LOS SUMERIOS
“Estrecha la
senda, inevitable el choque”. Gustavo Adolfo
Bécquer.
Los sumerios
aparecen como la primera gran civilización de la historia que nació entre los
ríos Tigris y Éufrates hace cerca de 6.000 años en Mesopotamia y dejó notables
vestigios de su existencia reconocidos hoy por la ciencia.
Se sabe que hacia 1842, por primera vez un equipo de arqueólogos franceses comenzó
excavaciones en la actual Mesopotamia, en busca de los restos de una antigua
civilización mencionada en la Biblia. Se trataba de la ciudad sumeria de la que
hasta ese momento no había constancia alguna y era considerada una simple
leyenda.
Siguiendo el
consejo de un aldeano local se excavó en el lugar correcto y se rescataron
bajorrelieves de inusual belleza, tallas de gran tamaño y, lo más importante,
miles de tablillas de arcilla impresas con una escritura nunca antes vista.
Ante los ojos atónitos
y sorprendidos, apareció el pasado Sumer o Sumeria que hoy se considera la
civilización más antigua que haya habitado el planeta. No en vano, su
antigüedad se remonta a más de 3500 años a. C., aun sabiendo que esta fecha
puede anticiparse impulsada por nuevas revelaciones.
Por otra parte,
se adjudica a Zecharia Sitchin (11 julio 1920 a 9 octubre 2010) autor de una
serie de libros que promueven la antigua teoría del astronauta mitológico,
haber declarado el presunto origen extraterrestre de la humanidad, al atribuir
los textos de creación de la cultura sumeria a los registros Anunnaki o seres
Nephilim, procedentes de un planeta llamado Nibiru asociado con el sistema
solar.
Sitchin afirma
que la mitología sumeria refleja éste punto de vista; sin embargo, en contra de
sus especulaciones son muchos los científicos, historiadores y arqueólogos que
se manifestaron en desacuerdo, tanto con el contenido y mensaje de su traducción
de textos antiguos, como hacen hincapié en su limitada comprensión de la
física.
Traducciones
tomadas de miles de tablillas de arcilla sumerias dispuestas hoy en varios
museos de todo el mundo, de las cuales se dice son escritos reales de la
historia, tal como lo indica la visión misma de los modelos sumerios. En esas
traducciones se habla del proceso de creación de la raza humana, según la cual
los extraterrestres serían los mayores responsables de la transformación y
evolución de la especie humana mediante una serie de intervenciones genéticas.
Dichas
traducciones hizo colisión frontal con la opinión general de la comunidad
científica de su momento, ante lo cual, Sitchin y otros investigadores han profundizado
por su cuenta, dado que muchos consideran el contenido de las traducciones como
erróneo.
En su periplo,
el mencionado autor de la serie "Las Crónicas de la Tierra",
compuesta por trece libros, aparece como el primer personaje que como resultado
de sus investigaciones, expone la teoría del duodécimo Planeta. Sus traducciones
e interpretaciones han provocado muchas reacciones encontradas. De acuerdo con los
contenidos de su traducción, existe dentro del sistema solar un planeta llamado
Nibiru, que se acerca al sol cada 3600 años, lo cual o bien produce cambios
positivos o en su lugar, deriva en catástrofes en el Sistema Solar.
Pues bien, una
vez traducida gran parte de las tablillas sumerias, el autor afirma que se
refieren a una raza alienígena, que en un momento dado creó personas para
trabajar como esclavos en sus minas en África y en otros muchos lugares de la
tierra.
A esa raza les
llama Anunnaki o Abbennakki y según la consabida traducción, son "los
cabeza negra" de Sumeria cuya naturaleza se estableció por medio de la
combinación esencial de la vida de los seres alienígenas y una criatura bípeda
simiesca. La gente "cabeza de negro" en un principio fue concebida
con la función de esclavos en la jerarquía sumeria.
Las tablillas
sumerias se refieren a las personas de cabeza oscura creada en una región
geográfica denominada "AB.ZU", declarando que su posición geográfica
corresponde a la parte occidental de África. Su discurso menciona la realeza Nephilim
como una combinación de ‘Dragones’ y humanos que eran los descendientes
directos Shamhash o dios sol.
Las deidades del
panteón sumerio reconocidas como Anunnaki, corresponden veintitrés dioses,
incluyendo a Enlil, el señor de los vientos y Enki, señor de la tierra.
Estos dioses
solares en Babilonia fueron llamados ‘Sir’ o dragón. Además, la palabra ‘Sir’
aparentemente significa ‘gran serpiente’, relacionada con la palabra sánscrita
'Sarpa', que describe los "dioses dragón", quienes a su vez crearon y
gobernaron por medio de la cultura drávida.
Para Sitchin,
los Anunnaki probablemente todavía existen en otro plano de existencia e
incluso pueden influir en los designios de la humanidad. Se especula que esta
raza podría ser anfibia, reptil o mitad reptil, es decir, sus características reptiles,
igual son humanoides, de acuerdo con las descripciones antiguas.
Al respecto,
Anton Parks ha desarrollado una teoría en mucho similar que aunque indica que
Nibiru es sólo el nombre de un astro de la mitología babilónica, en el fondo se
conecta con el dios Marduk y que Nibiru significa ‘lugar que se cruza’ o ’lugar
de transición’.
Muchos textos
babilonios le identifican con el planeta Júpiter, pero en la tablilla cinco de
Enuma Elish, su ubicación corresponde a la Estrella del Norte, también llamada
Thuban o posiblemente Kochab.
Nibiru según el
conocimiento aportado por Zecharia Sitchin, surgió de la idea que los
conocimientos manejados por antiguas civilizaciones fueron obtenidos a través
de hipotéticos contactos extraterrestres. Sin embargo, esta descripción es
considerada inverosímil por parte de muchos científicos e historiadores.
En opinión de
Sitchin, el planeta tomaría el nombre del dios babilónico Marduk, como
resultado de una usurpación de poder por parte de éste dios en 2024. C.,
atribuyendo la creación de la tierra a copias falsas del poema épico de
Enuma-elish.
Según lo
descrito por Sitchin sobre la cosmología sumeria, Nibiru sería el reencuentro
con el tan buscado ‘duodécimo Planeta’ o Planeta X, conteo que en las tablillas
incluye la descripción de diez planetas, junto con el sol y la luna.
Asimismo, señala
que en el mundo antiguo se dio una colisión catastrófica de uno de sus
satélites con Tiamat, un hipotético planeta postulado por Sitchin, la cual
sucedió entre Marte y Júpiter, hecho que en un pasado remoto formó la tierra
así como los cinturones de asteroides en espacio exterior.
Además, según
Sitchin, Nibiru sería la casa de una poderosa raza alienígena, los Nephilim Anunnaki
que como resultado de la colisión, se dice que el planeta Nibiru habría quedado
capturado en el sistema solar, volviendo a la escena del accidente de manera
regular en el tránsito de una órbita excéntrica.
Sitchin cita
varias fuentes que según él, hablan sobre este planeta puede ser una estrella
enana marrón en una órbita altamente elíptica alrededor del Sol, el cual tuvo
su perihelio hace unos 3.600 años dentro de un período orbital de unos 3.600 a
3760 años. Sitchin escribe como fuente de corroboración de estos datos, a los
astrónomos de la civilización maya.
En un libro
reciente titulado "2012: Cita con Marduk", el escritor e investigador turco Burak Eldem,
presenta una nueva hipótesis, sugiriendo que el período es de 3661 años tiempo
de ida y vuelta del supuesto planeta, destacando de que habrá una "fecha
de retorno" cercana al año 2025.
Según lo
calculado por la teoría de Eldem, 3661 años son una séptima parte de los 25.627
años, que corresponden al ciclo total ‘de cinco años mundiales’ contemplados
por el calendario maya extendido. Supone que el último paso orbital de Marduk,
sucedió en el 1649 a.C. y que causó grandes catástrofes sobre la Tierra,
incluyendo la erupción de la isla Thera en el mar Mediterráneo.
De acuerdo con
los seguidores de Sitchin, sus ideas estarían avaladas por su amplio dominio de
lenguas muertas como el sumerio, y asistidas por la traducción de piezas
consideradas tesoros; aunque esto realmente no resulta ser científicamente, un
fundamento astronómico.
Los primeros
esbozos épicos fueron producto de sociedades preliterarias y tradiciones
poéticas orales, aun cuando en el caso específico de la epopeya de Gilgamesh,
esta es la primera epopeya escrita de la que se tenga registro, ya que fue redactada
en tablillas de arcilla por los sumerios hace más de 4.600 años.
De todas maneras
los sumerios fueron los primeros en desarrollar la escritura, observaron
cuidadosamente el cielo, interpretaron las constelaciones tal como se conocen
hoy en día y construyeron templos comparables con los egipcios en un país donde
las materias primas, tales como los metales y la piedra eran escasas.
Los sumerios,
tal como en su momento mucho antes de los mayas y los egipcios, fueron grandes
observadores de las estrellas y por medio de complejos cálculos matemáticos,
definieron el movimiento de los planetas y la posición de las estrellas,
buscando predecir en la lectura de la posición de los astros, el futuro de los
acontecimientos por venir.
Su conocimiento
se corresponde con las características de seres divinos asignados a los
planetas como Júpiter o Venus. En sus representaciones, un Rey Sol junto con
otros cuerpos celestes, parecen idénticos a los planetas del sistema solar, así
como se asemeja su posición en relación con el sol.
Lo curioso es
que los sumerios no muestran disponer de aparatos con suficiente tecnología
para observar planetas más allá de la simple visión de sus ojos. ¿Cómo es
posible reflejar la imagen de planetas que no se pueden ver sin telescopio
tales como Urano, Plutón y Neptuno?
Los miles de
tabletas impresas en arcilla, desde su óptica explican la historia de esa
civilización y aun cuando han sido traducidas en más de una ocasión, la más
polémica interpretación se asigna a Zecharia Sitchin. Él indica que los enlaces
sumerios registran los orígenes de la creación de la humanidad, de los cuales
serían responsables seres extraterrestres, apoyados en una clara intervención
en la genética.
El panteón
sumerio igual consideraba una trinidad suprema de dioses Anu-Enlil-Enki, que forman
un cielo inalcanzable y lejano; dicha triada estaba compuesta por Anu, el
poderoso dios de la tierra, por Enlil dios de la guerra y por Ea o Enki
poseedor del conocimiento y la sabiduría quienes eran acompañados por muchas
deidades más.
Por su parte,
los sacerdotes o mensajeros de los dioses eran los emisarios que declaraban el
conocimiento y mantenían su secular monopolio, proclamando el conocimiento
secreto, sabedores de todo lo que sucedía en el cielo y en la tierra y en
especial, todo lo que se refiere a las grandes deidades.
A su vez, las
posiciones sacerdotales o mensajeros de los dioses más altos se concentraban en
manos de los gobernantes y Reyes. Así por ejemplo, el antiguo rey de Uruk,
Gilgamesh, fue conocido por el nombre de: ‘Guardián del conocimiento secreto’.
La Epopeya de
Gilgamesh habla de la forma cómo al principio se crea al hombre que habita un
paraíso y muestra cómo se le entrega a una mujer, quien a su vez le dará de
comer un alimento por el que será obligado a abandonar el paraíso, y eso ya lo
relata 1600 años antes de la redacción de la primera biblia.
Con el tiempo,
los puntos de vista de los diferentes mensajeros ‘Sacerdotes’ dispares que
crecieron fuera del antiguo culto de la naturaleza, de los ancestros, derivan
en la aparición de una especie de despotismo e ideología esclavizante que
conduce a la deificación del rey y el poder real, transformado en un sistema
teológico complejo a conveniencia del regente.
El conocimiento
de la teología y de la administración del complejo de culto religioso, se
convierte en una cuestión de sacerdotes especiales, llegándose a crear un
enjambre de creencias y religiones, sin saberse hoy a ciencia cierta cuál fue su
real finalidad.
Sin embargo, es
notable como su contenido lleva implícita una serie de enseñanzas que muestran
la importancia de la mitología en la vida diaria de las personas y de su efecto
final en la configuración de la sociedad misma.
“Cierto es que
si se mira, casi siempre se encuentra algo, más no siempre resulta ser lo que
uno busca”.
J.R.R. Tolkien.
Si su curiosidad
de lector llegó has aquí, conviene mirar el siguiente enlace imperdible.
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Registro de Propiedad Intelectual DNDA: 10-427-242
Autor: Daniel
García Vanegas
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