“Los
oídos no sirven de nada a un cerebro sordo”.
Proverbio
árabe.
Aparece
entonces el tema del subjetivismo axiológico, apoyado en la existencia de una
gran diversidad de creencias y gustos, que definen los valores.
Sin
embargo, ante la inmensa pluralidad de propuestas, tal vez lo más sencillo
sería escoger el relativismo como solución, en este caso, argumentado que el
valor no es absoluto, sino relativo y que lo valioso depende de la impresión
que origine en el observador, del momento histórico correspondiente y de su
utilidad manifiesta.
Empero,
habría tantos valores y sistemas de valores, como sujetos haya, pues su
estructura estaría basada en el interés, la emotividad o el deseo que producen
en cada uno, independiente del consenso de aplicación general.
Esta
posición resulta muy peligrosa, pues en el fondo implica un: ‘todo vale’, que
elimina la obligatoriedad universal y por ende, puede llegar a afectar la
convivencia.
En
contraposición, la escuela neokantiana, postula el valor como una simple idea,
argumentando que las ideas son la potencia impulsora la conducta humana por
encima de los intereses o del propio agrado, asegurando que los valores existen
en sí y de por sí, y que por ser entidades absolutas e independientes, no
necesitan ser, ni relacionarse con las cosas.
Por
otra parte, el objetivismo axiológico se basa en la realidad de los valores con
dos marcadas tendencias: la primera que afirma que los valores son objetos
ideales de perfección más allá de la experiencia, captados mediante intuiciones
emocionales, especiales e independientes e inmutables, donde el conocimiento de
ellos es relativo; aunque los valores en sí mismos son absolutos. La segunda
propone los valores como algo objetivo, no obstante, consistentes en términos
de cualidades irreales residentes en las cosas.
Max
Scheler, consideraba que los valores no eran propiedades sino objetos en sí,
aunque diferenciados tanto de los objetos reales, como de los ideales. En su obra: "Lenguaje, verdad y lógica", igual manifiesta que los
juicios de valor están fuera de toda cuestión, en virtud de que no cumplen con
el principio de verificación empírica.
Ahora,
según los fenomenólogos, los valores son cualidades absolutas, sui generis, ideales, o cualidades
irreales independientes de las cosas o de las estimaciones, así no se confunden
con el sujeto valorante, ni con las cualidades físicas de los objetos. Ellos
están divorciados del mundo real, aun cuando tienen objetividad y consistencia
propias.
La
persona, no crea los valores, simplemente los encuentra, convirtiéndolos en
bienes propios. Ella, hace de mediadora entre el mundo del Ser y el mundo del
valor, así, funde los reinos del ser y del deber en una realidad. Entonces, el
concepto del valor como realidad, sostiene que ellos residen y se identifican
con el ser y están encarnados en lo presente.
Finalmente,
la tendencia del realismo del valor, dice que los valores son propios, porque
no precisan de ninguna referencia distinta y que ellos son per se, como son las personas. Sostiene que son simbólicos, por ejemplo: las
ideas, la religión, el derecho, el arte, la historia, la sociedad, la salud y la
propiedad, no tienen valor propio, pues se fundamentan exclusivamente en el
valor asignado por el hombre. Mientras los valores extrínsecos, sólo son medios
para alcanzar un fin, el cual siempre será medido por los valores propios.
“La filosofía, son preguntas que tal vez nunca serán
contestadas. La religión, son respuestas tal vez nunca serán cuestionadas”.
Anónimo.
Por
su parte, el objetivismo axiológico sostiene que los valores son universales e
inmutables pues no cambian con el tiempo, ni de una sociedad a otra; son un
reino independiente de los bienes que encarnan, los cuales, son los que tienen
una relación peculiar con las cosas reales y valiosas, ya que dependen del
valor que encarnen.
En
resumen, entre las propuestas tomadas de sus diferentes intérpretes, la
naturaleza del valor tiene diferentes posturas, para el idealismo puede ser
objetivo, ya que considera que el valor existe independiente de la posición del
observador o, subjetivo pues considera que el valor es creado en la conciencia
del individuo.
Para
el materialismo la naturaleza del valor está en la capacidad que tiene el ser
humano de valorar el mundo objetivamente, es decir, valorarlo tal como es,
buscando no alterar, ni deformar esta visión. De esta forma y hasta tanto se
dilucide el asunto, aparentemente la naturaleza del valor parece ser objetiva,
más en todo caso, su interpretación desde el hálito de la conciencia, siempre
será subjetiva.
Como
conclusión puede decirse que la filosofía y sus ciencias derivadas han jugado
un papel muy importante dentro del desarrollo del pensamiento, ya que la
tecnología, los avances médico-científicos, y la psicología positiva que hoy en
día se manejan, son el vivo reflejo del desarrollo y la aplicación práctica del
conocimiento de las personas, que desde hace siglos se dedicaron a buscar un
porqué, a plantear hipótesis y con el tiempo, las ideas aparentemente más
acertadas, se han convertido y consolidado, en las teorías con la más amplia
aceptación.
La psicología positiva,
corresponde a la rama que busca comprender, a través de la investigación
científica, los procesos que subyacen a las cualidades y emociones positivas
del ser humano. El objeto de éste
interés, es aportar nuevos conocimientos acerca de la psique humana no sólo
para ayudar a resolver los problemas de salud mental que adolecen a los
individuos, sino también para alcanzar mejor calidad de vida y bienestar, todo
ello, sin apartarse de la más rigurosa metodología científica, propia de toda
ciencia de la salud.
Ella estudia las fortalezas
y virtudes humanas dedicando su mejor esfuerzo a revisar los aspectos negativos
y patológicos del ser humano (ansiedad, estrés, depresión, etc.) sin dejar de
lado, el estudio de aspectos más positivos vinculados con la axiología, como
por ejemplo pueden ser: la creatividad, la inteligencia emocional, el humor, la
sabiduría, la felicidad, la resiliencia, etc.
Este tipo desenfoque es
denominado también por algunos autores, como ‘salugénico’. Se pueden encontrar antecedentes del desarrollo de
estos temas, en filósofos como Aristóteles, quien dedicó parte de sus escritos
a la Eudaimonía (término griego habitualmente traducido como felicidad) así
como también, en sicólogos como Abraham Maslow o Carl Rogers, pertenecientes a
la corriente llamada: ‘psicología humanista’.
Dentro
de este sinnúmero de aportes y en el fondo del pensamiento de sus
protagonistas, se entraña un factor común, el uso del raciocinio o
discernimiento, como la función más preponderante y simbólica de la
inteligencia, es decir, el observador debe disponer de la capacidad del cerebro
para analizar, razonar y obtener respuestas ante aspectos que aún se
desconocen, o para clarificar y desarrollar aquellos ya conocidos.
A
pesar de que todavía hay gente actuando como si ellos aún viviesen en la Edad
Media, es en especial que durante los últimos veinticinco años, las actividades
de inspiración humana se han realizado con una velocidad y con un éxito sin
precedentes. Como resultado, el observador se encuentra en medio del mayor
cambio de conciencia que haya tenido lugar, en un proceso para intentar
comprender lo que se logrará con la implantación de un moderno Renacimiento
Axiológico, que puede estar más allá de cualquier antiguo sueño salvaje.
Todos
los aportes al respecto son invaluables, mucho más, por proceder de grandes
intelectuales, cuyas contribuciones sirven hoy, como el gran marco que
sustenta, el pensamiento global de la humanidad.
“Nada
que se consiga sin esfuerzo, pena o sin trabajo, resulta verdaderamente valioso”.
Fuente: Mi libro: “UN SENDERO A
LONTANANZA”.
Registro de Propiedad Intelectual DNDA:
10-427-242
Autor:
Daniel García Vanegas.
ETIQUETAS:
Deontología Axiología Esoterismo filosofía taoísmo mitología hermetismo
espacio, espacialidad tiempo materia energía dimensión ética moral consciencia
valores principios universalidad voluntad presencia trascendencia miedo temor
paradoja ignorancia violencia ira
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