“No
hay hombre más sabio que aquel que pone en práctica las enseñanzas de sus
errores”. Anónimo.
La
filosofía Platónica considera que las formas sustanciales ejemplares y
perfectas de las cosas, existen eternamente en el pensamiento divino.
El
observador, tiene que acudir a su capacidad de abstracción, para extraer la
esencia de cada rasgo estereotípico claramente definido, si quiere certeramente
clasificar los caracteres del entorno, sin perderse entre las infinitas
variaciones concretas individuales de los mismos temas esenciales tipológicos,
dentro de una constelación determinada de arquetipos espaciales. Igualmente,
cuando el símbolo se remite a arquetipos o significados puros, también hacen
referencia, a los elementos significantes primordiales’ que los componen.
Regresando
al tema, un arquetipo, del griego αρχη, arjé,
‘fuente’, ‘principio’ u ‘origen’, y τυπος, typos, ‘impresión’ o ‘modelo’, es el
patrón ejemplar, del cual derivan otros objetos, ideas o conceptos. Otros
pensadores, consideran los arquetipos, no como materia o sustancia, sino como
ciertas formas de la energía. O visto desde otro ángulo, energía que se
transforma en formas. Ellos son puntos de encuentro o nódulos dentro de la red
de la energía cósmica, en los que se manifiesta una determinada forma según sea
su cualidad, posición en la estructura y momento, como parte del proceso de
evolución global, según sea su posición con relación al todo y dependiendo de
su relación particular con los demás arquetipos.
Entonces,
el arquetipo, por asociación se remite al concepto de símbolo, en lo que se
denomina ‘el pensamiento simbólico’, el cual, da la posibilidad de tener una
libre circulación a través de todos los niveles de lo real. El ámbito de ‘libre
circulación’, por demás, es demasiado poca en su cobertura, ya que el símbolo,
identifica, asimila, unifica planos, crea planos heterogéneos y marca
realidades aparentemente irreductibles.
En
general se llama símbolo, tanto a la representación, como a lo representado, es
decir, al signo que representa ambos; lo anterior conlleva que utilizando la
misma forma compleja de expresión, se designa tanto al ‘significante’, como al
‘significado’.
El
símbolo como representación del significante, es visual, auditivo o
kinestésico. El símbolo como significado, se remite a lo que representa, no
solamente con relación a objetos, seres o eventos, sino a cualquier otra
interpretación que pueda ser traducida en ideas, bajo cualquier versión
metafísica.
Cómo
se indicó, a simple vista cualquier persona observa que hay seis posiciones de
dirección básicas resumidas así: adelante-atrás, izquierda-derecha y
arriba-abajo y además, se distinguen dos posiciones adicionales que indican la
relación de inclusión del objeto, con relación al espacio determinado por su
posición: dentro-fuera. Estos principios de orientación, permiten al observador
disponer de una clara descripción de la ubicación de los objetos, con relación
al espacio.
Igual,
ellos están relacionados con ciertos perfiles del paisaje, con lugares del
espacio y aún con momentos del proceso energético. Ahora bien, en general todo
lo que asciende puede considerarse que está delante y fuera de quien observa y
todo lo que desciende que está detrás y dentro.
Así,
a partir de las posiciones quedan definidas cuatro de las seis direcciones del
espacio ya consideradas, más las de ubicación ya identificadas (dentro-fuera). Por
su parte, las dos direcciones que indican la lateralidad, izquierda y derecha,
son intercambiables, cuando son asimiladas con la visión reflejada ante un
espejo, donde la derecha del objeto, es la izquierda del reflejo y viceversa.
Este
principio de inversión dual del espacio conlleva un amplio simbolismo, el cual,
es utilizado en ciertas ciencias y artes antiguas, así como también en las
indígenas y tradicionales. El principio de inversión, es por ejemplo
corroborado en el proceso de asignación de funciones de los dos hemisferios
cerebrales, cuyo tema se desarrollará en detalle, más adelante.
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Fuente:
Mi libro: “UN SENDERO A LONTANANZA”.
Registro de Propiedad Intelectual DNDA:
10-427-242
Autor:
Daniel García Vanegas.
Etiquetas:
Espacio, espacialidad tiempo materia energía dimensión simbología semiótica ética
moral axiología consciencia valores principios universalidad voluntad presencia
trascendencia miedo temor paradoja ignorancia violencia ira
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