martes, 17 de mayo de 2016

LA ASTROLOGÍA (20)


LA ASTROLOGÍA (20)

“Visión sin acción es sólo un sueño. Acción sin visión es solamente ver pasar el tiempo. Visión con acción es el cambo del Mundo”. Anónimo.

En la llamada era de la tecnología y las comunicaciones y en un sutil intento por analizar la posible conveniencia de  pasar a considerar el hecho de cambiar el actual calendario establecido en el mundo moderno y que rige prácticamente a toda la humanidad, conviene decir que resulta imperativo conducir una adecuada implantación de lo que se considera un cambio fundamental y por demás necesario del registro del tiempo, ya que se trata de realizar la revisión de un evento que por cuenta de la ignorancia, indolencia y de cierta manipulación, la sociedad ha venido aplazando esta tarea por cientos de años.

Es de lamentar de manera profunda el hecho que históricamente, el mundo perdió la oportunidad de revisar los claros y avanzados conceptos calendáricos manejados por la cultura maya vigentes al momento del descubrimiento de América, por cuenta de una conquista y dominación adelantada a punta de sangre y fuego de los pueblos sometidos que despóticamente fueron llamados indios, término que acomodado al lenguaje común, significa ‘sin dios’.

En éste punto conviene recordar que un calendario resulta ser el más valioso instrumento para medir tiempo y que como cualquier instrumento de medida, todas sus unidades de magnitud deben ser iguales para buscar mantener el orden natural del tiempo dentro de una adecuada secuencia, elemento de suma importancia para conservar el registro y la memoria de los acontecimientos, tanto en forma de recuerdos, como de cambios de hábitos y el registro del pensamiento y otras formas mentales de raciocinio.

La consideración de establecer un calendario ‘adecuado’, sin duda debería tener en cuenta la relación del hombre con la Tierra, con la Luna, con el Sol, con la Galaxia y con el universo en pleno.

Por ello, las unidades de tiempo que se utilicen deben estar establecidas en función de los ciclos naturales regulares que rigen el planeta y en concordancia, con los principales eventos planetarios que marcan el tiempo, por ahora ya bien definidos con un alto grado de precisión así:

1 Año: Una vuelta completa de la Tierra alrededor del Sol. Se asume como 365 días aun cuando su duración real vista con relación al sol es de 365, 257 días y la duración sideral es de 365, 257, variaciones que son producto del fenómeno de precesión.

1 Mes: Una vuelta completa de la Luna alrededor de la Tierra. En realidad el ciclo se cumple cada 29,5 días lapso necesario para repetir cada fase lunar.
1 semana: Es el lapso de paso de un ciclo lunar, aceptado como la cuarta parte de un mes, sin embargo, los 29,5 días hacen que la semana sea de 7, 375 días solares en verdad.

1 Día: Una vuelta completa de la Tierra sobre su propio eje. Dividido en 24 horas, de 60 minutos y cada minuto de 60 segundos producto del sistema de medición sexagesimal.

No resulta para nada fácil de hacer rimar el año solar con los ciclos lunares pues tienen diferentes duraciones. El año solar de 365 días debería ser compuesto por siete meses de 30 días, más cinco de 31 días, junto con un bisiesto cada cuatro años y un ajuste adicional cada 72 años producto del fenómeno de precesión que causa el desfase de un grado en dicho período.

Igual sucede con el ciclo lunar que debería tener en alternancia un mes de 29 días y otro de 30 asignando entonces meses de tres semanas de 7 días y una de 8, alternando con meses de dos semanas de siete días con dos semanas de ocho. ¿Difícil no?

Pues bien, lamentablemente desde hace centurias y milenios, la humanidad está montada en el uso de una colcha de retazos que al final derivó en lo hoy se llama ‘Calendario Gregoriano’ o de la santería, pues tiene un día asignado a un santo diferente y que en realidad está provisto con doce meses irregulares. De hecho, el calendario en sí y de manera racional, mide aproximadamente una vuelta de la Tierra alrededor del Sol, sin embargo, las unidades de medida de los meses en días no son simétricas, pues se utilizan meses acomodados de 31-30-28-29 días, cuya distribución obedece en particular, a una serie de antiguas decisiones políticas sin ningún rigor astronómico como debería ser.

Gran prueba de éste argumento es que el primer día del calendario es tomado como el 1 de Enero, evento que corresponde a la fecha en que simplemente eran asignados los cargos públicos durante la ya remota y caduca regencia del Imperio Romano, soterradamente heredada por la iglesia.

En cuanto al número de doce meses del año, su aplicación empezó desde hace más de cinco mil años, pues los babilonios y egipcios originalmente montaron sus calendarios sobre mediciones solares divididas en doce partes de 30 días, que junto con un reconocido ciclo de cinco días de ajuste anual, corresponden a la duración que en éste sistema se aproxima en mucho, a la medida del año solar.

Sin embargo, la contabilización tomada de esos treinta días, realmente no corresponde a ningún ciclo natural, puesto que dicho modelo se derivó como directo resultado de la aplicación de la geometría de partición del círculo en doce partes de 30 grados cada uno, con base a la matemática sexagesimal, sin tener en cuenta otras consideraciones.

Se sabe que el antiguo calendario rústico era aún más desfasado, así que en su momento, el emperador Julio Cesar, copiando la costumbre de los egipcios, intentó formular un calendario solar con una medida de 365 días, que si bien derivó en una medida más acertada, no dejó de acomodarse a una versión chueca, tergiversada y desigual, sobre la que lamentablemente, luego fue montado el Calendario Gregoriano de doce meses[1] que ha permanecido vigente desde 1582 hasta hoy.

Para ese entonces y ante la oportunidad de cambio, se consultaron los mejores científicos de la época, quienes se reunieron para trabajar sobre la corrección de un sistema hasta entonces tradicional, pero siempre buscando acomodar el desfase estacional, producto de no haber tenido en cuenta la existencia del año bisiesto, cuya divergencia se manifestaba en el fallido inicio de las estaciones. Derivado del intento de corrección esa falencia, surgió la introducción del 29 de Febrero cada cuatro años y así se aceptó.

Por tanto puede decirse que en el fondo, los calendarios Gregoriano y Juliano son lo mismo en esencia, pues se trata de un calendario acomodado a las malas, por cuenta de la inclusión de dos meses en honor a dos emperadores de manera que por ejemplo, Septiembre, Octubre, Noviembre y Diciembre significan: séptimo, octavo, noveno y décimo, cuando en realidad hoy están en el orden de noveno al duodécimo mes respectivamente.

Pues bien, obedece a una gran estupidez humana usar un calendario desigual, lo cual produce como resultado que el reloj vital se descuadre y además, como si fuera poco, en su confuso diseño se pierde la natural armonía de la secuencia natural del tiempo.

Para muchas culturas el Calendario lunar o de Trece Lunas[2], constituye la más racional norma de medición de tiempo, pues resulta ser mucho más exacto que todos los demás sistemas que hayan utilizado por parte de la humanidad. Éste método de medición sigue de manera muy cercana, los reales ciclos naturales del Sol, la Tierra, la Luna y la Galaxia.

Los meses que se miden con base en el ciclo Lunar, duran 28 días, con cuatro semanas perfectas de siete días cada una. Así, el año se compone de 13 Lunas de 28 días y 52 semanas. Sólo queda un día libre que se llama ‘Día Fuera del Tiempo’ y que corresponde al “Festival Anual de Paz a través de la Cultura”. Su fórmula es: 13 x 28 = 364 + 1 día libre.

Ello no es ninguna novedad, corresponde a la manera natural de seguir el tiempo desde los orígenes de la observación humana. Una vuelta de la Luna en torno a la Tierra dura 28 días y en un año la Luna da 13 vueltas exactas alrededor de la Tierra, mientras que igual, el Sol gira sobre su propio eje gira cada 28 días.

Se tiene referencia que los Druidas en Europa seguían un calendario de 13 meses y cada mes constaba de 28 días. Los nombres de los meses se escribían con un alfabeto basado en los árboles que consistía en 20 letras. El calendario andino o Pachacuti de los Incas también era de 13 meses de 28 días. En las islas de Polinesia también se utilizó éste tipo de calendario y en el antiguo Egipto la mecánica lunar fue conocida como el ‘Calendario de Toth’.

Notable es que igual los mayas desarrollaron el Calendario de 13 Lunas, cuya medición fue implementada por medio de una serie de cálculos exactos con relación a los ciclos propios inclusive de la galaxia. Dicho Calendario de Trece Lunas establecido por la cultura Maya se llamaba Tun U o Tunkin.

Para cualquier observador desprevenido resulta muy fácil seguir el calendario de las trece lunas. El año empieza el 26 de Julio, fecha correspondiente al actual Calendario Gregoriano que sirve como simple referencia, a partir de allí, los días van pasado del 1 al 28 cada mes, mientras los siete días de la semana siempre coinciden con las fechas.

Queda entonces sólo por ajustar el día ‘Fuera del Tiempo’, esto para los mayas es el 25 de Julio gregoriano, ocasión que según sus costumbres, los artistas pueden hablar con clara voz al mundo, a través de su música, su literatura y su arte, para entonces al ir más allá de la historia y mostrar a todas las naciones del mundo, que hay otro camino más armónico de medir el tiempo al decir: ¡Nuevo milenio, nuevo tiempo, nuevo sendero!

Más, ¿Conviene cambiar el calendario? En realidad a pie juntillas, no sería el primer intento conocido.

Durante la revolución francesa, el pueblo quiso liberarse de sus opresores, y fue bajo ese ambiente precursor de la abolición de la monarquía y de la nobleza y otro tipo de dominios, y se empezó a cuestionar la validez del Calendario Gregoriano, utilizado hasta entonces. Los primeros ataques contra dicho calendario convencional ya se habían producido en 1785 y 1788.

Además existía cierta intención de independizar el calendario de sus complejas implicaciones cristianas. Después de la toma de la Bastilla en Julio de 1789, las demandas para efectuar la reforma del calendario tomaron fuerza, se hicieron más frecuentes y poderosas, de modo tal que en principio el nuevo calendario iba a empezar marcando el primer día de la considerada libertad republicana, o sea, el 14 de Julio de 1789.

En ese entonces, un equipo de científicos, poetas, pintores y otros pensadores trabajaron arduamente y durante varios meses en la elaboración del nuevo calendario. Así, el Calendario Revolucionario, también llamado Republicano, finalmente entró en vigor en Francia el día 24 de Octubre de 1793, algo más de un año después de la proclamación de la denominada Primera República Francesa.

El resultado del trabajo de éste equipo fue entregado a la Convención Nacional en Septiembre de ese año y su contenido fue aceptado completamente, de manera que se estableció como ley el 5 de Octubre, para entrar en vigor a partir del 24 de Octubre.

En consecuencia, el año quedó dividido en 12 meses, de 30 días cada uno, aun cuando subdividido en tres periodos de 10 días o décadas. El último día de cada década era de descanso. Se consideró oportuno dividir el tiempo en intervalos de diez días en vez de siete, ya que el diez constituye la base del sistema decimal de numeración. Los cinco días que quedaban se llevaban al final del año, esto es, entre el 17 y el 21 de septiembre del derogado Calendario Gregoriano. Los cinco días eran considerados festivos nacionales y además, en los años bisiestos se tomaban seis días en lugar de cinco. Con éste sistema desaparecía por completo la tradicional semana de siete días romana, judía, cristiana e islámica.

Asimismo, se tomó la decisión que el año debería comenzar con el equinoccio de otoño en razón al gusto de ajustar mucho mejor el calendario a las actividades de la agricultura, así como también al período académico, que comienza después del descanso estival, etc.

Casualmente, la proclamación de la Primera República Francesa el 22 de Septiembre de 1792 o Vendimia del año1, coincide con el equinoccio de otoño de ese año. Eliminando así el 1 de enero como fecha inicial del año, fecha que como se ha visto, fue derivada del calendario Juliano, y establecida en función del inicio de las sesiones del Senado Romano varios siglos atrás.

Los años bisiestos seguían para su determinación una regla diferente a la que aún utiliza el Calendario Gregoriano, y más perfecta. Se entiende que cada cuatro años existe un bisiesto, excepto cada 128 años que tiene dos, ya que al durar el año sideral aproximadamente 11 m y 14 s más que el año trópico, se acumula un error que se convierte en un día cada 128 años. Así pues, en un intervalo de 128 años existían 31 bisiestos en vez de 32. De ésta manera se logra una mayor aproximación a la duración del año trópico que la alcanzada con la aplicación del Calendario Gregoriano.

Durante los años que estuvo en vigor, el calendario republicano funcionó internamente en Francia de una forma satisfactoria. Los mayores problemas eran ocasionados por cuenta de las comunicaciones con el mundo exterior, donde imperaba el calendario Gregoriano.

Pues bien, luego de éste ensayo, el Calendario Revolucionario fue abolido por Napoleón en agosto de 1805. Varias décadas después en 1871, fue brevemente reinstaurado por la Comuna de París, durante varios meses.

Está claro que en los últimos sesenta años se han probado una serie de iniciativas para traer la paz a la Tierra, así como para restaurar el medio ambiente, sin mayor éxito por cuenta de los fabricantes de armas y de la actividad capitalista de explotación depredadora.

Una solución fundamental aún no ha sido probada: ‘Cambiar el Calendario’. Sí, se trata de sustituir el calendario, medida que consiste en efectuar un cambio fundamental y profundo en el manejo del tiempo que conlleva una evolución de la consciencia humana. Pensadores de avanzada consideran que sólo un cambio en la conciencia general traerá las soluciones creativas tan necesarias. El hecho de cambiar el calendario que se usa todos los días, hace que se modifique la percepción de la conciencia para establecer la percepción de la llegada de un nuevo tiempo en la Tierra.

Parafraseando al Movimiento Mundial de Paz impulsado por la Red de Arte Planetaria que apoya el cambio de la medición del tiempo al calendario de trece lunas, a continuación se toman algunos pensamientos válidos...
ü  La Reforma y el Plan de Paz del Calendario de Trece Lunas representan un cambio fundamental que no ha ocurrido en la sociedad humana por espacio de cientos de años.
ü  La Reforma del Calendario de Trece Lunas no sólo constituye un cambio fundamental, sino que también representa un retorno a la percepción del ‘Tiempo Natural’.
ü  El retorno al Tiempo Natural a través de la Reforma del Calendario de Trece Lunas, provee la base para reformular las prioridades humanas y la organización social requerida con relación a la protección del medioambiente.
ü  Se debe aprender inmediatamente sobre las ventajas del calendario propuesto y así ayudar la campaña de implementación del Nuevo Tiempo.
ü  El Calendario Gregoriano no tiene lógica ¿por qué continuar con algo que no tiene razón de ser?
Por ahora le conviene al observador, reflexionar desapasionadamente y con juicio sobre las implicaciones de asumir éste trascendental tema.

"Es el artista quien tiene el enorme poder necesario para cambiar el mundo” .Anónimo.

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Fuente: Mi libro: “UN SENDERO A LONTANANZA”.

Registro de Propiedad Intelectual DNDA: 10-427-242

Autor: Daniel García Vanegas

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ETIQUETAS: Astrología, zodiaco, horóscopo, almanaque, calendario, mitología, retrospectiva, cosmovisión, tiempo, sumerios, tradición, humanidad, historia.

Namasté…



Les saludo una vez más, en ésta ocasión para despedir por algún tiempo el tema de la astrología, salvo que haya algunos lectores interesados en que profundicemos conjuntamente sobre algún tema en particular, en especial por cuenta de sus valiosos aportes.
Como siempre les agradezco su atención y deferencia, mientras se escuchan solicitudes o recomendaciones sobre nuevos temas a tratar en futuras entregas de éste vehículo de difusión del conocimiento.
No olviden compartir, pues gracias a su colaboración éste blog sobrepasan las 350.000 visitas, a lo largo de algo más de dos años de existencia..
Namasté




[1] www.lawoftime.org consultado diciembre 14 de 2015.
[2] www.13lunas.net consultado el 15 de diciembre de 2015

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