"La vida sería
impecable si los deseos se cumplieran y si cada uno de ellos fuera benéfico,
sin hacer daño a nadie, ni a nada". Anónimo.
Impecable,
significa libre de imperfecciones.
Al
actuar, el Universo siempre acompaña el proceso, con el único resultado
posible. Así él se expresa por cada uno y por todos en el espacio (aquí) y en
el tiempo (ahora). Empero, el sujeto no es el único que está cambiando el
Universo, es el Universo mismo el que está cambiando, para que la realidad sea
lo que tiene que ser.
En el
estado de alerta agudizado cambia todo, por lo tanto, nada puede volver a ser
igual, jamás; algo así como un rio que sigue su curso, de modo que su orden
molecular cambia cada instante, aunque en apariencia, sea el mismo.
Por
ello, la ley universal dice que hasta tanto el individuo sepa y reconozca que
cada acción cambia todo el Universo, no sabrá lo que está haciendo.
La verdad
incluye todas las cosas al unísono.
Es tan
magnífico el fenómeno del cambio que no
sólo las Galaxias distantes tiemblan con cada nueva acción, sino que el pasado
y el futuro se unen furtivamente por medio de la energía, la genética y el
conocimiento, en el vértice del cambio y toda la creación en forma unánime, responde
al más ínfimo movimiento.
La vida
de las personas está impulsada por la intención y el deseo en busca de
beneficio, realización o simple satisfacción. Todos los individuos tienen inmerso
un similar deseo de trascender, y en contraste, hasta los más avezados y valientes
individuos, también experimentan la sensación de temor e inseguridad.
Una vez el
Ser está posicionado en el medio y ante las dificultades que se presentan,
existir se convierte en el simple deseo de permanecer y por ende, de no perder
la identidad adquirida.
Cualquiera
pensaría que si una persona se ha reconocido muchas veces, es capaz de repetir
dicha percepción casi a voluntad, sin embargo, esto necesariamente no ocurre.
Por otra
parte, como se ha visto, aquellos problemas que se interponen entre el deseo y
su satisfacción se denominan “Karma” o acción permanente.
El karma,
es una acción personal que determina que el propósito de la vida avance o
retroceda, se manifiesta a través de comportamientos, hábitos y tendencias, todo
limitado considerablemente, bajo el ámbito de lo posible.
La acción
positiva fomenta la energía vital, satisface los deseos rápidamente y
proporciona un confiado sentido de dirección. La acción negativa hace daño
porque pone obstáculos, retrasa el progreso, provoca pérdida de energía y
produce falta de dirección. Cuando el karma negativo interviene, el observador
generalmente lo asimila, con ‘un mal día’.
El karma,
ese misterio profundo, es producto de los hábitos casi en su totalidad. Ellos,
son los viejos condicionamientos que impiden reconocer el renacer que la vida produce
a cada instante.
No se
debe olvidar que la vida recomienza con cada respiración, cada palabra, cada
pensamiento y por ello siempre se debe enfrentar cada evento sucesivo, como si
éste fuera el primero, el único y el último.
La cadena
causa-efecto, va de la mano del hábito, el cual, por ser la acumulación del
karma, hace que aparezcan en ella, elementos como la imprudencia, la
imprecisión y la impaciencia.
Al
respecto, Lao Tsé enseña que todo, es resultado de la relación causa-efecto, pues
todos los aspectos que conforman el hoy, provienen de otros aspectos ocultos
que históricamente le ha precedido, lo cual explica cómo el universo mismo y
todas las cosas existentes, son el directo resultado de eventos pasados y en
ningún caso, de espontáneas creaciones.
Desde el
momento en que surgió la idea del principio de acción-reacción, se logra
explicar cómo todo viene concatenado con algo cuya existencia tiene una razón
previa, demostrando así la no arbitrariedad de los hechos, sino la trayectoria
de la causalidad.
Esto no
se limita únicamente al origen cosmológico del universo, sino a lo que sucede cotidianamente
de todos los seres vivos, aun a pesar que en el campo de la sociedad humana, nada
es eterno o absoluto, sino que es el resultado de las mismas razones por que
las los humanos evolucionaron hasta arribar al mundo moderno, todo ello, como
resultado de la cadena de hechos que han precedido.
Ahora
bien, para avanzar en el sendero, se debe confiar más en la prudencia que en la audacia, pues la primera regla del
karma dice:
“Lo que hagas ahora, cambiará todo tu futuro”.
Cualquier
actividad es increíblemente compleja, pues así como en ciertos casos es posible
acercarse a la perfección, en otros se está más equivocado que un principiante.
Dentro de
cada cual, convive un feroz competidor, quien en su aspecto de duplicidad, es
al mismo tiempo un observador distanciado.
Todas y
cada una de las características humanas están presentes en cada uno de los
seres, sin embargo, precisamente, sólo se revelan aquellas que pertenecen a la
naturaleza escogida y propugnada por el individuo, al momento de cada acción.
Quien
quiera liberarse de los nudos mentales y emocionales, debe hacerse uno con el sendero.
Hay dos
formas posibles, la primera es la senda de la aceptación que afirma a cada uno,
cada día. Se trata de ampliar la benevolencia y la virtud libremente en
cualquier dirección, sin importar las circunstancias. Se logra al aceptar de todo
corazón, el hecho de percibir ser parte de la unidad armónica.
La segunda
manera es la de rechazo, esto es, reconocer que todo lo que se ve y piensa es
una mentira, algo así como una ilusión o un velo sobre la verdad. Al quitar los
velos, se llega a la Unidad.
A pesar
de estos caminos son opuestos, ambos conducen al mismo lugar, esto es, hacia la
conciencia espontánea de la Gran Unidad. Al llegar, se debe recordar que no se
trata de mantener la unidad, sino ser parte de ella.
Pensar y
hablar sobre el Camino Integral, nunca es lo mismo que caminarlo. ¿Alguna vez
se ha llegado a ser un buen jinete por hablar de caballos? Quien se desee
incorporar al Tao, debe detener el parloteo y comenzar a andar.
Con el
cuerpo relajado y los sentidos en calma, la mente alcanza su claridad original
y olvida el concepto de estar separada de los demás y de la Fuente Divina.
Cuando se regresa a la unidad, no se debe pensar en ella con sobrecogimiento,
simplemente se trata de fundirse con la verdad, y dejar que la misma se
posesione en el Ser.
Continúa
el maestro, ¿De qué sirve acumular cosas materiales? Esto no es seguir el Tao.
¿Qué beneficio hay en adaptar el comportamiento a las convenciones pregonadas
por alguien, si esto viola la naturaleza y disipa la energía?
¿Por qué
separar la vida espiritual de la vida diaria, si para el ser integral no hay
ninguna distinción? Es mejor vivir de modo simple y virtuoso, siendo fiel a la
propia naturaleza, sin trazar una línea entre lo espiritual y lo que no lo es.
El karma crea
la totalidad de las posibilidades, situaciones y circunstancias, más no las
consecuencias; la elección para resolverlas está en las manos del individuo,
así que al observar desprevenidamente, sin importar lo que se elija, cada uno
se debe concentrar en sentir profundamente lo que está decidiendo y luego,
actuar con leal saber y plena libertad.
El
individuo no se debe dejar llevar por la ira, la inculpación, la pasividad, la
manipulación, el chisme o el retraimiento, pues todos y cada uno de ellos, resultan
ser malos consejeros.
Los
grandes maestros de la espiritualidad recomiendan vivir con la idea de alcanzar
la unidad total entre el ego y el Yo más elevado, como fin último de la
existencia de cada uno.
En el
momento que se alcanza la unidad, se es impecable, es decir, se logra la
intimidad entre el Yo y el Yo mismo. Por lo tanto, sólo hasta tanto se logre
dejar de depender de las acciones, se logrará ser impecable.
La
atención, resulta ser la conciencia de todo aquello que cada uno es, de dónde
está y de lo que ocurre… todo al mismo tiempo.
Para ser
una persona impecable, sólo es necesario no tener lapsus de no atención.
Atención, entonces significa saber cómo y cuándo actuar; cuando descansar,
cuando hablar y cuando callar… todo esto de forma natural y espontánea.
Por ello
se debe:
ü Redefinir al Ser cada día.
ü Reconocer y eliminar los hábitos nocivos.
ü Aceptar la responsabilidad de los actos y sentimientos, sin culpar a
los demás.
ü Recibir con apertura los mensajes que llegan de todas partes.
ü No actuar, ni tomar decisiones cuando se esté inseguro.
ü Practicar la paciencia.
ü Buscar sin descanso la excelencia, el éxito y la abundancia
ü Ser cabal con las palabras en su uso limpio con armonía, verdad y
alegría.
ü Saber que el Universo tiene puesta toda su atención en cada individuo.
Al pensar
que se está conectado con toda la vida, el observador estará más propenso a ser
el amo de su entorno, actuando con cuidado y tratando a la naturaleza y a los
demás con la debida consideración y el mayor respeto.
“Llegar a ser impecable, es lo mismo que
alcanzar la iluminación, por lo tanto, es una empresa para toda la vida”.
Anónimo.
EN
EL CAMINO
En el camino aprendí,
que llegar alto no es crecer,
que mirar no siempre es ver,
ni oír es escuchar,
ni lamentarse sentir,
que llegar alto no es crecer,
que mirar no siempre es ver,
ni oír es escuchar,
ni lamentarse sentir,
ni acostumbrarse querer...
En el camino aprendí,
que estar solo no es soledad,
que cobardía no es paz,
ni ser feliz, sonreír,
y que peor que mentir,
es silenciar la verdad…
que estar solo no es soledad,
que cobardía no es paz,
ni ser feliz, sonreír,
y que peor que mentir,
es silenciar la verdad…
En el camino aprendí,
que puede un sueño de amor,
abrirse como una flor,
y como esa flor morir,
pero en su breve existir,
ser todo aroma y color.
que puede un sueño de amor,
abrirse como una flor,
y como esa flor morir,
pero en su breve existir,
ser todo aroma y color.
En el camino aprendí,
que ignorancia no es no saber,
ignorante es ese ser,
cuya arrogancia más vil,
es de bruto presumir
y no querer aprender.
que ignorancia no es no saber,
ignorante es ese ser,
cuya arrogancia más vil,
es de bruto presumir
y no querer aprender.
En el camino aprendí
que la humildad no es sumisión,
la humildad es ese don,
que se suele confundir.
Pues no es lo mismo ser servil,
que ser un buen servidor.
que la humildad no es sumisión,
la humildad es ese don,
que se suele confundir.
Pues no es lo mismo ser servil,
que ser un buen servidor.
En el camino aprendí,
que la ternura no es doblez,
ni es vulgar la sencillez,
ni lo solemne verdad.
Vi al poderoso… mortal,
y a idiotas con altivez.
que la ternura no es doblez,
ni es vulgar la sencillez,
ni lo solemne verdad.
Vi al poderoso… mortal,
y a idiotas con altivez.
En el camino aprendí,
que es mala la caridad
del ser humano que da,
esperando recibir,
pues no hay defecto más ruin
que presumir de bondad.
que es mala la caridad
del ser humano que da,
esperando recibir,
pues no hay defecto más ruin
que presumir de bondad.
En el camino aprendí,
que en cuestión de conocer,
de razonar y saber,
y resulta importante, entendí,
que mucho más que lo que vi,
es lo que queda por ver...
RAFAEL AMOR
que en cuestión de conocer,
de razonar y saber,
y resulta importante, entendí,
que mucho más que lo que vi,
es lo que queda por ver...
RAFAEL AMOR
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Fuente: Mi libro: “UN SENDERO A
LONTANANZA”.
Autor: Daniel García Vanegas.
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