“La astrología representa la suma de todos los
conocimientos psicológicos heredados por el hombre desde la más rancia
antigüedad”. Carl Gustav Jung.
La primera
aparición de múltiples dioses asociada con expresiones del arte egipcio tiene
lugar alrededor de unos 1600 años a.C., esto es, en el curso de la decimoctava dinastía
y la regencia de las deidades siguió y pasó con el tiempo hasta Alejandro El
Grande (356-323 a.C.) época cuando se ve con claridad que los doce dioses
egipcios relacionados con su calendario original, comenzaron a ser deidades
asignadas a los meses que a la vez se convirtieron asimismo en las figuras protectoras
de los signos del Zodíaco que les fueron asignados, cerrando de éste modo el
tradicional ciclo de asociación de dioses, meses, astros y signos. Dichas pautas,
fueron vigentes y trascendieron hasta los tiempos del imponente imperio romano
y de allí continuaron hasta hoy, por supuesto con sus diferentes añadidos, interpelaciones
e interpretaciones.
Al comienzo sin lugar a duda, los sumos sacerdotes aposentados en el
imperio egipcio y de manera temprana, realizaron
observaciones astronómicas. Sin embargo, la motivación primordial del calendario
respondió a la necesidad vital de
predecir con antelación a las temporadas de
siembra y cosecha y en especial sobre los cambios de las condiciones meteorológicas y los movimientos
migratorios de los animales salvajes que
soportaban la caza.
Durante miles de años, los egipcios vivieron por cuenta
de las inundaciones que a finales
de junio regaban el valle del Nilo, cuando
coincidiendo prácticamente con el acontecimiento de la aparición de Sirio en el cielo conocido como la ascensión
helíaca de Sothis, alrededor del 20 de junio, se
esperaba el fenómeno de la crecida del rio. Ese evento fue detectado probablemente alrededor de 3000 a.C. en cuanto los sacerdotes
siempre observaban que justo antes de la inundación del Nilo y luego de casi medio año de ausencia de la
bóveda celeste, Sirio volvía a aparecer
radiante en el cielo nocturno.
De ésta forma, al contar el tiempo transcurrido entre una aparición de Sirio y la siguiente, se llegó a determinar con precisión que la duración del año era de 365 días, indicador que para entonces llamaron ‘Período de Sothis’ o ‘año de Sothis’ en honor a la estrella.
Pues bien, el
intervalo de tiempo que sucede entre dos salidas en línea ‘helicoidal’ de esa
estrella corresponde al año sidéreo o sideral, el cual en realidad no coincide
exactamente con el verdadero año solar o del trópico, puesto que éste último determina
la temporización o periodicidad de las estaciones. La razón por la no coinciden
el año sideral y el año tropical es causada por cuenta de la precesión de los
equinoccios que se produce de manera natural en el planeta. De todos modos, la
diferencia entre ellos es relativamente pequeña y se acerca a 24 horas/año.
Entonces, dicho
calendario que se basa en la observación de la salida ‘heliaca’ de Sirio, curiosamente
la estrella más brillante del cielo visible a simple vista y que se produce
cuando al cabo de un año, de nuevo resulta visible en el horizonte justo antes
del amanecer, aparición que se da después de un intervalo de tiempo en el que
la luz solar impide su visibilidad.
Las teorías
astrológicas egipcias, por tradición han sido consideradas como producto de
leyes cósmicas inmutables, aplicables a cualquier plano o manifestación de la
vida y están basadas en un sistema de cronología sexagenaria, cuyos ciclos
trabajan en forma circular, de modo que al llegar a su punto final, vuelven a
empezar en una secuencia eterna que nunca concluye.
Su estructura contempla además la visión acompasada con ciertos grupos de estrellas que acompañan su tránsito por la bóveda celestial, siguiendo el mismo contexto asumido que relaciona la influencia de sus diversos dioses.
Los egipcios
desarrollaron un calendario completo, exacto y complejo conocido desde de la más
exigua antigüedad. El año egipcio constaba de doce meses de treinta días y era
adicionado con un período adicional de cinco días, coincidiendo en esto con la
propuesta del posterior concepto del calendario revolucionario.
Según algunos
autores se trata de un concepto que desde la perspectiva astrológica actual no
debería darse, puesto que la cultura egipcia no hizo ninguna contribución
notable o esencial al desarrollo de la astrología que hoy se conoce.
Por
otra parte, si bien la cultura egipcia floreció
durante un largo período de cerca de 3000 años, de hecho, en principio sólo se practicó una astrología
insipiente, renovada únicamente después de la caída del imperio como tal y marcada
con la llegada de griegos y romanos
quienes aparecieron sus "magos caldeos" portadores de conocimientos de una astrología más
desarrollada.
Es en una etapa
posterior, una vez surge la famosa biblioteca de Alejandría, magno recinto donde se recogió
todo el conocimiento que al respecto, amén de tantos
otros, fue proveniente de babilonios, persas y asirios, en una encomiable colección
que fue perdida producto de un aparente inducido incendio.
Afortunadamente, para la ciencia relacionada, Claudio Ptolomeo de Alejandría (100 -170) preservó
algunos de tales conocimientos en su
obra Almagesto, nombre árabe
dado al tratado astronómico conocido en Grecia
como Hè Megalè Syntaxis, o "El gran tratado".
Dicho compendio
contiene el catálogo estelar más completo y reconocido de la antigüedad, el
cual fue utilizado ampliamente durante siglos por los árabes, para luego llegar
a Europa hacia la alta Edad media, y en cuyo cuerpo se describe el sistema
geocéntrico y el movimiento aparente de las estrellas y los planetas para
entonces contemplado.
La cosmología egipcia como concepto del mundo igual era geocéntrica, donde la estructura
del universo tenía la Tierra como punto de referencia y
centro del universo. Alrededor de
ella estaban claramente la luna y el sol, mientras Mercurio y Venus también giraban alrededor del Sol, en tanto los planetas exteriores como Marte, Júpiter y Saturno giraban concéntricamente alrededor de la Tierra.
Los egipcios fueron también usuarios del modelo
de calendario solar que todavía se
utiliza hoy. Sin embargo para la regulación cotidiana de la vida,
tal como sucede y ha sucedido con prácticamente todas las culturas antiguas, se utilizó el calendario lunar.
De igual manera, la clase sacerdotal aprendió a calcular los plazos de eclipses de sol y de la luna, lo que les dio un gran poder sobre el pueblo, ya que en un promedio
de cuatro veces al año siempre aparecía el argumento del ‘látigo de castigo de los dioses’,
silogismo amenazador utilizado para amedrentar la gente en la
práctica de su dominación.
Se sabe que tenían conocimiento e identificaban las
estrellas principales y les eran familiares muchas
constelaciones, de las cuales sólo cuatro o cinco, corresponden a las constelaciones
zodiacales luego tradicionales.
Esto fue lo que
posteriormente en el marco de los babilonios, los persas y los asirios, condujo
a mayores conocimientos astronómicos y con ello, se llegó al desarrollo de una
sabiduría de las estrellas de gran complejidad, gracias a la cual, hoy se dispone
de la actual astrología.
Con relación al
zodiaco como producto del análisis de las órbitas de los planetas y su
influencia en el comportamiento, se considera que en un principio los egipcios no
sabían mucho al respecto, porque por ejemplo, no tenían muy clara la separación
de estrellas y planetas.
Por tanto, la
religión de los egipcios no era una religión dependiente de las estrellas. Y
así permaneció por centurias, pues no se le veía suficiente utilidad práctica.
Nunca se llegó al concepto de la búsqueda y exploración de la voluntad de los
dioses que se movían con su modo de pensar a través del cielo, a diferencia del
caso de los sumerios quienes ya estaban en el tema alrededor del 2200 a.C.,
fenómeno de análisis que llevó más tarde a los babilonios, los persas y los
asirios a disponer de un mayor conocimiento astronómico, y por ende conllevó el
desarrollo de una sabiduría de gran complejidad con respecto al tema de las
estrellas que a su vez derivó en la fundamentación de la astrología actual.
El concepto del
mundo así representado proviene del período final del imperio egipcio inducido por Roma, poco antes del inicio de la
era cristiana. No se trata de un modelo original de Egipto, sino que
probablemente fue adoptado de los babilonios y caldeos.
Esto queda
claramente documentado mediante el zodíaco de Denderah (aprox. 100 a.C.) que,
en contra de la opinión de muchos astrólogos, de ningún modo es el zodíaco más
antiguo conocido, sino una fiel copia de un zodíaco babilónico, éste sí, unos
1.000 años más antiguo.
Pues bien, en el
Egipto tardío, cuando una persona nacía se asociaba su nombre con el nombre de
un dios correspondiente, de manera que a partir de la fecha de su cumpleaños
encontraba asociado el signo, las características y las funciones que le asignaba
la costumbre de ésta antigua civilización.
Naturalmente, se hace
una relación de constelaciones zodiacales con los dioses regentes más
llamativos y se asigna una correspondencia, más no sucede así con aquéllas deidades
más débiles o menos reconocidas.
El primer referente
habla del zodiaco de Denderah que forma
parte del antiguo concepto egipcio sobre el mundo real
visto en la representación del cielo asignado a la diosa
Nut, venerada en Luxor, en
el templo o cenotafio de Setis I alrededor del año 1300 a.C. y en la tumba de
Ramsés IV datado en 1155 a.C.
El mundo
es imaginado como una limitada placa plana o un
disco que se encuentra dentro de la bóveda celeste, dentro de
la cual, la diosa del cielo mueve las estrellas de
oriente a occidente que después de la puesta del sol, son transportadas de vuelta hacia el este a través del mundo subterráneo.
“Al ser libres de
pensar, nada interferirá con esa libertad”. Anónimo.
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Continuará…
Fuente: Mi
libro: “UN SENDERO A LONTANANZA”.
Registro de Propiedad Intelectual DNDA: 10-427-242
Autor: Daniel
García Vanegas
ETIQUETAS: Astrología,
zodiaco, horóscopo, almanaque, calendario, mitología, retrospectiva,
cosmovisión, tiempo, sumerios, tradición, humanidad, historia.
Namasté…
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