LA METAFÍSICA NUMÉRICA
RAZÓN FILOSÓFICA- PSICOLÓGICA
“El que la ciencia pueda sobrevivir largamente depende de la psicología; es decir, depende de lo que los seres humanos deseen”. Bertrand Russell.
Esta condición de los números, revela tanto su acción en el Universo, como el carácter y el origen de tal acción. Dicen los expertos que el conocimiento de su espectro, puede conducir al poseedor, hasta el manejo efectivo de la fuerza poco conocida, que se haya encerrada en los números.
Allí está la
esencia o llave verdaderamente práctica de la cábala, cuyo punto que debe
quedar para siempre cerrado tanto a los profanos, como a los profanadores. Es
posible que si se conoce el número humano correspondiente a cada facultad, se
puede actuar sobre tal facultad, en la medida en que se logre actuar sobre el
‘Ser-Número’ correspondiente. El Tarot y el complejo tema Astrológico
especializado, son las aplicaciones efectivas de éste tipo de conocimiento.
Desde el punto
de vista ontológico y puramente iniciático, el Ser en sí no tiene forma, ni
límite, ya que él, es el Infinito.
Por su parte,
los números son el lenguaje limpio de la ciencia del Ser o aquello a lo que la
filosofía, da el nombre de Ontología.
Su alfabeto,
corresponde a la serie de los nueve primeros números, complementados por el
cero. Para lograr comprender esta definición, y de por sí éste mismo alfabeto,
se debe escalar hasta llegar a conocer la noción del ‘Número-Ser’, que
corresponda a cifra que se quiere contar.
Empero, para
acercarse a una concepción del mundo real, se debe imaginar que el infinito es
doble: por un lado, tan infinitamente grande como puede ser el espacio celeste
que se extiende alrededor del Universo, y al mismo tiempo tan minúsculo, como
lo es el más ínfimo punto matemático que sea realizado por una nano-punta
perfecta, es decir, por la intersección de tres planos competidores.
Es posible pues
intentar representarlo materialmente y realmente, siempre en su concepción
doble, como si fuese, un punto matemático establecido en el espacio infinito.
Esta, es la imagen que daba Pitágoras y que Pascal repitió en su fórmula
célebre.
Solamente habría
que añadir a ello, que ese punto matemático es nacido; Se puede figurar, como
la condensación extrema de todo el Universo, reuniendo en sí y por
consiguiente, toda la energía que está atada al todo, de cualquiera que sea la
naturaleza que ella sea. Es la Potencialidad total, la Omnipotencia de la acción.
El espacio
tampoco no es nacido, es más bien una realidad y, posiblemente, el elemento más
cierto y más innegable por parte del humano: es toda la Impotencia de hacer; es
el vacío, es él, reducido a la sola facultad para contener, para recibir; es la
Fuerza de ser. El punto de intersección y el espacio son inseparables: puesto
que bien hace falta que dicho punto esté en alguna parte, bajo la pena de
llegar a no ser.
Igual, a la
inversa se puede concebir, una realidad tangible, esto es, la Omnipotencia expandida
en el Espacio infinito y por consiguiente anulada en provecho de éste; los
roles y papeles entonces son derribados: la Omnipotencia, se hizo toda
Impotencia, con la única facultad de ser condensada, mientras el Espacio, se
hizo todo fuerza para condensar, para reducir, para anular todo lo que
contiene, y así volver al vacío y aniquilar la manifestación de la Fuerza, en
una sola palabra, agotar toda Resistencia.
Pero cualquier
idea que sea acogida o ambas concepciones que se adopten, definen siempre al
Ser Absoluto como la dualidad de lo Minúsculo, sumergido en la infinita
grandeza. Sólo este tipo de concepción, permite acercarse al entendimiento,
porque ella está encerrada en el mundo real, donde todo es dual; y cada uno de
sus límites infinitos, aparece allí en forma doble: infinito en Fuerza, si es
nulo en espacio y recíprocamente, infinito en espacio, si es nulo en fuerza.
Tampoco es
Absoluto lo que siquiera se pueda nombrar como Ser; lo verdaderamente Absoluto
no es mencionable, ni siquiera concebible y menos, con sólo por intentar
definir sus dos polos, puesto que no se sabe nada más sobre él; lo que se llama
ordinariamente como un Ser, para el observador se reduce a la combinación
limitada de la interpretación de estos dos polos: la nada y el Infinito.
En efecto,
matemáticamente es bien conocida la demostración matemática que se resume en la
fórmula: “Cero por Infinito es igual a Uno” 0 x 00 = 1. Lo que significa que un
número cualquiera, o una realidad cualquiera e individual, al final siempre
resulta ser el producto de cero por el Infinito.
Extendiendo esta
noción hasta sus límites extremos, en general el observador siempre acude a la
representación semiótica y llama al ‘Ser por Excelencia’, al máximo
representante posible de esta entidad, y nunca a su Ser mínimo, es decir, no
acude a ambos valores referidos a la cantidad efectiva, que llega al momento
del contacto de los polos imaginados, de lo Absoluto.
La expresión ‘No
Ser’, no significa propiamente la nada, o lo imposible, sino, por el contrario,
se refiere a lo que todavía no siendo, está bajo el poder de Ser.
En cuanto a la
nada propiamente dicha, resulta ser una concepción tan imposible, como lo es la
de lo Absoluto, si no, más imposible todavía. Y aun cuando en algunas creencias
se asocia con el vacío, es aún mucho menos que eso.
Hay pues tres
naturalezas de números esenciales: el Infinito, Ninguno y Uno. Al dejar a un
lado las dos primeras, es la última de ellas, lo único que debe ser causa de real
ocupación; ya que se trata de encontrar en ella, la fuente de todos los
números, o sea, las diversas manifestaciones de los seres individuales, tal como
se plantea a continuación.
EL UNO
Se Llama UNO,
todo ser real considerado en sí, en toda su esencia, en lo que lo distingue de
otro ser y en lo que le hace definir una individualidad, es algo que la
inteligencia no pueda llegar a analizar más, aunque eso sí, en lo que le es
ordinario, es un algo que siempre está revestido de una forma múltiple.
El Uno, puede
tener una inagotable infinidad de variedades que le acercan más o menos ya sea
con uno o con el otro de los polos de lo Absoluto, en un rango tan amplio que
permite hasta llegar al punto de contacto mismo de los polos.
Se perciben pues
tres tipos de ubicación en los niveles de presencia del Uno: sea en ambos
extremos, en cualquier punto intermedio o en el infinito.
Ambos extremos
son de una parte, el Uno que sin dejar de ser real, puede cumplir con todo el
intervalo, o con el rango que cumple toda la diferencia entre ambos polos, y
por otra parte, el que por el contrario, es tan ínfimo, como para dejar vacante
todo el intervalo, es decir, Uno es: el Todo y la Nada.
Todavía se llaman
de esta forma, aunque esto sucede por un abuso del lenguaje, pues sin ningún
inconveniente en cuanto la definición se refiere, el Uno se define como el ser
y el no-ser (o, la nada).
De hecho, igual
difieren los polos de lo absoluto, a los cuales se dio en seguida los mismos
nombres en lo que estos extremos puedan engendrar en los campos de la realidad
y la pertenencia. Ellos están en general, como un lugar dentro de estos polos, pero
inclinados hacia algún lado de lo Absoluto.
Matemáticamente
se nombran más correctamente como: el Uno absoluto, y el Cero absoluto, es
decir, que entre el espectro de ambos, se alcanzan y se cubren todos los
límites de la realidad.
Pitágoras
distinguía cuidadosamente este Uno absoluto de realidad o esencia propia de
todo individuo. Por definición tiene dos polos: uno Infinito y el otro nada. El
Polo Todopoderoso del Uno absoluto, es el Ser al que en el argot común se le denomina
Dios.
El Polo no-ser
del Uno absoluto, es lo que se nombra como Nada, o a menudo simplemente se
denomina como: No ser. Bueno, todo lo existente, es una combinación de estos
dos polos del Uno absoluto; y como el Bien es esencialmente incapaz de dar al Ser,
él es quien lo recibe para formar el tercer plano del Uno, el Uno individual.
Como lo dice la
biblia, Dios creó toda cosa de Nada; pues no se puede dar ninguna otra
definición posible del nacimiento de la creatura, sin caer en los sofismas
propios de ciertos sistemas contradictorios, enmarcados en las teorías de la emanación,
el Panteísmo o el Naturalismo.
Para todo Ser,
el elemento de naturaleza infinita que lo anima, es aquello que se nombra como
el Espíritu; mientras con relación a Dios, se le nombra como el Verbo, por ser
éste el pensamiento particular que se realiza ya sea para la creación, la
forma, la expresión o la exteriorización de ese pensamiento.
“Todos los seres son hechos por el Verbo, y sin él,
todo lo que ha sido hecho, no sería”. (Evangelio según San Juan, Cap. I).
El primer acto
de la creación, es la extensión del Polo Ser, hasta el Polo No Ser, para así
combinarse en ello; es la manifestación del Uno Absoluto. Con la Tradición dada
a través del tiempo, en algunas creencias a esta combinación, se le ha llamado
la Virgen Celeste o la primera de las Creaturas.
El Verbo que
anima al Ser, es el pensamiento divino, el cual cumple el intervalo total entre
ambos polos. Este espíritu asignado a la Virgen, se denomina Sabiduría. La
Sabiduría absoluta, asistió y asiste toda formación creadora, desde la aurora
del primer instante del primer día. Rige en su función informadora, nutricia y
protectora de los seres secundarios, función por la cual, se le nombra como: ‘La
Madre Naturaleza’.
EL DOS
"No de Uno sin Dos", corresponde a
un adagio popular conocido. En efecto, el Uno individual, cualquiera que sea,
es producto del infinito por cero, por tanto, es diferente de uno y del otro,
siendo ambos; sin embargo, su presencia notoria, cumple sólo una porción de su
intervalo; su existencia supone pues un exceso o una demasía de tal cantidad;
esta demasía es sentida o percibida como Dos. Es decir, todo individuo existe
sólo por diferenciarse de todo lo que no es.
Se tiene
ordinariamente otra noción del número Dos. Es comprendido como el ser constado
por la añadidura de una Unidad a otra semejante, para hacerla de nuevo un Todo.
De hecho, esta noción todavía corresponde a la de Uno, es decir, de la
extensión parcial de uno de ambos polos hacia la otra, ya que solamente el
movimiento, es descompuesto en partes planas, que está como uno de tantos pasos
distintos, cuyo resultado, es siempre uno y se formula como: “Uno es igual a
cero por infinito (00), más cero por infinito (1= 0 x 00 + 0 x 00). La noción
adquirida por esta distinción, es más bien el entendimiento de cierto grado de
complejidad y del fenómeno de la sucesión que le acompaña; de otro modo, se
puede decir que tanto la Medida, como el Tiempo, caen en el dominio de la
ciencia aritmética, hasta tanto el observador permanezca en el tema.
Esta observación
se aplica a toda especie, como otro número de la Unidad, y es el principio
básico de todas las operaciones aditivas: adición, multiplicación, potencia,
etc. Sin embargo, esta consideración aritmética de los Dos, supone y comprende
otra definición aritmológica de este mismo número.
Para percibir
dos o varias partes en uno, se debe enumerar su complejo y se debe comenzar por
descomponer el mismo. Su acción, es lo que se hace por medio de la operación
aritmética de la sustracción, y demás derivadas: sustracción, división, raíz,
etc.
Entonces esta
separación se hace por la potencia del Número negativo (este espanto del
algebrista principiante), y con éste número se vuelve a la Aritmología: el
Número negativo es el que por su naturaleza, tiene la propiedad sustractiva.
Por ejemplo, una cantidad de hielo añadida al agua caliente, es una cantidad
negativa que enfría. Más distintamente, podemos decir: el Número negativo, es
el que, añadido a una Unidad cualquiera, pone de manifiesto los Dos, o aumenta
los Dos de forma aritmológica.
El Dos es el
principio del análisis, de la descomposición, de la negación; es también un
elemento de oposición por disyunción, y como consecuencia, se asocia con lo
opuesto, el mal y la discordancia. Por otra parte, lo positivo puede tener dos
variedades según sea considerado partir de uno o del otro polo; se dice
masculino, si toca al polo positivo y femenino, si se relaciona con lo
negativo.
En resumen se
pueden definir los Dos, como el complemento relativo del Uno; siempre que este
Uno, corresponda a un Uno absoluto o una Unidad individual.
El TRES
Si bien: “No de Uno sin Dos”, el adagio avanzado,
ahora añade: “No Dos sin Tres”.
Y tan enunciado
es éste adagio, que de por sí, es la misma definición del Tres. El Uno y los
Dos han sido separados en el pensamiento divino, tanto, como los dos son los poIos
de lo Absoluto, entonces, sea el Tres con el fin de dar lugar al Amor, una vez
consentido y que se asiente que el Tres, los reúne en desnuda Unidad nueva y
donde cada uno, se hace la vida del otro. Es lo que se expresa al decir que
Dios, creó al mundo para hacerle participar en su propia Beatitud, a condición
de que se le acepte, tanto como él lo acepta.
El Tres
corresponde a las líneas de Unión que restablecen la Unidad entre Uno y Dos,
reuniéndolos en sí y penetrando ambos de su esencia, ya que el Tres, es la
indivisibilidad invencible.
Difiere de los
anteriores, ya que no tiene ningún complemento o ningún contrario posible;
escapa de toda medida, de toda variación y de toda exteriorización formal: se
constituye en el Espíritu puro; es la misma esencia del Ser. Solamente el
individuo como Uno absoluto, puede aceptarlo o negarlo en proporciones
diversas; su percepción es, para la criatura una subjetividad variable, si no,
el amor se haría para la criatura una tiranía. Allí, se encuentra la fuente del
mal, al lado de la Libertad. La rebelión el Espíritu Santo que es el Tres, es
la única razón para que por definición, Dios no pueda perdonar, ya que
corresponde a la negativa libre del amor.
El Tres, al penetrar
el Uno y los Dos para unirlos en sí, se identifica en cierto modo con cada uno
de ellos para reunirlos.
También
Pitágoras lo nombra como una Unidad hermafrodita. Para Uno y para ambos tipos
de absoluto, la unión así formada es la Trinidad. Tal cual es la idea cristiana
de: padre, Hijo y Espíritu Santo, lo que a su vez expresa que el Verbo en su
bajada creadora y multiplicadora, es inseparable del Padre.
Así como el Uno
y los Dos son susceptibles del influjo de la cantidad, su unión como selección
unitaria lo es también, pero bajo su calidad absoluta, esta unión parcial, es
siempre una sola; Igual, corresponde al estado actual de la Unión eterna y
progresiva de ambos polos extremos; y resulta siempre armoniosa: tal es la
generación de las potencias celestes (teogonía, generación de los dioses, los
ángeles, etc.) y las demás formaciones de la Naturaleza.
Pero cuando se
trata de creaturas proveídas de voluntad e iniciativa o seres primordiales, que
parcialmente son accesibles sólo al Espíritu de Unidad, estos seres no pueden producir
nada de forma sin tomar la Unidad de la Naturaleza, descomponiendo
individualidades anteriores (o sus propias, u otras externas a ellas mismas), y
si sus formaciones son más o menos discordantes, entonces quedan sujetas a la
Muerte.
Su unión es expresada
por una Trinidad especial, la generadora, caracterizada perfectamente por la
Trinidad popular de las creencias de la India: Brahma, el creador; Shiva, el
destructor, agente de la división y de la descomposición necesaria, tanto para
la nueva formación, como para la reducción de sus imperfecciones; y Vichnou,
que preserva todo lo que tiene armonía. Similar, resulta también la trinidad
cristiana: padre, Madre, Niño.
“La tarea del pensador consiste en mostrar como el
contexto social influye en el comportamiento personal. Tom Wolfe.
Fuente: Mi libro:
“UN SENDERO A LONTANANZA”.
Registro de Propiedad Intelectual DNDA: 10-427-242
Autor: Daniel
García Vanegas
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