LO NUMÉRICO
“El cuerpo, es un
órgano del alma; el alma, un órgano del espíritu superior; y el espíritu
superior, es un órgano de la Divinidad”.
Anónimo.
PRINCIPALES DISTINCIONES:
El estudio de los
números abraza una serie de adaptaciones múltiples dentro del pensamiento, en
donde se distinguen preferentemente dos aspectos básicos:
El cuantitativo,
que obedece a la ciencia común de las matemáticas, a sus diversas disciplinas
afines y a las innumerables aplicaciones científicas relacionadas con las
cifras, y,
El cualitativo,
que corresponde a la observación de la composición y comportamientos de la
metafísica de los elementos analógicos espirituales de los números.
LAS CIFRAS:Se sabe que cada número es un Ser real, revestido de
manera material por "la cifra", que lo revela, lo refleja y lo
inunda. A esta última, se debe prestar una deliberada atención por un instante
para su mejor comprensión.
Acá no se trata de
hacer ningún tipo de erudición, pues sobre el tema hay tratados de tratados y mucho
más. Corresponde ahora sólo hacer un somero acercamiento a la historia de las
cifras, y en especial, a ciertas indicaciones que pretenden dar al observador,
unas leves nociones documentales que pueden resultar de utilidad como
acercamiento al tema de fondo en cuestión.
Es a través del
extracto enciclopédico, como se informa al observador sobre éste evento.
Los números árabes son
hoy, la manera técnica más aceptada de mostrar los diez caracteres familiares a
todos: 1, 2, 3, 4, 5. 6, 7, 8, 9, 0, y se los opone a los demás signos
numerales usados en cualquier tiempo, aún mucho antes de los romanos.
La semiótica de las
cifras tal como ella es, ha sido adoptada hoy prácticamente por todos los
pueblos civilizados, y obedece a la manera como la evolución ha sido adoptada,
en especial en Europa, donde resultó fijada con mayor énfasis de uniformidad, a
partir de los efectos producidos a partir de la invención de la imprenta.
En antiguos manuscritos
occidentales antes de la edad media, se ofrecen según los tiempos y los países
del caso, numerosas variedades de tantas representaciones de cifras, que aún
hoy, no han sido plenamente determinadas, ni clasificadas con la debida
suficiencia, ni lo serán, mientras subsistan rastros de tan numerosas formas
secundarias de escritura.
Bien es cierto que se
ignora la época precisa cuando las cifras se introdujeron en Occidente, aun
cuando aparecen ciertos manuscritos antiguos, donde se muestran claros rastros
de su testimonio, aun cuando los más relevantes, no van más atrás del siglo XI.
En todo caso, la forma
más arcaica es conocida bajo el término de los ‘Ápices de Boecio’, puesto que sus rasgos se encuentran utilizados
en la geometría atribuida a este autor.
Según se relata por
parte de sus sucesores que citan al mencionado filósofo y matemático romano Boecio, las nueve cifras significativas,
serían una invención pitagórica, vinculada al dios Apolo Abaeus.
También se ignora
cuáles son en realidad los orígenes del Ábaco de la edad media, esencialmente
diferente a los ábacos de la antigüedad, y del cual no se encuentra
históricamente, nada análogo o algún indicio que resulte esclarecedor.
Eruditos consideran que
el sistema de la posición de la numeración escrita, fue introducido en
Occidente sólo a consecuencia de la traducción al latín, muy probablemente por
Adelard de Bath hacia el año 1120, del tratado de cálculo de Mahommed ben Mouça-Al-Khârismi, cuyo
sonoro nombre Algorisimus: conduce a algoritmo,
término que pasó a formar parte del conjunto de los nuevos procedimientos de
cálculo, que fueron rescatados o revelados en su debido momento.
De todas maneras, la
invención de las nueve primeras cifras siendo relevante, es científicamente un
hecho secundario con respecto a la inclusión del cero. Entonces, si bien la
aplicación de este último símbolo a la numeración parece debida a la cultura
Hindú, no hay que olvidar que desde el comienzo del siglo II a.C., ya hay claras
trazas de su adopción dentro de la numeración sexagesimal utilizada para
obtener la división del círculo.
Sin embargo, es
solamente durante el siglo XII, que el cero fue realmente conocido en Europa
bajo el nombre de l’Cyfre’ o cifra,
cuya transcripción literal procede de su nombre en árabe, que significa ‘vacío’. Es triste ver como esta palabra fue luego extendida abusivamente a otros signos
numerales, mientras el verdadero papel del cero, todavía no parece ser del todo
conocido.
Según un escolio del
monje Neophytos, cada cifra debe ser
indicada en la parte superior, por un número de pequeños círculos, similar al
número del exponente de la potencia de 10 que le multiplica. Este sistema
efectivamente se encuentra empleado en escritos de ciertos autores elementales
árabes, probablemente para facilitar la enseñanza, y hasta se llegó a creer por
mucho tiempo que en su grafía, había un modo especial de numeración, para lo
cual, servían las demás cifras.
En este punto se deben
añadir dos observaciones indispensables. En primer lugar, la filiación de las
diversas variedades de cifras puede a menudo ser enmascarada por anomalías poco
explicables; lo más seguro no obstante, es que cada pueblo modificó las suyas,
acercándolas a las formas de los caracteres comunes de su propia caligrafía.
Este hecho resulta muy
visible en las representaciones árabes de oriente o común entre griegos
bizantinos, y por tanto, las representaciones de los ápices de Boecio, ciertamente sufrieron influencias de éste género.
Los Griegos de Hypsiclès, emplearon
este mismo tipo de signos en los manuscritos, para reemplazar las órdenes
faltantes.
Por otra parte, la
división sexagesimal se remonta a Babilonia y aunque en los monumentos muy
antiguos hallados de la Mesa de Senkerch no hay ningún rastro de la aparición
del cero como tal, parece muy difícil que lo hubieran podido pasar por alto,
sin tener en cuenta siempre su presencia.
En resumen, las cifras
tal como se estilan hoy, no son las cifras hindúes, ni siquiera los números
árabes originales; sus formas son derivadas ciertos prototipos, pero ¿Por cuál
mecanismo se fueron modificados?, bueno, aparentemente fue por la fuerza de la
evolución étnica y la costumbre, esto como resultado de la única explicación
posible, de lo que la ha ocurrido a la evolución de su representación gráfica.
Las cifras que se
escriben están compuestas por algoritmos arábigos (1, 2, 3, 4, etc.) ello con
el fin de distinguirlos por ejemplo, de los llamados algoritmos romanos (I; II;
III; IV; etc.). Si bien los árabes popularizaron esta representación
algorítmica, sin duda su origen se remonta a los fenicios o más allá, quienes sin
duda los usaban para contar y anotar los registros propios de su contabilidad
comercial.
Hoy es reconocido que la lógica que acompañaba este tipo de representación original, obedece al número de ángulos presentes en la cifra, la que da la forma y el valor inicial a cada número.
Nótese como el cero no
tiene ángulos.
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Fuente: Mi
libro: “UN SENDERO A LONTANANZA”.
Registro de Propiedad Intelectual DNDA: 10-427-242
Autor: Daniel
García Vanegas
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