LA ASTROLOGÍA (12)
“Las matemáticas
y la geometría son las bases pitagóricas sobre las que se sustenta la
astrología. Los aspectos planetarios responden a la doctrina de la Geometría
Sagrada de Pitágoras aplicada al perpetuo ciclo de los cuerpos celestes en el
sistema solar”.
Anónimo.
Su forma de
denominación obedece a la gestión de su principal promotor, esto es, en
homenaje del papa Gregorio XIII, quien lo implantó en el año 1582 por medio de
la bula Inter Gravissimas[1].
La reforma gregoriana del calendario, se origina del
requerimiento de revisar, corregir e implementar una de las antiguas resoluciones
del Consejo de Trento, al decir que el nuevo calendario debe ajustar el desfase
temporal producido desde el primer Concilio de Nicea del año 325, el cual con
la anuencia imperial, fijó el momento astral para celebrar la Pascua en
relación con otras fiestas religiosas móviles.
Lo que ahora en realidad importaba, era dar regularidad
al calendario litúrgico, hecho que hizo necesario introducir algunas
correcciones en el calendario civil corriente. Al final su cabio en esencia
consistió en adaptar el calendario civil al año trópico.
Se debe recordar que por mandato del Concilio de Nicea, se
estableció que la Pascua se debería celebrar el primer domingo de luna llena
después de sucedido el equinoccio vernal en el hemisferio norte y más aún, en caso que el
plenilunio cayera en domingo de modo que llegara a coincidir con la fiesta de
Pascua judía, entonces la Pascua de Resurrección cristiana tendría que conmemorarse
el domingo siguiente. De ésta forma se evitaba una terrible coincidencia de
celebración de las fiestas de Pascua de Resurrección y de la Pascua judía.
Cabe anotar que para el año 325, dicho equinoccio ocurrió
el 21 de marzo, de modo tal que con el paso del tiempo, la fecha del evento se
fue modificando hasta el punto que para 1582 y siguiendo el calendario juliano,
ya se había anticipado la fecha en 10 días, mientras el suceso del equinoccio de
manera real según dicho calendario, físicamente aparecía el 11 de marzo.
El desfase provino de un inexacto recuento del número de
días acumulados con respecto del año trópico; puesto que el calendario juliano sólo
consideró un año bisiesto cada cuatro, debido a que asumía que el año trópico
estaba constituido por 365,25 días precisos, tal como fue indicado por los
caldeos en su debido momento, mientras la cifra correcta de traslación del
planeta es de 365,242189, o lo que es lo mismo, dura 365 días, 5 horas, 48
minutos y 45,16 segundos. Esos once minutos anuales adicionales, al no ser descontados
para cada año durante los 1257 períodos que trascurrieron entre el 325 y el
1582, llegaron a generar el manifiesto error acumulado de aproximadamente 10
días.
Pues bien, fue Ugo Boncompagni, eminente jurista
eclesiástico, el real conductor de la reforma del calendario y lo hizo una vez
resultó elegido Papa el 14 de mayo de 1572, bajo el nombre de Gregorio XIII.
Él crea la Comisión del Calendario que incluye a Luis
Lilio y Christopher Clavius. Éste último, era un astrónomo jesuita, considerado
el ‘Euclides’ de su tiempo, por ser un famoso matemático y astrónomo. Tan
descollante es, que el mismo Galileo lo requiere como apoyo científico cómo
aval de sus observaciones telescópicas.
En cuanto a Lilio, es un médico y astrónomo, a quien se
conoce como el autor principal de la Reforma del Calendario, aun cuando murió
en 1576, sin tener la oportunidad de ver terminado el proceso de instauración
de su obra.
Igual en el mismo proceso, participó el rey Alfonso X de
Castilla, mentado como ‘El sabio’, valioso personaje de ésta historia,
reconocido por aportar el valor dado al año trópico, consignado en las tablas
Alfonsies de 365 días 5 horas, 49 minutos y 16 segundos, dato que fue tomado y
asumido como correcto por la Comisión a cargo del Calendario. Al final, es
Pedro Chacón, matemático español, quien escribe el llamado ‘Compendio de
Lilio’, estructurado con el apoyo de Clavius, de modo tal que el 14 de septiembre
de 1580, se aprueba la reforma sugerida, para ponerla en práctica ya en octubre
de 1582.
Hoy en día, el Domingo de Pascua lo define la Iglesia
Católica según lo estableció el calendario gregoriano, indicando que
corresponde a aquel domingo en que se celebra la Pascua del Señor, sobre la
primera luna llena que suceda después del 20 de marzo.
Empero la historia narra que esta medida suscitó una gran
controversia al respecto. De acuerdo con el Nuevo Testamento, Jesús fue
crucificado en la víspera de la Pascua Judía y en él se asevera que fue tres
días más tarde cuando resucitó. Por lo tanto, la conmemoración de estos hechos
pasa a determinar sin duda alguna, el momento de celebración de la Pascua de la
Resurrección.
Es así como a través del tiempo, se presentó entre los
mismos cristianos una gran diferencia sobre la fecha de Pascua[2],
pues de hecho, la resurrección se celebra después de Pascua judía que vista de
manera específica se fija en función de la noche de la luna llena que cae dentro
de la secuencia del original del calendario lunar babilónico, esto es, a los
catorce días del mes de Nisán, el cual es el primer mes del año judío y por
tanto, la Pascua judía en su tradición, cae en diferentes días de la semana y
va variando de un año a otro.
Por otra parte, los cristianos de origen judío querían conmemorar la resurrección crística el primer día de la semana litúrgica y siempre en domingo. Por cuenta de la aplicación de su método tradicional, la Pascua se realizaría siempre el mismo día de la semana, muy a pesar que en cada año, la pascua la judía cae en diferentes días de la semana.
Como resultado de ésta notable diferencia en el método de establecimiento de la celebración, sucedió que las iglesias cristianas de Oriente que por su ubicación se encontraban más cerca del lugar de nacimiento de esa otrora nueva religión y que por sus costumbres ya tenían una tradición establecida, sencillamente pasaron a celebrar la pascua en un todo muy de acuerdo con realización de la fecha de la pascua judía, mientras las más alejadas Iglesias de Occidente, hijas descendientes de la civilización grecorromana, celebraban en su lugar, la Pascua en los día domingo atendiendo la fecha juliana.
Es así como finalmente llega la
solución, al jueves juliano fechado como 4 de octubre de 1582, le sucede el
viernes gregoriano, 15 de octubre de 1582 borrando de un tajo diez días que
desaparecen, debido a que ya se habían contado de más dentro de la secuencia
del calendario juliano.
El calendario se adoptó de inmediato en aquellos países
de marcada influencia católica, más sin embargo, en los países no católicos, esto
es, los protestantes, anglicanos y ortodoxos, dicha enseñanza tardó no sólo
años sino hasta siglos para ser implementada. Es más, aún hoy en algunos
países, se sigue utilizando el calendario Juliano, sólo para no reconocer la
autoridad del Papa de Roma, al no aceptar su aplicación.
Pero fuera del mantenimiento de otros calendarios en el
seno de otras iglesias, el calendario gregoriano al final se estableció en
pleno y hoy se utiliza como base para la determinación del cambio año natural
asumido en todo el mundo como 1 de enero y todo ello sucede a partir de la
reforma gregoriana del siglo XVI.
Más adelante éste reciente desarrollo lleva finalmente a que en el
siglo XVII, época de reconocidos astrólogos como Morín de Villefranche y de
Lilly, nuevamente se promueva por parte de la iglesia una otra etapa de
prohibición y persecución de la astrología y de los astrólogos, la cual resulta
parecida en el fondo, a la tan famosa persecución promulgada y llevada a cabo a
finales del imperio romano.
Cabe debe recordar que en aquel momento, la astrología fue
finalmente hostigada por la unión de las fuerzas del César y motivada por la
intervención política, junto con las del todavía fresco cristianismo, quienes
argumentaban en su contra, la existencia de faltas y prácticas paganas contra
la fe implantada por Constantino de poder contar con un único dios como la
soberbia medida de unificación política de su imperio.
En ésta nueva etapa, fueron las fuerzas de la teología escolástica
patrocinada por la iglesia que obrando en conjunto con el movimiento surgido en
el seno de la aún joven posición filosófica de la ‘ilustración’, donde si bien
avanzaban por caminos separados, tenían en común el objetivo de erradicar la marcada
presencia de la superstición y la adivinación.
De por sí, las publicaciones astrológicas fueron cada vez más restringidas
y prohibidas, al punto que en algunos países, incluso se llegó a prohibir tajantemente
la práctica de actividades astrológicas que fuesen remuneradas.
Ante esta clase de medidas, la seriedad y la profundidad
filosófica de famosos pensadores contemporáneos como Kepler, Newton, Goethe,
etc., no quisieron ni pudieron hacer nada y por ende, la astrología fue reducida
a escombros y entró en una franca fase de decadencia.
“Treinta días
trae noviembre, con abril, junio y septiembre; de veintiocho solo hay uno y los
demás, de treinta y uno”. Adagio popular.
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Continuará…
Fuente: Mi
libro: “UN SENDERO A LONTANANZA”.
Registro de Propiedad Intelectual DNDA: 10-427-242
Autor: Daniel
García Vanegas
ETIQUETAS:
Astrología, zodiaco, horóscopo, almanaque, calendario, mitología,
retrospectiva, cosmovisión, tiempo, sumerios, tradición, humanidad, historia.
Namasté…
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