EL
EGO (IV)
El ego resulta proclive al
envanecimiento y la soberbia, producto de lo que se haya alcanzado, olvidando
en muchos casos sus propias limitaciones y las consecuencias que se derivan de
ciertos actos.
La gran humillación del personaje, es la
vergüenza pública que surja por causa de ciertas muestras de debilidad o por la
pérdida del dominio que aparenten o logren socavar su malentendido orgullo.
El Ego
no es más que las ideas que cada uno ha generado de sí mismo, enmarcadas en el
entorno que lo rodea y de la memoria que lo acompaña. Su accionar está
especialmente fundamentado en una serie de condicionamientos, pues el ego
nombra, juzga y sobretodo, crea una zona de comodidad desde la cual el
individuo se mueve.
¡Esto
último de ninguna manera es malo!
Pensar
en la forma como resultaría el mundo sin ser definido, al no existir ninguna
medida de comparación, por ejemplo del día y la noche, se concluye que se han asignado nombres a los
diferentes estadios por los que el observador transita en el tiempo, espacio,
energía, movimiento y que todo ello obedece a una explicación social. La forma,
el color o el sonido de una nota, son nombres asignados que denotan y
condicionan ciertas propiedades.
El
hombre bautizó o nombró todos los animales, plantas, objetos, emociones y
sentimientos, hasta tal punto que lo hizo en diferentes idiomas y lo manifiesta
con diversos signos. Así que gracias a que se nombran las cosas, es posible
ubicarlas y definir miles o millones de características que les son relativas.
Sin
embargo, el problema del ego es que al crear inconscientemente por efecto del
instinto, la razón y la intuición tales categorías, el pensamiento deriva en
cosas intangibles, como el amor, las ideas políticas, el éxito y todo el
universo metafísico.
El ego
con la ayuda de la contextualización social, ha creado todos los conceptos y
condicionamientos, en principio básicos para sobrevivir y a través de la
experiencia establece ya sea una trinchera o una zona de confort dentro del
modelo del hábitat que lo rodea y la época que le corresponde, con base en las
propias vivencias, es decir, sustentado en las ideas asumidas por cuenta de la
influencia de los padres, maestros, amigos, gobierno y las demás que el medio y
la cultura le hayan implantado.
Sólo
sucede que a veces, ciertas mentes despiertas descubren que fueron educados con
conceptos condicionados, errados, acomodados o mentirosos, las mismas que sin
darse cuenta, hasta motivan reacciones adversas; entonces en uso de la
oposición, dichas mentes adoptan otras creencias en manifestación de actos de
rebeldía; se podrían citar cientos de ejemplos de carácter social, religioso o
político.
En ese
proceso se cambia una mentira por otra, sin buscar armonizar con desapego el
pensar con el sentir, o la razón con la emoción, pues en general se acostumbra
a tener un concepto o una creencia que limita la potencialidad de la vida. El
individuo exige que el mundo reaccione tal como el piensa; se ofende porque
alguien presente otra posibilidad opuesta a la configuración mental establecida
en su exclusiva trinchera de la realidad y allí, aparece el miedo de ser vulnerable.
Todo
esto conduce hacia otra aterradora verdad, tener que asumir que es impotente o
inútil. Se pretende que el poder
personal depende de lo externo, ya sea de una posición, de una persona, de una
adicción, de un amuleto o de un dios, mientras se permanece esperando a ver si
por azar se cumplen los más íntimos deseos.
Tanto
las religiones institucionalizadas, como todas las filosofías políticas, o las
falsas ideas de "amor" que venden las telenovelas y Hollywood; en el
fondo subliminalmente dicen: "Eres impotente, no sirves para nada sin la
ayuda de algo externo o tu realización está en el consumo".
Craso
error, la respuesta obviamente está en el interior del Ser, en la propia
voluntad. En éste caso se habla, no de quien se cree que se es, no del ego, ni
de ciertos conceptos que dicen lo que se pretende ser; no del título, ni de la
profesión, la ocupación o el oficio, no de la afiliación política o religiosa
de la creencia, sino en fin, de cuestionar
de algún modo la conceptualización asumida.
El
individuo no es lo que dice ser, el Ser, ‘no es nada que pueda ser nombrado’ Se
es mucho más que eso y cuando en realidad se descubre el Ser Interior, el
Soberano Integral, ya no se necesita de
recurrir a ídolos, íconos o dioses externos que resuelvan los caprichos, pues
ya se tiene la fuerza y la potencia para hacer que las cosas sucedan. No es
sencillo, pero algún día se debe empezar el camino del reconocimiento.
Al
momento de definir algo, eso queda limitado y se le quita su chispa divina.
Aparentemente son los conceptos y las creencias los que permiten cumplir los
objetivos. Más cuando se renuncia a esos conceptos, a ese deseo de definir todo
y se penetra en sí mismo, entonces se accede a la divinidad, a la iluminación y
se descubre que cada uno es un milagro y una potencia viva.
Y asociado al ego, resulta
necesario hablar del concepto de sombra. Sombra es aquel aspecto emocionalmente
denso, involucrado con el ego, aunque también y en parte, asociado al alma,
como consecuencia del proceso de crear una elevada evolución de la vida
espiritual.
La sombra, es esa parte
"inconsciente" que condiciona el comportamiento y que se gesta no
sólo en las experiencias en esta vida, sino también en la experiencia previa
del desarrollo como almas, si así se considera por parte del observador.
Hay sombras que se forman en esta
vida, primarias al nacer denominadas proto-vivencias o sombras gestadas durante
el desarrollo individual; hay también otras sombras genéticas que provienen del
linaje familiar o bien, de la historia evolutiva del hombre a lo largo de su
existencia.
Desarrollar la inteligencia
emocional e intuitiva de segundo nivel se considera fundamental, para lograr
disipar y transformar tales sombras, para así, permitir que al final, la
conciencia se unifique e integre con el ego.
El proceso llamado
"sufrimiento eficiente", es de por sí, tremendamente transformacional,
porque abre una nueva identidad transparente, al lado trascendente del Ser.
Pues bien, "Lo que sucede, es la única cosa que podía haber sucedido".
Nada, pero nada, absolutamente nada de lo que sucede podría haber sido de una
manera diferente. Ni siquiera el más insignificante detalle. No existe, ni siquiera remotamente aquella
posibilidad que con frecuencia se invoca al decir: ‘Si se hubiera hecho tal
cosa... hubiera sucedido tal otra...’, todo ello sólo pertenece al mundo de la
imaginación.
¡No! pues lo que pasó es lo único
que pudo haber pasado, y tuvo que haber sido así para enseñar el profundo
contenido de la lección que permite al observador seguir adelante. Todas y cada
una de las situaciones que suceden en la vida, son perfectas, aunque la mente y en particular el ego,
se resistan y no quieran aceptarlo, esto, aún a pesar de tener y mantener la
capacidad de cuestionar sobre lo eventual que posiblemente habría podido
suceder en el supuesto caso, de haber sido distinto el resultado de los eventos.
Ello es una simple especulación que conduce al error.
Es de todos sabido que por
influencia cultural, se busca desmedidamente la adicción poderosa de: comodidad
mal concebida, dinero, poder, reconocimiento, carrera, y ego, con la idea
primaria que al disponer de ellas, se resuelven todas las necesidades de cualquier tipo. Este falso impulso, se ha mantenido vivo,
muy a pesar que el observador ha visto sufrir enormes cambios en la existencia
humana y en infinidad de casos sucedidos, de edad en edad sin aprender de su
trasfondo.
Hay dos tipos de virtudes
humanas: las éticas o morales que consisten en dominar las tendencias e
impulsos irracionales, propios del alma sensitiva y aquellas que Aristóteles el
Estagirita, llama dianoéticas o intelectuales que corresponden a la parte
racional propias del ego, ya sea del intelecto (nous) o del pensamiento (noesis).
Cuando en un grupo humano se
sustituye el hecho competir por el de cooperar, se produce la unión y por ende,
se alcanzan los objetivos comunes. Se contrapone al egoísmo, sinónimo de
frialdad, lejanía y aislamiento.
El amor propio que exagerado se
convierte en egocentrismo, mueve el principio general que dice: “Cada uno es el centro de su propio
Universo... y cada persona con la que se hable, considera lo mismo”. Cada
persona valora sus propias ideas e ideales por encima de los demás. Cualquier
idea trasmitida y aceptada, pasa a ser incorporada como propia, en el bagaje
del receptor. Descartes no se equivocó al decir que:
"El amor propio, es lo mejor repartido en el mundo".
De nuevo y en este momento, la
consciencia que emana del alma, proporciona los medios de resolver todas las
causas de dolor:
ü La ignorancia de
la realidad, se resuelve profundizando en la razón de la mente. Inmersiones de
sensibilización profunda que desdoblen el nivel material, se requieren para
encontrar las propias raíces del Ser.
ü La falsa
identificación que da el dominio al ego, igual se resuelve aprendiendo a
identificar los niveles más profundos del habitante interior.
ü La atracción de
los objetos o en su defecto la repulsión de ellos, se resuelve mediante la
valoración de la existencia de la vida interior, por encima de todo.
ü El miedo al
cambio y aún a la muerte, se resuelve cuando el alma experimenta la esencia de
sí misma directamente, ya que así se sabe que el alma nunca nació y nunca
muere, sólo así el Ser reconoce la eternidad.
Al
igual que con las causas de sufrimiento, las soluciones a todo, crecen a partir
de una mirada a la primera, pues si se explora sobre la verdadera naturaleza de
la realidad, todo el dolor, con el tiempo llegará a su fin". Deepak Chopra.
El ego, haciendo uso de la mente,
crea una pantalla de conceptos, etiquetas, imágenes, palabras, juicios y
definiciones que bloquea la razón verdadera. A través de su encasillamiento
conceptual, se interpone entre el observador, su propio yo, los demás seres y
la naturaleza misma, rompiendo la unidad.
La mente egótica es la dueña del
pasado y la promotora del futuro, su gran poder ha radicado en que con su
incesante avalancha de pensamientos prácticamente anula el Ahora que sólo se
puede encontrar bajo una posición de atención exclusiva la cual, sin un debido
entrenamiento, lamentablemente no se puede sostener durante mucho tiempo, pues
entonces el ego perdería el control del sujeto.
Saber esto, permite reconocer su
aparición, puesto que su actuación y presencia van de la mano de la voz del Yo
(ego) y rescatan un importante espacio al yo mismo (Ser), de donde surgen la
creatividad, la alegría y la paz interior, entre otros.
Este hecho lo denominan algunos
entendidos como ‘observar al que piensa’ y reconocer su actividad. Vale
destacar que algunas personas, tal vez muchas, viven con un torturador en la
cabeza que continuamente los ataca y los castiga, drenando su energía vital.
Esto produce sufrimiento e infelicidad que llega hasta los límites de volverse
una enfermedad.
Ahora que ha aparecido otro nivel
de consciencia, llega la lucha por lograr la atención exclusiva, en un
principio provoca tensión en el ego, hasta el punto que aplicada a la
actividad, puede echar a perder cualquier imagen propiciadora de poder.
En la proyección de su cúpula,
tomó la forma de líderes, para desembocar en la actuación que definió pioneros,
conquistadores, reyes y gobernantes. Concentrarse, es alinear el corazón con la
acción. Lograrlo, está directamente relacionado con disponer y aplicar una alta
dosis de quietud interior.
Mantenerse quieto ahí, para
lograr sostener la atención y la concentración, es crear la unidad entre causa
y efecto. Significa permanecer sin distracciones. Por lo tanto, hacer lo que se necesite, definir cómo hacerlo, y cuándo hacerlo
y determinar la forma, en función de aquello que racional y emocionalmente el
observador decida ser o hacer, es dejar que fluya la acción, en forma
espontánea y correcta hacia el Ahora.
El
ego no es un elemento aparte, ni siquiera apartable. Como herramienta básica de
experimentación, actúa como el director de esa orquesta que resuena en la mente
de cualquier persona.
Elíjase
lo que se elija, el ego decide. Si se decide andar, el ego lo hace, si se
decide hablar, igual lo decide, cualquier acción la decide el ego, ya que es la
parte manda que hacer, sea utilizar métodos de crecimiento personal, meditar,
nadar, tener relaciones con otras personas, o simplemente trascenderse a sí
mismo, en éste caso, el ego se experimenta así mismo como agresor y víctima,
aun cuando los métodos enseñen la forma en que se trasciende el ego. Incluso el
día que se decida no decidir, no hacer nada, será el ego quien habrá decidido
no decidir.
Cada parte del ser tiene una función, el esqueleto soportar la estructura física, los músculos dar movilidad, los nervios conectar todo para que haya coordinación, los pies para el movimiento, la función del ego, es dirigir.
Ninguna parte es buena o mala en sí misma, tampoco el ego lo es, depende del uso que asuma, obtendrá ciertos resultados sea en una línea o en otra, buenos si se consigue el objetivo pretendido o malos si no se obtienen, y ello, al margen de si lo que se haya planteado es benéfico o perjudicial a sí mismo o a terceros.
Puesto que en todo lo que se hace hay cosas que producen un resultado más o menos satisfactorio, es en función del objetivo perseguido o de los caminos y medios utilizados que la actuación del ego, al ser utilizado de forma constructiva, tiene mucho que aportar.
Desde el punto de vista del crecimiento espiritual, lo deseable es que se utilice el ego para dirigir al Ser con armonía, haciendo lo posible por lograr estar bien consigo mismo y con los demás, buscando estar en paz, siempre que sea posible, y cuando no lo sea, evitando fricciones, sin que ello implique dejar de utilizar los medios adecuados para la defensa de los propios derechos e intereses.
Por supuesto lo anterior no es la única opción disponible, hay muchísimas formas más de experimentarse, y en función de ellas se obtienen unas experiencias u otras, pues la interacción con otras personas y con el entorno, genera acciones y reacciones, en definitiva un "karma". Y esto no implica que el colectivo social, deje de tomar las medidas que como colectivo, considere oportunas para facilitar una convivencia adecuada de todos sus miembros y el cuidado del medio circundante.
Si
el ego tiene la función de dirigir, no quiere decir que tenga que hacerlo
sistemáticamente y a todas horas, puede acudir a la reflexión propia de
habitante interior. Tal como el hecho de tener pies, no quiere decir que sea
necesario estar andando a todas horas.
Se trata de fortalecer el Yo
Interno y convertirlo en el aliado más valioso de la persona, puesto que él es
la fuente de la profunda realidad personal, de todas las ideas, percepciones y
emociones, ya que el pensamiento que siempre regresa a él, constituye en
definitiva, desde la única causa del triunfo, hasta el productor de un rotundo
fracaso.
Lograr la más insondable armonía
entre el ego y el alma, es tal vez el principal objetivo, desarrollado por el
propósito de acercamiento hacia una verdadera espiritualidad.
Según Chopra, el punto clave es
encontrarse a sí mismo y de dominar el ahora, allí, donde la atención y la
intención se funden en busca de la excelencia, ya que hace notar que por causa
de un pequeño gran olvido, en general nadie es consciente de lo que significa,
la conveniente disponibilidad de acceder el inmenso potencial que contiene ese
otro Yo.
La espiritualidad está inmersa en
la constante búsqueda de una clara identificación del ser y de reconocer cómo
la vida da francas lecciones cotidianas de existencia.
Así pues, en muchos casos al
reconocer que en el dominio del momento radica el cambio continuo, se permite
identificar la forma como entre el silencio y la actividad, se presentan
constantes conflictos, ya que el silencio pertenece al ser más profundo,
mientras la actividad, es una derivación siempre ligada con el mundo exterior.
La
función última o final del ego, consiste en ser consciente de sí mismo, sin
entrar en dinámicas kármicas de acción o reacción, aceptando entonces que
resulta adecuado que cada uno se experimente a sí mismo de la manera como lo
considere más adecuado, ojalá, sin juzgar o cuestionar. En la práctica esto
sólo sucede, cuando el ego por sí mismo, llega a la conclusión que la mejor
opción de vida, es estar en una posición de armonía y por tanto decide seguir
el consejo interior, dado por el dictamen del corazón.
Sin embargo, no se puede olvidar
que el cuerpo etéreo, es fácilmente dominado por el cuerpo ordinario comandado
por el ego, ya que éste, se encuentra entrenado para ello, intimida los
sentidos etéreos, hasta llegar a producir la misma sumisión.
“No se puede desatar un nudo sin saber
cómo está hecho”.
Proverbio griego.
Registro de Propiedad Intelectual DNDA: 10-427-242
Autor: Daniel García Vanegas.
ETIQUETAS: Ego, Entidad,
Existencia, planeta, Crecimiento personal deontología, axiología, Esoterismo,
Hemisferios, hermetismo, dimensión, ética,
trascendencia, paradoja,
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