martes, 4 de agosto de 2015

EL ADN (1)



EL ADN (1)

 La combinación de las secuencias de ADN del padre y de la madre, dan como resultado la secuencia imperante en la cadena, cuyo resultado se puede ver, con una certeza cercana al 99-%. Anónimo.

La sigla ADN es la abreviatura con la que se identifica la presencia del ácido desoxirribonucleico (del inglés deoxyribonucleic acid DNA) cuya principal función es la de ser el responsable de contener toda la información genética de cada ser vivo. Ella resulta ser única debido a la combinación de elementos que construyen todos y cada uno de los seres de una manera individual y excepcionalmente exclusiva.

Su descubrimiento se inició cuando en el invierno de 1869, en la Universidad de Tubinga, el médico suizo Friedrich Miescher, aisló por primera vez lo que él denominó la nucleina, esto por azar, durante algunos experimentos que realizaba sobre la composición química encontrada en las supuraciones presentes, en las vendas quirúrgicas ya desechadas.

Al doctor Miescher le llamó la atención el precipitado de una sustancia desconocida que caracterizó químicamente como nucleina, debido a que fue extraída, a partir de los núcleos celulares analizados.

Sin embargo, se necesitaron alrededor de setenta años de investigación, para poder llegar a identificar los componentes y la estructura, de lo que hoy en día se denominan ácidos nucleicos.

Ya para 1919, el doctor Phoebus Levene identificó que un nucleótido está formado por una base nitrogenada, un azúcar y un fosfato, sugiriendo que el ADN formaba una estructura de forma de solenoide o de tipo muelle, con unidades de nucleótidos unidos, por medio de grupos fosfato.

Más adelante, en 1930, el mismo Levene, junto con su maestro Albrecht Kossel, probaron que la nucleina aislada por Miescher, correspondía a un ácido desoxirribonucleico (ADN) formado por cuatro bases nitrogenadas: Citosina (C) Timina (T) Adenina (A) y Guanina (G)) por el azúcar desoxirribosa (pentosa) y por un grupo fosfato, determinando así que en su estructura básica, el nucleótido está compuesto por un azúcar, unido a su vez a la base y al fosfato.

Para este momento, Levene aún consideraba que la cadena del compuesto era corta y que las bases, se repetían en un orden fijo.

Fue luego, en 1937 que William Astbury produjo el primer patrón de difracción por medio de rayos X, el cual mostraba que el ADN tenía una estructura regular.

Mientras tanto, la función biológica del ADN comenzó a dilucidarse. En 1928, se inició con una serie básica de experimentos que dio principio a la genética moderna realizados por Frederick Griffith, quien estaba trabajando con ciertas cepas de Neumococos, causantes de la neumonía, identificando en ese momento, lo que él denominó “El Principio transformante”.

La investigación así iniciada, continuó hasta 1944 cuando Oswald Avery, Colin MacLeod y Maclyn McCarty, realizaron el experimento hoy clásico, de extraer la fracción activa o factor transformante, y mediante análisis químicos, enzimáticos y serológicos, se observaron que no contenía proteínas, ni lípidos no ligados, ni polisacáridos activos, sino que estaba constituido principalmente por: ´una forma viscosa de ácido desoxirribonucleico, altamente polimerizado’, es decir, por el ADN.

El ADN extraído de las cepas bacterianas S (lisas) muertas por calor, fue mezclado "in vitro" con cepas R (rugosas) vivas: el resultado fue que se formaron colonias bacterianas S, por lo que se concluyó inequívocamente que el factor o principio transformante era el ADN.

Aún a pesar que la comunidad científica no aceptó la identificación del ADN como principio transformante, hizo que se tardara varios años para llegar a aceptar universalmente éste descubrimiento que resultó decisivo para afirmar el conocimiento actual sobre la base molecular de la herencia, evento que luego constituyó, el nacimiento de la actual ciencia genética molecular.

Finalmente en este proceso, el papel exclusivo del ADN en la heredabilidad, fue confirmado en 1952 mediante los experimentos revelados por Alfred Hershey y Martha Chase, con los que comprobaron que el fago T2, transmitía su información genética en el ADN, más no, en su proteína.

A finales de 1959, Richard Feynman ganador del premio Nobel de Física (1965) fue el primero en hacer referencia a las posibilidades de la nanociencia y la nanotecnología al mencionar en su discurso: “En el fondo hay suficiente espacio” (There's Plenty of Room at the Bottom).

Con toda la información disponible, junto con los datos de difracción de rayos X proporcionados por Rosalind Franklin, James Dewey Watson y Francis Crick, se propuso que el ADN era la molécula principal que jugaba un papel clave en la regulación de todos los procesos del organismo y de allí, se fundamentó la ratificación sobre la trascendental importancia de las moléculas, como determinantes en todos los procesos de la vida.

Franklin, Watson y Crick proponen en 1953, el modelo de la doble hélice del ADN, para representar de forma gráfica, la estructura tridimensional del polímero. Dicho trabajo les hizo merecedores del Premio Nobel en Fisiología o Medicina, en 1962.

Su aporte destacaba que el ADN es una molécula extremadamente larga y delgada enrollada en forma de una doble hélice, con dos cadenas polinucleotídicas anti-paralelas y complementarias, en donde el aparejamiento de las bases, se realiza a través de uniones puente de Hidrógeno.

Ellos indicaron que en general, la doble hélice es una espiral dextrógira, esto es que cada una de las cadenas de nucleótidos gira hacia la derecha con respecto a la anterior con una desviación inclinada de unos 36 grados.

La dirección se verifica, siguiendo el movimiento de abajo hacia arriba. Igual, los segmentos de las hebras que quedan en primer plano, también siguen esta misma dirección.

Sin embargo, cabe anotar que la forma de giro no es dextrógira en todos los casos, ya que excepcionalmente en algunos de ellos, las hebras giran a la izquierda, cuya rotación se denomina levógira.
 
Entonces, el ADN contiene los datos genéticos hereditarios trasmitidos de generación en generación, por lo cual, su estructura y composición son de suma importancia para la realización de cualquier tipo de investigación científica, relacionada con la identidad o con las características propias de cualquier especie o individuo.

La información que ofrece la composición particular del ácido desoxirribonucleico o ADN, se vincula directamente con la conformación del tipo de células presentes en los seres vivos y además, con su desarrollo y funcionamiento.

Esta información se transporta y transfiere a través de los segmentos conocidos como genes que a su vez, forman parte de aquellas construcciones responsables de dar forma a los diferentes complejos genéticos celulares que son propios de cada organismo conocido, los mismos que son responsables de efectuar la transmisión hereditaria.

El ADN es un tipo de ácido nucleico que puede describirse como una macromolécula que forma parte de todas las células, dentro de la compleja cadena de macro-células o polímeros, entretejidas de manera dual, y unidas por medio de puentes de hidrógeno.

La estructura del ADN se complejiza desde los pares de nucleótidos, pasando a formar histonas, nucleosomas y los cromátidas que forman los famosos cromosomas.

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Fuente: Mi libro: “UN SENDERO A LONTANANZA”.
Registro de Propiedad Intelectual DNDA: 10-427-242
Autor: Daniel García Vanegas.
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ETIQUETAS: ADN, materia, toroide, toroidal, vector de equilibrio, phi, fi, proporción áurea, Efecto Coriolis, magnetismo, energía, vibración frecuencias, fuerza, entidad, existencia, partícula de Dios, identidad, singularidad

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