GEOMETRÍA SAGRADA (3)
“No miremos atrás
en enojo, ni hacia adelante en miedo… sino que miremos a nuestro alrededor en
consciencia”. Lillen Val Van de Wall.
Resulta
difícil hablar de geometría sagrada sin dar un lugar especial a las
manifestaciones más sublimes del ser humano: los mandalas tibetanos, los
yantras hindúes y los laberintos de la región europea, estos últimos que se incluyen
tradiciones establecidas en Francia, Inglaterra y Escocia.
Los mandalas responden a una
configuración geométrica de inspiradora perfección muy recurrente en el arte
religioso del budismo tibetano, al igual que en el hinduismo. En sánscrito, la
palabra significa ‘rueda’ y el primer registro que se conoce para este término
aparece en el texto del Rig Veda.
Ésta clase de figuras fueron las que más apasionaron a Carl Gustav Jung en su
estudio del comportamiento humano, al punto que se convirtieron en parte
esencial de su exploración sobre las características de la mente arquetípica
del ser humano.
Los
mandalas más comunes incluyen la figura de un círculo contenido dentro de un
cuadrado y a partir de ahí se desdoblan en un sortilegio de matemáticas sacras.
Sin embargo, en todas las formaciones mandálicas se evidencia una simetría
geométrica, existen mandalas con los más múltiples estilos. Como era de
esperarse, las manifestaciones más exquisitas de esta clase de figura, son
cortesía de la naturaleza, entre ellas algunas flores con sus estructuras
sincronizadas o latentes en el imperdible diseño del iris del ojo.
El
mandala representa las fuerzas cósmicas que actúan dentro un ámbito arquetípico como una suerte de opciones del lenguaje celestial. Por éste motivo es
utilizado para fijar la observación y la elevación del estado de conciencia,
mediante representaciones visuales ligadas a experiencias interiores, pues
proporcionan un medio que por excelencia, permite llegar a estados mentales que
proceden desde afuera hacia el centro.
Sus
representaciones figurativas corresponden a los denominados psicogramas que en
sí, constituyen proyecciones de contenidos espirituales cuya clave hay que
reconocer mediante elementos iconográficos, aparecen al emplear una imagen o un
instrumento que invite a que el pensamiento meditativo logre encontrar el
camino del Yo Interior para realizarse en él.
La meditación es una habilidad que se ha practicado desde
la antigüedad. Se trata de la relajación de su cuerpo, la mente y las emociones
como una forma de liberar la conciencia con un enfoque claro y centrado sobre
lo que el observador elige.
Aunque la mayoría de los enfoques de la meditación se hacen con los ojos cerrados
y un ambiente tranquilo, también resulta útil emplear la vista y el sonido con
el fin de lograr ciertos propósitos específicos, como por ejemplo, sentir las
profundas vivencias expresadas por las formas geométricas sagradas. Algunas
técnicas de meditación han utilizado asociadas durante siglos, el canto del
mantra, mientras se admira fijamente a la forma.
Bien, los mandalas
consisten en sistemas de estructuras geométricas ensambladas que crean un
conjunto de estímulos y representaciones de colores y formas de modo que actúan
en la percepción del observador como una fuente concentradora y generadora de energía
que brinda inspiración.
Son
una clase de despertador que lleva al observador hacia grados de conciencia
superior y que actúan como puertas de conexión con el más allá. Envían estímulos sensoriales a la mente, efecto que hoy se conoce como ‘espectro
subliminal’.
El mensaje pasa a través de la visión hacia los receptores del cerebro en donde
se procesa y allí se obtiene una reacción de actitud positiva, de recuperación
de autoestima y de liberación de miedos o angustias, pues su estímulo
desbloquea emocionalmente y genera una gran cantidad de cambios internos.
Esta posibilidad parte del uso de la estructura geométrica que de forma
arquetípica, adquiere el constante cambio y evolución, así como atiende las
infinitas posibilidades que tiene el caleidoscopio del universo, para dar la
sensación de traslado o de participación en un viaje multidimensional que
termina por preparar la mente para estar centrada o expandida ante nuevos
conocimientos.
En en
consecuencia, para que el observador llegue a nuevos grados de conciencia que
sobrevienen como producto de su avance en las escalas de reflexión y energía. En
resumen, una vez que la mente capta el estímulo
visual, entonces lleva a cabo los procesos de cambio correspondientes.
Los Yantras son símbolos
visuales hindúes que representan arquetipos cósmicos de la arquitectura del
espíritu puro. Se trata de un término sánscrito del prefijo yan: ‘concepción mental’ o instrumento,
dispositivo y herramienta de la imaginación, la visualización, la memoria, la
creatividad y la concentración.
Sus estructuras
muestran ciertas representaciones geométricas complejas, que representan los
diferentes niveles energéticos del cosmos multidimensional, propios de la
consciencia que son personalizados bajo la forma de una deidad y/o del cuerpo
humano, como una réplica micro-cósmica del macrocosmos.
En la práctica,
los Yantra hindúes son lineales, mientras que los mandalas budistas son
bastante más figurativos. Por tanto, es a partir del uso de ejes cardinales,
como se suelen sectorizar las partes o regiones internas de ambas
representaciones.
El laberinto corresponde a un
elemento que juega un papel fundamental en las proyecciones de la psique
humana, a partir de la búsqueda que utiliza al arquetipo como guía. Son
formaciones geométricas que manifiestan una entrada-salida y un centro. Pueden
estar simplemente impresos en el piso e invitar a recorrer su superficie, o
pueden incluir muros que protegen sus trazos o rumbos y en consecuencia obligan
al caminante a encontrar su única salida. Diversas catedrales y sitios sagrados
de Europa incluyen un laberinto, entre ellos la Catedral de Chartres, ubicada a
unos cuantos kilómetros de París.
Se dice
que tras largas peregrinaciones durante las cuales los devotos iban preparando
su mente, su cuerpo y su espíritu para una conjugación final que sería
catalizada como una especie de epifanía mística, los visitantes tenían como
destino final la consumación de su camino en el plácido andar de estos
laberintos. En éste sentido es importante recordar que la verdadera salida del
laberinto está en llegar a su centro.
La escalera representa el
movimiento permanente de energías que circulan, las cuales se inter-penetran,
se fecundan, se transforman y se regeneran permanentemente, tal como sucede con
el ciclo del agua en la Tierra o al transitar el largo del eje vertebral por
donde circulan de arriba abajo y de abajo arriba las energías primordiales
representadas por la kundalini, cuyo ícono es una serpiente o un dragón que en
sí, controla la vida y la muerte.
Tal es el caso de la energía kundalini que sube y baja
verticalmente por medio del fluido espinal, a través de la columna vertebral de
modo que atraviesa todos los chacras y en su proceso alimenta el cerebro y
modula su actividad evolutiva para de esta forma condicionar el estado de
consciencia activo.
Mer-ka-bah, palabra original
hebrea significa rueda, carroza o el trono de Dios. Su conformación es de
naturaleza completamente geométrica, ya que se trata de una geometría sagrada
que en ella se encuentra el núcleo u origen de toda forma contenida en la
creación.
Este
campo es extremadamente complejo de describir, pero se sabe que se extiende a
través de
todas las posibles dimensiones y universos paralelos, y puede quizá
modificar su propia naturaleza hacia otra clase más apropiada. Se sitúa
alrededor del cuerpo como una red de conexiones geométricas y tridimensionales,
En algunos casos está en reposo, esperando el momento apropiado para ponerse en
movimiento.
Por su
parte el denominado cristal Mer-ka-bah está tallado en forma de pirámides
entrecruzadas y se interpreta como la unión de corazón, mente y cuerpo. Su
forma[1], plasmada en las modernas enseñanzas esotéricas, muestra que la
Mer-ka-bah es presentada como un vehículo inter-dimensional bajo una forma isométrica
que está compuesta por tres tetraedros estrella superpuestos, los que se
integran uno sobre otro, de modo que al observarlo o dibujarlo, se aprecia su
volumen como una sola unidad.
Cada uno
de los cuerpos de las tres sub-formaciones, está compuesto por dos tetraedros
simples, uno que apunta hacia arriba que es considerado masculino o tetraedro
sol; y otro que apunta hacia abajo que es femenino o tetraedro tierra.
Igual
tiene una clasificación y una dirección de movimiento dinámico. El primero de
ellos es dextrógiro y femenino; el segundo es levógiro o en contra de las
manecillas del reloj y es masculino. El tercero es neutro y no gira, se
mantiene como detenido en su eje. Este conjunto conforma un tetraedro múltiple
en estrella.
Su
naturaleza es cristalina y geométrica; la interrelación de estos campos en el
universo provee orden y armonía a su estructura. La forma humana irradia en su
totalidad éste campo desde el momento cuando comienza la concepción.
Grave
error resulta de la creencia de que existe sólo un tetraedro estrella y que
éste posee dos tetraedros simples (femenino y masculino) que giran en sentido
contrario. En realidad son los tetraedros estrella completos los que giran.
La
sabiduría y comprensión de estos campos fue entregada a la tierra hace más de
trece mil años a través de la geometría sagrada. Este campo de luz se llama
Mer-ka-bah o vehículo de rescate; se accede al mismo a través de llaves
geométricas específicas: la estrella pentagonal, tetraedro, octaedro, dodecaedro
y demás comandos de velocidad que aceleran o desaceleran dicho vehículo.
La
Mer-ka-bah corresponde a un estado de conciencia, el mismo que debería haberse
alcanzado desde hace miles de años; mediante esta sagrada geometría, pues se
entiende que el Ser es uno con el movimiento y con el todo y por consiguiente,
el todo es uno consigo mismo.
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Fuente:
Mi libro: “UN SENDERO A LONTANANZA”.
Registro de Propiedad
Intelectual DNDA: 10-427-242
Autor:
Daniel García Vanegas.
Dar sus
comentarios a mayorideas@gmail.com
ETIQUETAS:
Geométrico, geometría sagrada, hologramas, fractales, Yantras, mandalas,
laberinto, espiral, Mer.ka-bah, sólidos, perfiles, figuras, poliedros regulares,
sistemas, ordenamiento, energía, vibración, entidad, existencia.
Aunque la mayoría de los enfoques de la meditación se hacen con los ojos cerrados y un ambiente tranquilo, también resulta útil emplear la vista y el sonido con el fin de lograr ciertos propósitos específicos, como por ejemplo, sentir las profundas vivencias expresadas por las formas geométricas sagradas. Algunas técnicas de meditación han utilizado asociadas durante siglos, el canto del mantra, mientras se admira fijamente a la forma.
El mensaje pasa a través de la visión hacia los receptores del cerebro en donde se procesa y allí se obtiene una reacción de actitud positiva, de recuperación de autoestima y de liberación de miedos o angustias, pues su estímulo desbloquea emocionalmente y genera una gran cantidad de cambios internos.
Esta posibilidad parte del uso de la estructura geométrica que de forma arquetípica, adquiere el constante cambio y evolución, así como atiende las infinitas posibilidades que tiene el caleidoscopio del universo, para dar la sensación de traslado o de participación en un viaje multidimensional que termina por preparar la mente para estar centrada o expandida ante nuevos conocimientos.
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