sentido cuando comprende que lo que está más allá de la identidad aparente, es una esencia llena de inteligencia, creatividad y armonía, y que por su propia naturaleza, ya es perfecta y completa.
Por tanto, el entrenamiento que verdaderamente ofrece resultados no es el que ayuda a mejorar la falsa identidad, sino aquél que trasciende esa identidad para reencontrar quién se es realidad. Lo que se necesita, es descubrir qué significa la palabra: YO SOY”.
Esto no significa no tener ideas políticas o que no se tenga dinero o
comodidad; ¿cómo se puede sin recursos dedicarse a la iluminación? Se necesita
comer, pagar los servicios, acceder a libros. No se puede negar la existencia
del cuerpo, el ego, la materia, ni el mundo, pero sí se debe entender que los
conceptos y pensamientos son efímeros, y que cada uno define el mundo, tal como
cada uno es y que en verdad, nada de lo definido es 100% real, puesto que el
lenguaje de por sí, ya limita las cosas.
Al admitir que el ego en su despliegue de soberbia hace vivir al
individuo sumiso y sometido a su impotencia, se debe reconocer que hay un poder
superior que siempre acompaña al ego que es su divinidad interior y que ella se
encuentra dentro de cada uno, por tanto, es posible concluir que el
reconocimiento de dicha presencia, propiciará el regreso del hombre a su sano
juicio.
Cuando se esté
libre del falso ego, de la ilusión o de asociaciones degradantes, entonces se
podrá reconocer la presencia del alma, pues indica, que aquellos imbuidos en la
naturaleza material como resultado de la dominación del cuerpo, no pueden
percibir la potencia infinitesimal eterna y que sólo aquellos iluminados por el
ojo de la sabiduría, están en capacidad de tener acceso a dicho estado.
Así, únicamente
con la cesación de los apegos ilusorios, con entusiasmo por lograr los alcances
espirituales y una vez libres de las cadenas del deseo y de la ignorancia, esto
es, sobrepasando la concepción dualista del placer y el dolor o de la felicidad
e infelicidad, se llega al lugar sin retorno, allí donde el proceso perceptivo
emana, gracias a la asociación eterna con el ser supremo.
El tiempo y la
mente son inseparables, así que al aislar el tiempo de la mente, esta se
detendrá, a menos que se escoja usarla.
El ego,
identificado con la mente permanece atrapado en el tiempo, debido a la
compulsión de vivir casi exclusivamente a través de la memoria y del instinto
de anticipación, lo cual genera una ocupación interminable frente al pasado y
una preocupación latente ante el futuro, creando en consecuencia una negativa a
reconocer y a honrar el presente.
La compulsión
surge porque el pasado da la identidad y el futuro contiene promesas de
realización en innumerables formas. En la práctica, ambas situaciones son
ilusiones. Mientras tanto, en ningún
momento se debe olvidar al ‘Ego’; ese descomunal tropiezo invisible que se
atraviesa en el camino de la realización, junto con la porción de la mente
consciente que lo mueve, mecanismos que se han venido entrenando
incansablemente durante toda la vida, para interponerse entre el Ser y el
Ahora.
Es por medio de
la interferencia, como ellos logran tomar el control de la acción.
Se trata de
fuerzas que se contraponen, pues mientras la mente se ocupa de fantasear o de
distraerse, el ‘Yo Interno’, intenta concentrarse, convirtiendo dicha
interacción, en un permanente juego de nunca acabar.
Todas las
distracciones, son intentos del ego y de la mente por conservar el dominio del
devenir de los sucesos, puesto que la mente se rehúsa a renunciar a su dominio,
manejo y autoridad, mientras el ego, pretende seguir alimentando su inmensa
vanidad y lo hace en todo momento.
Por su parte, el
lenguaje del corazón se compone por formas, sentimientos, colores y sonidos. Es
por ello que al abrir el corazón se es capaz de percibir y recibir
transmisiones de información pura y cristalina, las mismas que expandirán la
consciencia más allá de las limitaciones propias de la mente y el ego intenta
hacer conexión con los reinos superiores, pero aún sin la madurez necesaria.
Elementos como: depresión, confusión, insanidad, fanatismo, preocupación,
destrucción, todos producen la sensación de una realidad separada, o de falta
de propósito, e inclusive se llega hasta los miedos, entre ellos se considera
la muerte.
En la Tierra se
avanza en el aprendizaje enfrentando la negatividad y si se acepta éste hecho,
el ego se desmorona. Entender que la fuerza dual asciende y se organiza en el
ego o con algún principio mental asociado con el hemisferio izquierdo del
cerebro que identifica a cada hombre, entonces, el tercer chacra, está en
capacidad de materializar el funcionamiento del ego humano, coordinando
energéticamente los procesos de nutrición y asimilación de alimentos físicos,
proceso que determina la forma física individual y paralelamente, define la
organización de las energías psíquicas que constituirán la mente egótica
individual, albergada en el cuerpo físico.
Las glándulas
denominadas: Para-ganglios supra-cardiacos asociadas con el timo, marcan que la
apertura de este centro, es directamente correlativa a la merma o disminución
de la fuerza del ego, pues el timo, es el centro a través del cual se ama y a
través del cual, fluye la energía de toda conexión con cualquier forma de vida.
Allí, la
conciencia del ego se expande, ondula y unifica, por medio del principio
vibracional-espiritual. Asegurarse que las intenciones no provienen del ego y
que la intención es como una flecha en el aire, nada la puede desviar, así que
se debe apuntar con cuidado. La energía universal respalda la intención, la
cual, es la base de toda manifestación.
La vida, cada
uno muestra diferentes imágenes egóticas, algunos autores identifican e invitan
a reflexionar sobre algunas caras comunes del tipo de ego, que ayudan a
identificar cual es aquel papel asumido en cierto momento:
ü De autenticidad. No quiere ser del montón,
se aburre con la normalidad y busca la belleza pura, sin embargo, todo parece
ordinario. Ante los otros, proyecta una imagen de ser únicos y especiales, para
evitar que se puedan descubrir sus deficiencias. Sensible, individualista,
idealista, temperamental y con un alto componente creativo.
ü De colaboración. Dispuesto a ayudar,
quiere ser querido y tiene miedo a mostrar sus propias necesidades, se muestra
por tanto servicial y dispuesto a echar una mano a quien le haga falta. Se
preocupa por los demás, generoso, demostrativo, complaciente y muy cariñoso.
ü De fuerza. Con miedo a sentirse
vulnerable, niega la propia debilidad, para mantener la imagen de fortaleza.
Carismático, retador, vitalista, sincero, protector, voluntarioso, amante de
las grandes hazañas y de grandes retos.
ü De iniciativa. Con miedo a fracasar que se
adapta como un camaleón a cualquier circunstancia con tal de mantener su imagen
de éxito. Con personalidad ambiciosa, ganadora, rápida, pragmática, entusiasta.
Mantiene una elevada consciencia de imagen.
ü De lealtad. Con miedo a transgredir,
mantiene una imagen de obediente, y proyecta en otros lo que no puede admitir
de sí mismo. Preocupado, responsable, comprometido y con un alto sentido de la
obligación. Verifica siempre diferentes alternativas.
ü De Perfección. Corresponde a momentos que
con ira, se tiene miedo a mostrarla, entonces se muestra una cara diferente de
lo que realmente se siente, es decir, aunque se puede estar verdaderamente
incómodo, se muestra una imagen agradable. Se trata de personas correctas,
precisas, educadas, con unos sólidos principios morales y con un alto nivel de
auto-exigencia.
ü De positivismo. Con miedo a sufrir, así
que evita el dolor racionalizándolo, manteniendo la imagen de eterno optimista.
Osado, alegre, práctico, espontáneo, versátil y con una gran capacidad de
entusiasmarse con todo lo que suponga un nuevo proyecto.
ü De preparación. Con miedo al vacío si se
aísla del resto, se protege con una imagen de sabio pensador. Distante,
intelectual, tranquilo, objetivo y poco sensible a las emociones. Tiene una
constante necesidad de aprender, de comprender y de averiguar todo.
ü De tranquilidad. Con miedo a entrar en
conflicto de modo que adopta un comportamiento al margen, pasivo, para mantener
su imagen de persona de paz. Conciliador, indolente, modesto, satisfecho,
complaciente que siempre crea armonía y mantienen la paz.
“El ego, ese motor del ente hílico que en uso
de sus artes de seducción y vestido con sus mejores galas, se presenta como el
más fiel amigo del hombre, puede llegar convertirse en el peor enemigo de la
trascendencia del Ser, misión a cargo de la Pneuma o espíritu, y que en el caso
que la psique o alma, no inyecte en forma suficiente y oportuna las dosis de
humildad necesarias para corregir la inmensa corriente generada por la
ponzoñosa vanidad propia del primero, se produce una pérdida de reconocimiento
del Ser interior”. Dennis Hebron.
Ahora bien, no
se debe dejar de lado, que el funcionamiento del Ser involucra permanentemente
al ego, elemento siempre presente en el accionar del ente, el cual pretende
determinar lo que el ser debe hacer, cómo se debe hacer y por ello lucha
incansablemente, buscando figurar, ser el protagonista y mantener el control.
La mente a su vez, indica lo que hay que hacer y especialmente se refugia en
recordar los elementos que considera influyentes; mientras los nervios,
aquellos que permiten actuar, también participan activamente, dictando las
emociones, así algunas de ellas resulten nocivas como son por ejemplo: la autocrítica,
la duda y la pérdida de confianza, entre tantas otras.
Cuando los tres
impulsos hablan al tiempo, esto es, el ego, la mente y los nervios, y en
especial cuando hay contradicción entre ellos, parece entonces que hablara una
confusa multitud, así que resulta necesario hacerlos callar, porque entre todos
o alguno de ellos, dañan la armonía y por tanto, se interponen obstáculos en la
correcta ejecución de la decisión escogida hacia la acción conveniente. Como
resultado de la existencia de esta separación, no se percibe la unidad y por
tanto, el individuo debe aprender cuando el sentido de la unidad se aleja y
entonces, debe propugnar con toda su capacidad y a cualquier costo, encontrarla
de nuevo.
Parte de la
solución es prometerse que no se luchará contra sí mismo, pues armónicamente se
deben resistir las influencias del ego, de la mente y de los nervios utilizando
una alta dosis de paciencia, sin pelear, ni oponerse, para lograr acceder el
poder de la inteligencia más elevada. Se debe recordar que mientras más se esté
dedicado a la lucha, más profunda resulta la desunión.
El
distanciamiento no es propiamente tener indiferencia o pasividad, es alejarse
para desde afuera, desarticular el ego, centrándose en activar el ‘Yo Interno’,
y rindiéndose ante él sin temores, sin pretender ejercer el control y evitando
emitir juicios perniciosos. Distanciamiento, es entonces, tener una o varias
visiones panorámicas de lo mismo, sea desde afuera, desde lo alto, desde lejos,
desde cerca, desde adentro y desde cualquier otro ángulo que le sea posible
acceder.
“Todo momento
es frágil y huidizo. Por hermosos que sean, no pueden conservarse los momentos
del pasado. Por gozosos que sean, no pueden guardarse los momentos del
presente. Por deseables que sean, no pueden atraparse los momentos del futuro.
Pero la mente se desespera por fijar el río en un solo lugar, poseída por las
ideas del pasado o preocupada por las imágenes del futuro, mientras que pasa
por alto la simple verdad del ahora. Quien pueda disolver el tiempo en su
mente, descubrirá de repente el Tao a sus pies, y tendrá la claridad a la
mano”. Lao
Tsé.
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Fuente: Mi libro: “UN SENDERO A
LONTANANZA”.
Registro de Propiedad
Intelectual DNDA:
10-427-242
Autor: Daniel
García Vanegas.
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